Papeles
falsos
Valeria
Luiselli
Sexto
Piso
Madrid,
2020
107
páginas
Valeria
Luiselli (Ciudad de México, 1983) tiene claro que los libros de Joseph Brodsky
deben hallarse entre los que nos harán felices. Al menos aquellos que, como Marca
de agua, hacen referencia a Venecia, esa ciudad donde los mitos habitan
hasta en las miasmas. Las constantes referencias que circulan por éste Papeles
falsos, tanto a Brodsky como a otros autores, hacen de este libro, que es viaje
y es sentimiento, cobre un tono metaliterario. El equilibrio a que se somete
Luiselli, y del que sale triunfante, es el de conseguir que una falsa
metaliteratura no impida que se imponga la poesía de la vida. Los textos son
poéticos, están elaborados con el mimo de quien adora las palabras. De hecho,
parte de ellos están dedicados a los idiomas, a la lengua, al sonido de las
palabras.
La
sensación que da es la de asistir a viajes en la que el autor nos regala una mirada
de poemas en prosa. La sensibilidad se impone, por encima de una cierta
tentación de ensayo, como muestra esa tendencia a resistirse a las definiciones
precisas. Luiselli visita cementerios, habla de mapas, retrata a los ciclistas
como los nuevos flaneurs, se entrega la saudade y a la emigración,
considera a los escritores como el corazón vacío de la ciudad, coloca a las mudanzas
como una connotación inequívoca de urbes y da por supuesto que existe un vínculo
estrecho, con dos sentidos, entre las ventanas y la privacidad. Hemos
mencionado a Brodsky, pero tampoco debemos olvidarnos de Pessoa, un escritor que
ha marcado toda la literatura posterior a su presencia. Papeles falsos
tiene bastantes puntos en común con el Libro del desasosiego, principalmente
en el tono lúcido y sereno.
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