Los
años sin juicio
Federico
Vegas
Kalathos
Madrid,
2020
424
páginas
El
narrador, que carece de nombre, que no es otro que “yo”, se muestra obsesionado
por guardar la cordura. No sólo se refugia en la idea de “madre” como regazo en
el que refugiarse, o crea sus métodos de supervivencia, una terapia de mantenimiento
centrada en la repetición de actos en orden cronológico, sino que se convierte
en un observador, en alguien dedicado a dar testimonio. Así pues, tiene un
objetivo que le mantiene a flote: denunciar, como se puede denunciar sin faltar
a un proyecto estético, las miserias de un sistema. Y dichas miserias se montan
a lomos de seres humanos. El paisaje humano en el que habita es poliédrico,
pero mantiene las constantes vitales, la piel sensible, los corazones atentos.
Es
posible que habite en la novela un espíritu metafórico, una suerte de delación sobre
la situación opresiva del país, pero esta interpretación quedará más en manos de
los lectores, pues los términos políticos no abundan, aunque sí quedan
apuntados. En realidad, el propósito del autor se asemeja más al de quien no
siendo valiente en la realidad, o no considerándose lo bastante valiente en la
realidad, construye esa valentía en la ficción. El narrador es alguien que se asoma
a las virtudes -lealtad, consistencia o arrojo- donde cualquiera de nosotros
fracasaría. De ahí la audacia del texto, que se lee con un encanto extraño,
pues el contenido no deja de ser abrumador frente a una prosa que surge de un
oído excelente. Esta novela tal vez se resume en esta sentencia: “Tratar de
entender a nuestros vecinos es una manera de entretenernos mientras pasa la
peste”.
Pues no lo conocía y me ha parecido una propuesta interesante. No conocía tu blog, me quedo de seguidora y te invito a que te pases por el mío si te apetece.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Rocío. Me apunto de seguidor en tu blog. Espero que podamos seguir en contacto. Fuerte abrazo
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