jueves, 25 de enero de 2018

FUERA DEL MAPA

Fuera del mapa
Alastair Bonnett
Traducción de Javier Calvo
Blackie Books
Barcelona, 2017
325 páginas



Este es un libro que “excita la imaginación geográfica porque confunde las expectativas que tenemos del mundo real”. Para ponerlo en términos más concretos, este es un libro que termina en el festival musical de los Monegros. Se trata de un lugar efímero, en el que uno de los desiertos más pequeños y hermosos del planeta se convierte en un centro de la buena vitalidad. Solo durante los días en que sucede el festival los Monegros son pulmones. Pero los lugares efímeros no son los únicos centros de interés de este libro que nos va descubriendo que la geografía no era un mapa del mundo a escala 1:1. No, la geografía contiene también variantes como la psicogeografía, la sociogeografía, la antropogeografía y, por encima de todo, mucho amor por el mundo. Sin ese cariño, es imposible encontrar estos sitios Fuera del mapa que construyen un libro genial, tan insólito, por ejemplo, como el Atlas de islas remotas (Nórdica y Capitán Swing). De cada episodio, es inevitable pensar, se podría construir una novela.
Por las páginas, intensas y documentadas con rigor, prestando siempre atención al detalle que nos hace sentir humanos dentro del lugar, circulan islas remotas y señuelos de guerra; islas que aparecen y desaparecen; países que no existen o que existen en la conciencia de unos pocos; tierras de nadie y terrenos que todos los países rechazan; ciudades secretas y falsas ciudades; exploraciones subterráneas, la Meca como fenómeno de la economía faraónica basada en la construcción y la destrucción cultural; clásicos como Capadoccia y el único trasatlántico formado por apartamentos, por viviendas y no por hoteles; el aire; la fundación de lugares libres para los cimarrones; pueblos piratas en la costa somalí, abandonados a su suerte, comidos por el desierto y a quienes se le roba la pesca; círculos concéntricos de enclaves de países dentro de países; cementerios habitados por los vivos y un larguísimo etcétera que es mejor descubrir leyendo.

Los perfiles que dibuja Alastair Bonnett (Epping, 1964) poseen más atractivo que potencia. Porque en buena medida prevalece la ambivalencia, lo cual los hace más humanos, sujetos a ambiciones, miedos o deseos. Bonnett nos obliga a repensar nuestra relación con quienes compartimos el planeta: seres vivos y tierra, mar y aire. Incluso con los muertos. Porque el peso de los muertos está vinculado a la identidad y la identidad construida, en buena medida, por el paisaje, por el paraje donde nacimos, nos amamantamos y soñamos con vivir o con destruir. Porque lugares como el océano de plástico del Pacífico es algo que uno sueña con destruir sin importar dónde esté ubicado en ese momento.  Este libro provoca, reinventa la topofilia, el amor al lugar, nos habla de la necesidad de escapar de la sensación generalizada de un mundo uniforme al que solo cabe afrontar de una manera: con la desorientación.

Fuente: La línea del horizonte

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