miércoles, 27 de diciembre de 2023

LA NOCHE DE LA ESVÁSTICA

 

La noche de la esvástica

Katharine Burdekin

Traducción de Xavier Caixal i Baldrich

Rayo verde

Barcelona, 2023

305 páginas

 

 


Dos siglos más tarde, el nazismo ha triunfado en Europa y lo que se ha instalado no es sólo un régimen político, sino toda una religión. Hay una dictadura, porque todo está superestratificado, y un espíritu común propio de una secta, asfixiante, a pesar del cual hay quien se encuentra cómodo dentro de su jaula dorada. «Todos vosotros sois la no-Sangre, por lo tanto tenéis que (…) pensar, en inglés, cuán sagrados somos, por qué Hitler no podría haber sido más que alemán y entender que no es posible que exista ninguna otra filosofía o forma de vida que no sea la nuestra. Ni siquiera se os permite la igualdad dentro de la religión (…). La exclusión es una manera excelente para hacer que los hombres se sientan inferiores».

Conviene advertir que La noche de la esvástica se publicó por primera vez en 1937, años antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Katharine Burdekin (Spondon, 1896 – Suffolk, 1963) dio a conocer el texto bajo el seudónimo masculino Murray Constantine, que era el que utilizaba para hablar sobre política, pues esta novela distópica es una reflexión sobre la tendencia del mundo a la polarización. Esta forma de viajar de extremo a extremo se refleja, en primer lugar, en la división entre los hombres y las mujeres, convertidas en organismos para la reproducción. También en la fragmentación mundial, que separa dos grandes naciones que ocupan todo el espacio, la alemana y la japonesa. Y, finalmente, en los personajes principales, que son un alemán y un inglés, o dos alemanes y un inglés, pues el personaje alemán se desdobla en el amigo analfabeto y el Caballero, un ciudadano de la élite que será quien intervenga en los diálogos con el muchacho inglés que ocupan el cuerpo central de la obra.

Lo que nos dibujan es un panorama grotesco, en el que ser libre significa ser un buen súbdito. Será la complicidad entre ellos la única garantía que nos quede de que existe una posibilidad de encontrar algo de bienestar humano, algo de afecto. De hecho, este afecto será el responsable del desarrollo de las páginas finales, en las que lo que ha sido una especie de obra de teatro sale del ambiente cerrado, seguro, para exponernos un itinerario, una aventura. Lo que ocasiona esta aventura no es gratuito: llevar un libro a un destino. Los libros han sido destruidos, como ha sucedido en las ocasiones en que un emperador o un loco absolutista ha querido que la historia comenzara con ellos. Lo primero que hace quien desea ejercer el dominio del mundo, es anular el pensamiento, destruir cualquier rastro de otra posible verdad.

De los diálogos entre el Caballero y el inglés, que es una persona serena y cultivada a pesar de pertenecer a la clase baja, se decanta la intención de falsear la historia y el relato social, hasta instalar una subjetividad imperativa. El inglés es un tanto contraintuitivo, pues la intuición que se ha instalado en esta región del mundo es un condicionamiento, es un aprendizaje forzado que nos transformó en animales. La cultura es un sucedáneo de cultura, la política un acto de fe, la tradición una herramienta para acomodar ideas como si fueran verdades, y estas ideas favorecen la inmovilidad. Porque, a la hora de la verdad, lo que más importa en este tipo de régimen es que nadie se mueva, que nadie se salga de los márgenes. Es inevitable remitirse, durante la lectura, a El cuento de la criada o a 1984. La noche de la esvástica complementa estas obras por ser más reflexiva, por permitir a los personajes expresarse con más libertad siempre y cuando no se les escuche. Tal vez sea menos narrativa, contenga menos acción, pero el aire que nos hace respirar está también resudado y ahoga.

 

Fuente: Zenda

domingo, 24 de diciembre de 2023

PERROS DE PAJA

 

Perros de paja

John Gray

Traducción de Albino Santos Mosquera

Sexto Piso

Madrid, 2023

223 páginas

 



A la humanidad conviene pasarle el plumero de vez en cuando. Y para ello hace falta un talento como el de John Gray (South Shields, Inglaterra, 1948), invertido en una forma de saber que se identifica con la sensatez: «La idea de progreso no es más que el ansia de inmortalidad con un toque tecnofuturista. No es aquí donde se puede encontrar la cordura, ni tampoco en las eternidades apolilladas de los místicos», nos dice, para concluir con una pregunta: «¿Tan inconcebible nos resulta que el objetivo de la vida sea sencillamente ver?».

Perros de paja es una recopilación de reflexiones en las que uno se asoma a todos los abismos: la ciencia, la filosofía, la sociedad, la economía, la religión… Es un libro que nos coloca frente a todos los espejos cuestionando los valores que se han ido convirtiendo en lugares comunes a lo largo de tantos siglos de pensamiento acumulado. Aunque su especialidad, donde Gray se muestra más hábil, especialmente sensato, es en los temas filosóficos, en los conceptos de verdad derivada de las ramas de la ciencia o la ética. En realidad, Gray critica constantemente el solipsismo con el que hemos ido creciendo, y que nos hace sentir un cierto orgullo por pertenecer a la especie elegida: «El avance científico nos hace creer que somos diferentes del resto de animales; ahora bien, nuestra historia nos enseña que no lo somos». Para Gray deberíamos tener en cuenta, a la hora de pensar, que no dejamos de ser una especie más, que estamos condicionados por las fórmulas de pensamiento religioso, que ahora vemos expresadas en el humanismo, y que la vida de acción no es más satisfactoria que la vida de contemplación. Los ejes sobre los que gira su pensamiento son sencillos, y la forma que tiene de expresarlos es divulgativa, pero, utilizando un término que él odiaría, científica.

John Gray se apoya en todo tipo de textos, populares, míticos o literarios, para centrar sus ideas, añadiendo al ensayo un tono que no nos permite descanso y nos arroja satisfacción. Se pregunta sobre lo irracional, mientras también duda acerca de la veracidad de las conclusiones humanas que extraemos de las ramas más racionales de nuestros saberes, que son las científicas. Considera un error separarnos del resto de los animales o atribuir a la hipótesis de Gaia una tendencia poética. Revisa el pensamiento antropocéntrico, marcado por el cristianismo, de la línea filosófica que atraviesa desde Hume a Wittgenstein, pasando por Kant, Schopenhauer, Nietzsche y Heidegger. Se centrará en el yo y la ilusión del yo, en la ilusión de identidad individual a partir de Lord Jim, del budismo y de la tendencia religiosa que él parece entender que nos respeta mejor, que es el taoísmo: «Para los taoístas, la vida buena no era más que la vida natural hábilmente vivida. Se trata de una vida que no tiene ningún propósito particular. No tiene nada que ver con la voluntad y no consiste en la realización de ningún ideal concreto».

Nos va a hablar acerca de la moral como obediencia y como ficción, de la tragedia y el sentido de justicia, de la libertad de elección, a la que califica de fetiche, y de la espontaneidad. Tratará acerca de la idea de salvación, de las necesidades que sentimos y que creemos satisfacer gracias a las drogas o la tecnología. Irá repasando los hitos de la historia que nos llevaron hasta este «supermercado cultural» en el que vivimos, caracterizado por el capitalismo de la distracción, por unos medios de comunicación a los que lo único que les importa es la sugestión, y por una globalización que «es un amontonamiento caótico de nuevas tecnologías. Si algún efecto general tiene, no es el de difundir “los valores modernos”, sino el de consumirlos». Han transcurrido algo más de veinte años desde la publicación en inglés de este libro. Pero, hoy en día, sigue siendo un texto que uno no para de subrayar, porque encuentra en él una sobredosis de cordura. Y eso resulta de lo más satisfactorio.


Fuente: Zenda

jueves, 21 de diciembre de 2023

LA PROMESA

 

La promesa

Silvina Ocampo

Lumen

Barcelona,

113 páginas

 

 


Una mujer cae al mar, en un punto desde el cual no se divisa tierra, y se deja mecer por el agua como si se tratar de líquido amniótico, para comenzar a recordar, a revisar sus días. Damos por supuesto que está flotando para sobrevivir, pero para saber que está viva se le ocurre la solución de trabajar la memoria. Y se encuentra con que su vida han sido los demás, tantas y tantas personas que la han rodeado, que así es como se ha ido afectando la educación sentimental, que gracias a ellas ahora es ese ser que flota a la deriva en mitad del océano, y que sabe que merece la pena seguir respirando. El presupuesto del que parte Silvina Ocampo (Buenos Aires, 1903 – 1993) en esta novela, La promesa, nos coloca en una paradoja: el relato podría ser interminable, porque son interminables los recuerdos que uno ha acumulado a lo largo de la vida si quiere enunciarlos y encadenarlos, pero su tiempo es limitado, aunque desconoce hasta dónde puede llegar, porque con el agua por todo entorno nada le garantiza sobrevivir hasta el día siguiente. Pero esta mujer analfabeta, según confiesa en la primera línea, está escribiendo, algo que también es imposible. Dicho así, la única forma de resolver el enigma sería pensar que estamos tratando con un fantasma. O tal vez no se trate de un fantasma, pero sí es un espíritu, alguien que afirma no tener vida propia, pero sí conservar lo propio del espíritu, que son los sentimientos.

«¿Despertaré la curiosidad de los peces que suben a la superficie? Suben a cierta hora y me miran, siento que me rozan con las aletas. Piensan que soy una náufraga.»

Será este precepto el que dé el tono de la obra, que es lírica y sensual, como nos gustaría que hubieran sido las relaciones con las demás personas y entre las demás personas: «Son tan sentimentales las mujeres», afirma este personaje que se pregunta: «¿Algún día pensaré en alguien que no sea una persona?». Alguien: persona. Lo que sucede es que intenta definir qué es lo que nos hace personas, al margen de la morfología, y recuerda a los amigos preguntándose sobre la prioridad de querer ante la de ser querido, o de ser querido ante la de querer. Pero querer no es direccional y esta es una cuestión más bien propia de los adolescentes. Hay que tener en cuenta que la adolescencia es la etapa de la formación de la personalidad y que si invertimos la ecuación, cada vez que algo nos afecta seriamente volvemos a la adolescencia y, en el caso de nuestra narradora, a la belleza adolescente: «¿Qué es enamorarse? Perder el asco, perder el miedo, perder todo», sostiene alguien que se encuentra en una tesitura delicada, con toda la polisemia de la palabra delicada sobre la mesa: «¿Se podrá hacer el amor adentro del mar? Tantas veces quise suicidarme y ahora que podría hacerlo fácilmente, no puedo».

Nos hemos construido sobre lo plural, pero sólo podemos expresar esa pluralidad de forma lineal. Así Ocampo va encadenando los retratos de los seres queridos de la narradora, que apenas interviene en las acciones, y las intervenciones de los mismos, las más significativas, en lo que afectan al personaje. Y estas intervenciones no son salvajemente atractivas, son de tono sosegado, son simbólicas y lenitivas, por mucho que escondan fiereza en algún momento. En realidad, la impresión que tenemos es la de entrar dentro de la cabeza de alguien que se ha reconciliado o se está reconciliando con el oficio de vivir. Y nos muestra cuál puede ser el camino para no saturar nuestro tiempo con enfados, porque no le han faltado motivos para alterarse, para desconcertarse, porque ha conocido la acidez de la vida, pero ahora, inmersa en aguas, con riesgo de que esta sea la última confesión, lo que desea no es odiar sino, más bien, poesía. De ahí esta preciosa forma de escribir.


Fuente: Zenda

martes, 19 de diciembre de 2023

EL RASTREADOR

 

El rastreador

Baptiste Morizot

Traducción de Silvia Moreno Parrado

Errata Naturae

Madrid, 2023

245 páginas

 



Fue Manuel Vicent quien afirmó que la diferencia entre el chimpancé más simple y el teólogo más retorcido sólo está en los hábitos sociales. Fuimos primates frugívoros y ahora somos unos tipos a los que les encanta la carne, pero tan acomodados que preferimos no tener que cazarla. Entre aquella especie que se subía a los árboles a por un mango y esta que va al supermercado para sacar brillo a la tarjeta de crédito hay una ruta que debería marcar, en paralelo, el desarrollo de la inteligencia. En algún punto de esta evolución se encuentra la práctica del rastreo, del cazador, que supone mucho más que la búsqueda de comida, que supone una integración natural. Lo que es una barbaridad es intentar colonizar lo salvaje con el espíritu con que se coloniza ahora. Lo ideal sería concebir el aire libre, el matorral, como lo concibieron aquellos cazadores, esa etapa intermedia, casi idílica, en la que lo salvaje era nuestro hogar. No es necesario regresar a la caza, pero sí conveniente a los medios de los que se valían nuestros ancestros para retornar, así, a la que fue nuestra casa. Por un lado está la propuesta de Baptiste Morizot (Draguignan, Francia, 1983), que es heredera de las de Gary Snyder y Emerson, y por otro está la de las compañías de gas y petróleo.

Ya habíamos leído Salvaje, del mismo autor, donde se expone una propuesta de renaturalización, de resalvajización, creando sistemas pertinaces, y ahora vuelve para hablar en unos términos más individuales, para atenerse a la acción y emoción de cada uno. Monbiot ha emprendido varios viajes por lugares de América del Norte o Kirguizistán, y ha seguido las huellas de los animales más emblemáticos: el lobo, el oso, y un poco el leopardo de las nieves. Monbiot emprende, en esas búsquedas y en esas interpretaciones, un camino filosófico, en el que nos demuestra que la filosofía es una rama de la poesía: lo mejor es vivir como uno piensa, y pensar siguiendo otras huellas, las de Walt Whitman. En sus paseos semisalvajes irá descubriendo que las interpretaciones son magia, que esa combinación de etología y sociología de los animales, a la que llama ecoetología, es el territorio al que deberíamos aspirar, es salud, es un mundo auténtico. Mientras se va preguntando qué es la humanidad, en tanto que especie, en tanto que ha heredado tantas trabas y virtudes, encuentra que ser naturalista es poner la sensibilidad al día, es encontrar, descubrir, y que no se puede encontrar nada quedándose en casa para sólo salir al supermercado.

Monbiot considera que quien practique la actividad de rastreo intentará dominar la etiqueta de lo salvaje, conocer mejor las costumbres del otro, «las reglas de cortesía ecológica», protocolos que son sensatos sobre las actividades que practicamos al aire libre (pesca, senderismo, vivac, basura). De lo que se trata, al aprender todo esto, es de poder aplicarlo luego a la singularidad de cada encuentro. «Morizot nos propone explorar no sólo los confines de nuestro mundo, esos que tenemos tan cerca, sino los límites de nuestra legua. Para expresar el acto de la vida», nos dice Vinciane Despret en el prólogo de este libro, bellísimo, que pretende centrar la atención no únicamente en los seres, sino sobre todo en las relaciones.

lunes, 18 de diciembre de 2023

DESECHADAS

 

Desechadas

Roseann Lake

Traducción de Mari Carmen Boy

Altamarea

Madrid, 2023

305 páginas

 



En realidad, no se trata de que China tema a la mujer empoderada, como nos engaña un poco el subtítulo, sino de presentar a las mujeres algo extrañas que forman una parte de esta superpotencia, mueres marginales, pero que también son el motor y la gasolina. La periodista Roseann Lake, que durante cinco años vivió en Pekín, se interesa por las mujeres que permanecen solteras a una edad en la que ya deberían haber sido madres.  «Cuanta más formación tenga una mujer china, más difícil le resulta encontrar un compañero con el que pasar la vida», sostiene durante esta exposición de situaciones que van conformando una explicación sin que nos demos cuenta. El mundo toma un aspecto muy diferente allí, en una sociedad alejada, lo cual dará pie a lo que nos parecerán paradojas sociales y culturales, e incluso decisiones políticas paradójicas y, sin embargo, podemos reconocer algo universal en estos muros invisibles: «Más que una etiqueta, ser una mujer “desechada” significa vivir al margen de las normas convencionales; es una forma de pensar que existe independientemente de los grados, salarios, nacionalidades e incluso de la división entre rural y urbano.»

Lake conoce a varias mujeres en esta situación y entabla amistad con ellas. Tener veintiséis años y no contemplar visos de montar una familia las hará tan fuera de lugares comunes en su territorio, como personas interesantes para entablar una relación. La mentalidad personal se enfrenta a la tradición, en la que destacan las decisiones administrativas y los padres, que no cesan de presionar y llegan hasta a tomar la iniciativa en la búsqueda de pareja. Lake nos va exponiendo los recursos más habituales para llegar a conocer a alguien, que van desde lo familiar tradicional a las páginas web, así como las maneras de implicarse que sustituyen a la pareja oficial, como el papel que juegan las amantes, que contiene una aceptación y unos beneficios bien distintos a los que conocemos en el territorio occidental. Todo esto se está viendo afectado por una apertura que es consecuencia de conocer cómo funciona el resto del planeta. Lo cual hace que esta investigación esté muy viva, y Lake consigue transmitir esa intensidad de lo vivo a cada una de las páginas de este magnífico libro. Nos habla de otro mundo, de otro patriarcado, pero nos habla del patriarcado, de acervo popular y de superstición.

Mientras tanto va desplegando un estudio de la demografía y la sociología del país. Pero lo que más importa del libro, a nuestro juicio, es la manera en que Lake aborda el tema, consiguiendo mostrarnos la situación de sus amigas sin que tengamos la impresión de que los prejuicios de la autora, que deberían ser similares a los nuestros, interfieran en ningún momento. Hay sorpresa, pero no censura. Al fin y al cabo, lo que para ella es extraño, para otros es convencional. En buena medida, todo se trata de mantener bajo control la ubicación como periodista, y dejar que sea el lector quien llega a conclusiones. La única implicación que viene de su mano es la que se refiere a la amistad, a que le resultaría imposible no tomar partido por sus amigas si se viera en la tesitura de tener que tomar partido. Pero esas situaciones no se dan, porque sabe mantener la calma del observador atento, porque sabe cuál es la ubicación que le corresponde como testigo en un país en el que los habitantes están buscando su identidad. ¿Pero quién no está buscando su identidad? Reconocer esta búsqueda en los demás debería aportar humildad, o al menos la serenidad y entereza que Lake demuestra en este libro, en el que se impone el amor también al lugar, pues considera que la sociedad china está en marcha, que se están cerrando brechas de género y desafiando actitudes arraigadas.

jueves, 14 de diciembre de 2023

LOS HEREDEROS

 

Los herederos

Eve Fairbanks

Traducción de Juanjo Estrella

Península

Barcelona, 2023

478 páginas

 

 


Eve Fairbanks ha escrito uno de los mejores textos de periodismo que se pueden haber construido jamás, por su serenidad, por su elaboración, por su impacto, y el que tal vez sea el libro del año en nuestro país. A lo largo de más de una década, nuestra periodista vive en Sudáfrica y se interesa por los cambios que sucedieron en el país desde hace cincuenta años. Se trata de uno de los grandes asuntos que incumben a la humanidad: cómo ir desde un régimen de segregación, desde la desigualdad, hasta lo que sea que se pueda construir a continuación. Pero su interés no atañe a la política, a la enunciación en abstracto, a las cifras, sino al territorio de los que pisan la calle. La historia que estamos acostumbrados a leer no es la historia de la gente, y contra ese mal hábito está construido Los herederos. Fairbanks elige tres personas para elaborar la narración de estos cambios que, como dice uno de ellos, «se sucedían sin nosotros», para confeccionar un exhaustivo análisis sobre por qué es imposible que lleguen a mezclarse el agua y el aceite, o si en lugar de imposible no deberíamos calificarlo como improbable, porque nuestra voluntad también cuenta. A lo largo de las páginas flota la maldición de las castas, de los pisos con techos de cristal, de los estratos de poder incluidos los pequeños poderes que otorgan las costumbres, para dejarnos, como debe hacer todo buen trabajo de periodismo, con muchas preguntas. Nos quedaremos dudando si esta imposición de sedimentos, que se mantendrá a pesar de las decisiones y elaboraciones políticas, es una cuestión de fondo o una cuestión, como nos gustaría suponer, de carcasa.

Las personas cuyas vidas elige seguir son una madre y una hija nacidas en Soweto, en el núcleo de la marginación, que se rebelarán a plena potencia, y un muchacho blanco que presenta la mayor parte de las características del antagonismo frente a estas mujeres, y que también es beligerante en su causa. Fairbanks se expresa con una empatía que sólo puede ser fruto de la amistad, pues a todos les concede el privilegio de considerar que son gente de principios, y que estos les dictan que sus razones son de justicia. Y, mientras tanto, despliega todo un relato de historia contemporánea a través de episodios secundarios, que no pierden el pulso y nos resultan clarificadores: la vida no sólo es lo que elaboran nuestros personajes, también es lo que sucede a su alrededor y va tallando cada paso, la evolución del apartheid hacia algo que no conseguiremos definir y que nos deja, eso sí, con el malestar.

Los herederos es una obra escrita contra el reduccionismo, contra la costumbre de considerar que problemas complejos, tanto como cualquier conflicto que atañe a la conciencia individual y a la social, afectados por esos antónimos que son la cultura y la economía, requiere explicaciones simples. De hecho, Fairbanks no expone ninguna hipótesis y dejará que sea el lector el que se pronuncie. Ella, eso sí, ha facilitado todos los datos precisos para poder elaborarla y, lo que es más serio, la inquietud necesaria para que nos resulte casi imposible negarnos la necesidad de encontrar algún tipo de explicación. En el centro del análisis consecuente estaré el verbo desnortar: los cambios son tan graves e impactantes que nos lleva a preguntarnos a qué intereses se deben, porque de ellos sólo hemos ido conociendo un relato, el superficial, el que exponen los titulares de prensa. La verdad de lo que ha sucedido, de lo que está sucediendo, exige otro tipo de entrega que afecta a la psicología individual y a la psicología de grupo, al margen de todas las demás ciencias humanas, desde la sociología hasta la historia. Y también la literatura, porque la experiencia de lectura de Los herederos es comparable a la de cualquier obra de otro género, por sus recursos constructivos y su expresividad, que es deductiva y no formal. Siempre sin perder el centro de interés, el gran tema sobre el que Fairbanks elabora este libro, que atañe a la conveniencia de preguntarnos, como personas y como especie, en qué estamos equivocados y qué es lo que debemos seguir aprendiendo.


Fuente: Zenda

lunes, 11 de diciembre de 2023

LOS PLIEGUES DE LA CINTURA

 

Los pliegues de la cintura

Carlos Dada

Libros del K.O.

Madrid, 2023

252 páginas


 


Mantenerse en pie no quiere decir que uno no caiga tumbado ni decida sentarse, mantenerse en pie significa que se conserva la dignidad. Y leyendo las crónicas de Carlos Dada (El Salvador, 1970) recopiladas en Los pliegues de la cintura, uno no cesa de preguntarse cómo es posible que toda una región del planeta, Centroamérica, se mantenga en pie. Pero lo hace. Tal vez sea la dignidad de la derrota lo que nos llega, porque este mundo que recorre está lleno de perdedores, de los resultados de formas agresivas de vida y convivencia. Desde su periódico, El Faro, Dada ha denunciado la violencia en todas sus formas: institucional, militar y paramilitar, el narcotráfico, las pandillas, saqueos y asesinatos. En algún lugar de nuestra mente y de nuestra moral debemos ser conscientes de que el mundo no se reduce a esto, porque de lo contrario no podríamos sostenernos en pie. Sabemos que Dada no puede haber llegado sin compañía a esos territorios, y él mismo confiesa que necesita apoyo para desplazarse a ejercer la investigación de campo, y por tanto los acompañantes garantizan que la buena ética sigue presente en el lugar. Pero a lo que asistimos es a la impresión de tierra quemada, de paisaje después de la batalla.

Se trata de recopilar información que genere interés, que nos hable de lo que no sabemos, para garantizar que la mirada se vuelve hacia este trozo desfavorecido del planeta. Así se compone este libro, que es una suerte de puzle de tres dimensiones, un poliedro, del que sabemos que no saldremos indemnes, sin rasguños. «¿Cómo se le explica a un niño que esto tan bonito lo construyó un señor que ha confesado setenta y ocho homicidios?». La pregunta surge al final de la primera crónica, en la que se habla de asesinatos y de la salvación de especies animales. Y la respuesta de la entrevistada atañe a nuestra filosofía de reducir el cosmos para salvar pequeñas parcelas de belleza: «No tienen por qué saberlo. A nosotros solo nos interesan los animales». Animales, narcotráfico, corrupción política e institucional, presión económica, cualquier red de corte mafioso o persecuciones policiales estarán presentes en estos textos en los que, al contrario de lo que encontramos con frecuencia, al hablar de corrupción se menciona no solo a los corruptos, sino también a los corruptores. Dada se acercará a pequeñas poblaciones en países como Nicaragua o a Guatemala para comprobar qué queda de la masacre de la etnia ixil tras la Ley de Reconciliación promulgada hace cinco años. Nos hablará del ocaso salvaje que viven los responsables del crimen de Monseñor Romero, de la activista hondureña Berta Cáceres, asesinada en 2016, de las minorías rurales, de los indígenas, de los muros que se levantan para impedir el desarrollo. Buscará huellas de africanos en las rutas de emigración hacia Estados Unidos, para toparse con la miseria y reclamar, sin decirlo explícitamente, contra una de las mayores causas de injusticia, porque el tema de la injusticia recorre de manera transversal todas las crónicas, es sustrato y es energía. Nos habla de la desproporción de fuerzas en revueltas universitarias y la matanza consecuente, o la carnicería de Mozote en El Salvador, de su compatriota Roque Dalton o de las regiones en las que el narcotráfico se ha apoderado de cualquier decisión y gesto en cualquier escala.

Aunque estemos frente a un libro que nos presenta la violencia como forma de vida, lo que leemos es a un autor que sabe que se puede salir de esa violencia, y para ello es nuestro deber conocerla. El libro nos afecta como personas y nos atrapa como lectores. Es una lección de periodismo, en el sentido en el que el periodismo revela, pero no destruye, sino que aporta motivos para saber que si vivir es luchar, hay motivos para seguir viviendo, para seguir en pie.


Fuente: Zenda

MATAR A PABLO

 

Matar a Pablo

Mark Bowden

Traducción de Sandra Lafuente

Big Sur

Barcelona, 2023

360 páginas

 



En Medellín se organiza un tour oficial de Pablo Escobar, que incluye la visita al museo que lleva su nombre, a una tienda exclusiva de productos Pablo Escobar, por la zona de fuga, por sus lugares predilectos, algunas casas significativas y acaba en el cementerio. En la tienda se venden tazas y llaveros con su retrato, para que no caiga en el olvido esta figura, que tanto significó en medio planeta en las décadas de los ochenta y los noventa. En cierta ocasión, se dice, llegó a ofrecer al gobierno colombiano el pago íntegro de la deuda exterior a cambio de su total impunidad. Su fortuna se cimentó en el mercado de la cocaína, que damos por supuesto que llegó a controlar en un ochenta por ciento mundial. Pero no era sólo la droga y sus consecuencias lo que hicieron de él un mito, también ese dominio que llegó a tener de su entorno, a partir del uso de las armas, en lo más extenso, y de la misericordia, en lo más local. Es fácil encasillarlo como un criminal sanguinario, pero no tanto como el tipo que construía edificios para el bien de sus vecinos. En cualquier caso, es alguien del que siempre que nos hablan queremos conocer algo más.

Loving Pablo, la película de Fernando León de Aranoa, puede ofrecernos una buena puerta de entrada, y la serie de Netflix Pablo Escobar, el patrón del mal nos llevará a una profundización un poco mayor. Pero casi todo está contenido en esta crónica, Matar a Pablo, de Mark Bowden (Estados Unidos, 1951), que se lee como si la droga estuviera recorriendo nuestras venas, y nos sentara muy bien. Es una recreación tan intensa como atractiva de la vida de Pablo Escobar, aunque el motivo para describirla sea la iniciativa que se llevó a cabo desde los gobiernos de Estados Unidos y Colombia para acabar de una ver por todas con su vida. Los anteriores intentos de liquidarle o encarcelarle también quedan retratados, así como cualquier episodio significativo de su vida. Pero debemos aclarar: antes hemos dicho que casi todo está contenido en esta crónica, porque Bowden evita los conflictos descarnadamente humanos. No asistimos al Pablo enamorado o a la mujer desengañada. Aquí de lo que se trata es de galopar por los acontecimientos como quien los sobrevuela, pero sin privarse de cercanía. La recreación es minuciosa, una labor encomiable a partir de numerosos libros, entrevistas, artículos y documentos. Bowden se muestra como un auténtico especialista en dosificación de datos y momentos, en hallar secuencias de clímax, en mantener vivo el aliento del lector. El libro está confeccionado con mucho oficio y escrito al galope. Es otra de estas muestras de periodismo histórico que nos pueden acompañar en cualquier momento del día.

martes, 5 de diciembre de 2023

DELTA

 

Delta

Gabi Martínez

Seix Barral

Barcelona, 2023

440 páginas


 


Estos son algunos de los escritores de referencia de Gabi Martínez (Barcelona, 1971): Henry Beston, Roger Deakin, Wilfred Thesiger, Rachel Carson. La vida aislada en la naturaleza, el agua como lugar de bautismo constante, la convivencia con los habitantes de las marismas y la defensa del medio ambiente contra cualquier ecocidio. Cuatro mimbres con los que tejer esa cualidad que podríamos llamar tener buen corazón, lo cual puede ser un obstáculo para una vida regida por unos señores con mantequilla hasta las orejas que gobiernan el mundo con la sensibilidad de un psicópata. Eres un buen muchacho, pero no entiendes nada, es una sentencia que puede escuchan quien se rige por proyectos en los que se pretende rescatar lo único que nos salva: la dignidad y la belleza. Delta entra de lleno en este propósito, en esta literatura comprometida, construida sobre el sustrato de una duda constante: «¿Eres de confianza o no?». Si vas a traicionar a alguien, ¿a quién vas a traicionar? Pero no hay traición alguna en este relato de un año viviendo en una casa en el delta del Ebro. Y vivir significa convivir: con el agua, con la gente, con la naturaleza, con los ideales. Sólo existe una forma de expresar la intensidad de la vida y esta tiene que ver con querer. Gabi Martínez tiene tal cariño por en entorno que siente que vive en él, es decir, que será el entorno el que te vaya construyendo. En cuanto a los habitantes, los vecinos, la tribu, a la hora de participar en la vida con ellos se muestra respetuoso, y a la hora de expresarlo en negro sobre blanco, como autor, proyecta un cariño digno de los mejores novelistas.

Hay felicidad, y junto a ella van viniendo las ráfagas de las inevitables hermanas de la felicidad, que son la tristeza, la rabia o el conocimiento. Sabíamos que nos encontrábamos frente a un autor serio, en el sentido en que puede ser seria la serenidad, pero también frente a alguien con formación de periodista al que no le duelen prendas en reconocer su deseo de poesía, un deseo que nos atravesará incluso el físico: «Hay un nosequé atmosférico que distingue a cada espacio y basta con respirarlo para que cabezas distintas acaben pensando de una forma similar». Esa poesía sólo puede encontrarse en la naturaleza, a la que estamos unidas por magia, por encanto. Encanto viene del latín incantare, que significa cantar una fórmula mágica contra uno y para uno, y es sinónimo de hechizar. Pero Gabi Martínez pone los pies en tierra constantemente, y nos hablará de la mirada sobre el mundo que tiene los cultivadores de arroz o los ganaderos de toro bravo. Con ellos habla y a ellos escucha, siempre es cordial, porque está convencido de que la única fórmula que existe para resolver los problemas es el respeto, entender que los problemas no son conflictos en los que uno deba imponerse, sino resoluciones que surgen del diálogo. Aunque estará, eso sí, la administración como antónimo de vida, de querer. Basta con recordar la película Vivir, de Akira Kurosawa, para saber a qué nos referimos: un anciano decide luchar contra la plomiza, eterna y circular burocracia, a favor de una pequeña victoria de los desfavorecidos para convencerse de que la vida tiene sentido.

            Hay mucha reflexión acerca de los debates ecológicos, entre las formas de naturalismo, o convivencia intervenida con la naturaleza, y conservacionismo, o permanencia pura del entorno. Es inevitable en un viaje vertical, en el que no pasa zumbando por los sitios, sino que se aspira a integrarlos, a que lleguen a ser parte de uno. De ahí, también, la erudición, los cambios de centros de interés constantes, de lo informativo a lo narrativo, del conocimiento, que es memoria colectiva, a la memoria propia. Y todo con una habilidad para la escritura que hace que en ningún momento se pierda el pulso ni se vean las costuras. Da la sensación de que Gabi Martínez nació para escribir este tipo de libros, y nosotros no podemos sino entregarnos a esta literatura en la que destaca, por encima de todo, la sinceridad.


Fuente: Zenda

lunes, 4 de diciembre de 2023

LA INVENCIÓN DEL NORTE

 

La invención del norte

Bernd Brunner

Traducción de José Aníbal Campos

Acantilado

Barcelona, 2023

265 páginas



 

Si uno quiere mantenerse vivo en los tiempos en que llueven ladrillos de canto, el mejor consejo es huir de la basura a través los sueños. Los sueños no son un refugio, pero sí una ruta, un sendero, un lugar por el que trazar camino, un lugar lleno de huellas. Caminante no hay camino. No hace falta ser poeta ni tener privilegios de aristócrata para decidir que la vida puede regirse por los trazos de los sueños. Basta con ser un poco sensato para saber que los ríos incontaminados, las mejores canciones y los bailes de verbena, las conversaciones con amigos que te han hecho sonreír, el pan candeal y las películas de Chaplin nos fortalecen. También la soledad de los paseos por la naturaleza. No seremos derrotados mientras existan estas sendas. También los viajes al sur. Y si seguimos el espíritu de las bellísimas páginas que nos ha regalado Brend Brunner (Berlín, 1964), habría que añadir la invención del norte.

Este ensayo recopila la idea de cómo construir el norte a partir de mitos, leyendas, relatos, de modo que sólo cabe homenajear a una lucha estética, la que él lee a través de los siglos, y convencernos de que ese punto cardinal ha justificado la creación de vidas poéticas. Brunner transforma en poesía los contenidos geográficos, históricos, sociales, las inquietudes de la exploración y de la épica, las verdades y las mentiras, la ciencia y los deseos. Nos habla de la realidad o de las realidades que se han ido descubriendo a lo largo de cientos de años, desarrollando lentamente los episodios, entrando en ellos con ganas de descubrir lo hermoso, y nos enamora. Creíamos que el sur era el lugar al que se acudía para despertar en nosotros un espíritu romántico, pero descubrimos que el norte también tiene su magnetismo, desde los vikingos a los inuit, desde el anillo de los Nibelungos hasta el cambio climático.

Brunner trata de explicar lo que ha significado el norte a lo largo de nuestra historia, que es mayormente la historia occidental. Y entabla diálogos entre enciclopedias y narraciones, entre exploradores y creadores de lo fantástico, creando un libro que transmite erudición con encanto, por mucho que esto pueda parecer una paradoja. Estamos frente a uno de los mejores ensayos que podremos leer este año, un libro que nos invita a conocer más de dónde venimos y qué nos ha construido. Y del que quisiéramos leer versiones referidas a los demás puntos cardinales. Brunner ha conseguido transformar el norte en un anhelo para los sentidos.

viernes, 1 de diciembre de 2023

MOZAMBIQUE

 

Moçambique

Ricardo Martínez Llorca

Villa de Indianos



 

A vista de pájaro, el Sáhara es un territorio que, en tiempos prehistóricos, fue arrasado por una horda de dragones en vuelo bajo. El ejército pasó a fuego medio continente antes de ir a fallecer al confín del mundo, hundido en ese precipicio sin fondo que conduce al último hogar de la derrota. En un momento hubo vida y un día, de repente, todo lo que pudo ser verde había desaparecido. Solo algunos animales, los más salvajes, los más finos, como el escorpión con el cuerpo de melaza o el escarabajo que engendró el sueño de Kafka, fueron capaces de sobrevivir sobre el páramo vacío, donde la soledad es la primera ley y ver salir el sol cada día un regalo con sabor a condena.

Moçambique no es un libro de viajes al uso. Ricardo Martínez Llorca recurre a sus vivencias y recuerdos para presentar la vida en este país del sur de África, donde el tiempo transcurre a otro ritmo y sus gentes aprenden a buscarse la vida en un mundo que se ha olvidado de ellas. Moçambique no solo es un retrato desnudo, también observamos en sus páginas el peso de la tradición y el impacto que tiene la luz en los viajeros que se adentran en sus ciudades.

Ricardo Martínez Llorca (Salamanca, 1966) ha sido profesor, ilustrador, traductor y aficionado al alpinismo y a los viajes. Colaborador de Zenda, fronterad y Culturamas, descubrió tarde la vocación literaria y comenzó a escribir con el mismo instrumento con el que antes dibujaba: el lápiz.

Es autor de Tan alto el silencio (finalista del Premio Tigre Juan), El paisaje vacío (Premio Jaén), El carillón de los vientosEva en los mundosDespués de la nieveLuz en las grietas (Premio Desnivel), Atlas del camino blanco e Hidrógeno, entre otras obras.















jueves, 30 de noviembre de 2023

TAR

 

Tar. Una infancia en el medio oeste

Sherwood Anderson

Traducción de José Luis Piquero

Pre-textos

Valencia, 2023

330 páginas

 

 


Lo más difícil que nos va a suceder en esta vida serán trances en los que nos veamos solos. Aprender también. La soledad es un dolor del que se aprende mientras uno está en la travesía, pero genera recuerdos capaces de nutrir los mejores relatos si caen en manos de un buen narrador. Y Sherwood Anderson (Ohio, 1876 – Panamá, 1941) lo era. En esta obra, poco conocida en España, vuelve a demostrarlo. En esta ocasión valiéndose de un alter ego, lo cual le permite recurrir a la tercera persona y a un narrador omnisciente, que cuando es preciso se lanza fuera del camino del protagonista para acompañar a otros personajes, como al padre de Tar, nuestro muchacho, que es un tipo desnortado, un vividor de provincias, alguien cuya cordura está, por propia voluntad, en la cuerda floja. El resto de la familia se limita a cumplir las expectativas que se esperaban en ese ambiente, en esa época, finales del siglo XIX, como la madre dócil y servil.

Así las cosas, y partiendo del presupuesto de que no fue feliz, o no fue todo lo feliz que un niño y un adolescente debería merecerse, el protagonista de nuestro relato debe buscar con qué compensar la realidad, y esa herramienta, la que le acompaña en el aprendizaje, será la imaginación. En realidad, estamos en una obra en la que lo opuesto al sudor, que rige la vida cotidiana, será un deseo romántico. A partir de ahí se elabora una educación sentimental que Sherwood Anderson ha dispuesto en cinco etapas, cada una de las cuales viene representada por episodios significativos: la naturaleza hecha de las pequeñas cosas, las pruebas de valor, el primer contacto con la muerte, el enamoramiento platónico y la pérdida de la ilusión.

Nuestro protagonista, Tar, es un crío hipersensible, y esa sensibilidad, que le obliga a mostrarse en esta vida más como un observador que como un actor, genera la atmósfera del relato, tierna a la vez que contundente. El entorno será extraño, y dentro de él se debatirá acerca de qué es la dignidad y qué es la indignidad, esa esencia vital, al menos a la hora de entablar un relato, que un niño no sabe definir. A medida que va creciendo, este muchacho de pensamiento lento, imaginativo, seguirá exponiéndonos que es incapaz de entender cuáles son los engranajes y el aceite con que se mueve el mundo: «Un escritor está bien escribiendo y un contador de historias está bien contando historias, pero ¿qué pasa si lo pones en una situación en que tiene que actuar? Esa persona siempre hará lo correcto en el momento equivocado y lo incorrecto en el momento preciso».

Condenado a equivocarse, Tar intentará abrirse un poco de camino repartiendo periódicos y soñando con el número de periódicos que debería repartir para almacenar dinero suficiente como para poder casarse con una niña de clase alta. Quiere salir de la pobreza y esto condicionará su aprendizaje a lo largo de la segunda mitad del relato. En ese tiempo, la duda que le acompaña es la de si debería ponerse nervioso. «Mi imaginación es un muro entre la verdad y yo», confiesa Anderson en el prólogo. Pero este muro no aparece por ninguna parte, al menos no como lo que consideramos que es un muro, es decir, como gran obstáculo. La narración fluye y acompañaremos con facilidad a nuestro muchacho en una infancia y adolescencia en la que no dejamos de reconocer dudas y luchas como las que pudieron existir en la nuestra. Eso sí, desde el principio de esta gran obra se nos advierte acerca de qué nos vamos a encontrar, con una de las primeras frases más complejas que hemos leído en años y que nos dejará el pensamiento temblando: «La gente pobre tiene hijos sin exaltarse mucho».

miércoles, 29 de noviembre de 2023

ESPÍA DE LA PRIMERA PERSONA

 

Espía de la primera persona

Sam Shepard

Traducción de Mauricio Bach

Anagrama

Barcelona, 2023

100 páginas

 



«Hay momentos en que no puedo evitar pensar en el pasado. Sé que es en el presente donde hay que estar. Siempre ha sido el sitio en el que estar. Sé que gente muy sabia me ha recomendado permanecer en el presente el mayor tiempo posible, pero a veces el pasado se presenta sin previo aviso. El pasado no aparece por completo. Siempre reaparece por partes.»

El problema es ser memoria o ser lo que nos permita la memoria. Parece que debemos solicitar algún tipo de acuerdo con ella, parece que debemos pedir permiso a nuestra memoria para poder seguir actuando, siendo lo que sea que somos en el presente. De esto trata este libro póstumo de Sam Shepard (Fort Sheridan, Illinois, 1942 - Midway, Kentucky, 2017). Escritor, músico, guionista y actor, Shepard no deja de sorprender mientras sigue siendo sencillo. Recurre a la frase corta para elaborar unos textos breves que transmiten emergencia, pero no premura: hay nervios por la necesidad de expresarse, en tanto que mantiene la idea de que esa memoria, la que no nos permite congraciarnos siempre con el presente, también puede ser un lenitivo. De hecho, iguala las estampas del presente con las imágenes que se le imponen desde el pasado, y con algún apunto ocasional más o menos existenciales, con dudas acerca de quiénes somos y de dónde venimos.

Todos los átomos de tu cuerpo pertenecen al azar y a la mirada. Refugiado en el uso de la segunda persona, Shepard trata de dirigirse al yo como singularidad y como protagonista de hechos que deben ser compartidos. Así se maneja con una libertad semejante a la de los sueños, saltando por instantes significativos, por fragmentos, como si nos advirtiera de que esta es la forma en que puede entenderse en mundo, el trozo del mundo que hemos conocido, al final de la existencia. A medida que vamos avanzando en la lectura de esta hermosa reflexión, se nos presenta le memoria como un acto más y más frágil, en el que persisten constantes, como el sur de Estados Unidos, ese que se caracteriza por el desierto, por las serpientes de cascabel, por el polvo y por el sol. Y también por los inmigrantes. El desierto siempre ha sido el lugar simbólico que representa la soledad, la contemplación, la angustia y la sed. Por eso es inevitable reconocer que ha sido parte esencial de nuestra formación. Y Shepard es consciente de ello, mientras nos demuestra que literatura e inocencia son valores simbióticos.