Las
Meninas. La habitación de los secretos
José
Luis de Nó
Rialp
Madrid,
2025
321
páginas
Alguien
enunció, hace tiempo, la frase que dicta que la vida sin pasión es menos vida.
Hay una serie de pasiones que no mueven a desengaños ni a traumas: la poesía,
el cine, todas las versiones del arte, todas las que tienen que ver con el
mundo contemplativo. Podemos tener decepciones, pero no desengaños. Las hemos
creado, porque son creación humana, para irnos haciendo conscientes de que
vivir significa aprender a vivir, a disfrutar del hecho de estar vivo. Este
libro que hoy tenemos entre manos, Las Meninas, es una revelación de
todo esto, es un examen a la misma conciencia que nos va enseñando que la vida
con pasión es más vida. José Luis de Nó (Salamanca, 1966) está enamorado de la
que puede ser mejor obra pictórica de la historia, y a través de un análisis detalladísimo
nos transmite ese amor. Si uno lee el índice, da la sensación de que nos iremos
a un examen cartesiano que, debemos decirlo, existe, pero no es esa la
impresión que va dejando la lectura del libro. Lo que el autor hace es un viaje
emocional que no nos impedirá volver a quedarnos parados frente al cuadro, unas
cuantas horas, con una sencilla actitud de desconcierto, de entrega y de admiración.
Se
nos va a desmenuzar la obra pieza a pieza, desde una visión histórica a una
filológica. En ese estudio entrará en juego todo: el recorrido histórico del
cuadro, las técnicas pictóricas de época, las revelaciones que atienden a las
áreas de la percepción, las restauraciones, quiénes son los personajes, la
biografía de Velázquez y hasta un estudio de la moda, de las vestimentas, que
nos va desvelando unas relaciones de jerarquía social. Vamos entrando a cada
capítulo con una incertidumbre un tanto incómoda, esperando encontrar ahí un
rigor científico que nos termine de desvelar el misterio por el cual nos sentimos
tan atraídos por este cuadro. Pero ese temor se va diluyendo, porque el propio
José Luis de Nó sabe, y de alguna manera nos lo traslada, que tanto estudio
sobre cada componente no enturbiará el aprecio. Al fin y al cabo, lo creado por
nosotros, como el mismo hecho de ser humanos con cada episodio que nos compone,
es mucho más que la suma de las partes.
Uno
puede afrontar este tipo de ensayos convencido de estar revelando verdades o,
como prefiere hacer el autor, dignificar el estudio a través de la humanización
en carne propia. Resultan gratificantes, en grado de empatía, las confesiones
personales que introduce, sin apabullar, acerca de su propia biografía y su
aprendizaje —en las aulas de la facultad, en sus visitas al museo, en su
experiencia laboral—, pues aportan un factor de cercanía: quien nos habla es uno
de nosotros, alguien de nuestro entorno. Sobre lo que nos habla, eso sí, no
deja de ser un misterio, un misterio acogedor, eso sí. La mayor muestra de
admiración, que es también el mayor reconocimiento de nuestras limitaciones, es
la intriga por el reflejo de los reyes en el espejo. Uno puede analizar en profundidad
su posibilidad cartesiana, valorar la intriga incluso haciendo desaparecer esa
parte de la imagen, y hasta reproducir la composición a tamaño real, pero seguirá
siendo lo inexplicable lo que nos atraiga. Es muy posible que todo sea licencia
de Velázquez, es muy posible que todo lo que aquí esté apuntado estuviera en la
cabeza del pintor, pero también es muy posible que, sencillamente, el inmenso
talento de quien puede haber sido el mejor pintor de la historia fuera tomando
decisiones por motivos que tenían que ver más con la intuición que con la
matemática. Esta obra, como todo gran ensayo, lo que consigue es aportar más
belleza a lo estudiado, a un cuadro que no podremos evitar volver a ver tras
encontrarnos con todo el amor que aquí transmite José Luis de Nó.
Fuente: Zenda

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