Krakauer
esencial
Jon
Krakauer
Traducción
de Ton Grass y Alberto Delgado
Geoplaneta
Barcelona,
2020
206
páginas
La
locura es pensar que lo importante es morir lo más tarde posible. Lo
importante, a lo que deberíamos consagrar nuestros días, es a cómo vivir. De
eso trata el primero de los artículos que participan en esta selección y que
ahora nos regala Geoplaneta. Y el centro de interés será el surf en grandes
olas, una de las actividades a las que se consagran aquellos que para unos
serán valientes y para otros estúpidos, pero que no puede evitar quien posee un
mapa genético que reclama algo que puede ser equilibrio o embriaguez. Krakauer
nos habla de las leyendas y de convertirse en leyenda, mientras elabora un
elogio dionisíaco de los personajes. Krakauer vuelve a idealizar, sí, y vuelve
a no tener la impresión de que está idealizando. Pero para nosotros este
detalle no es relevante. Lo que destaca es la pasión, lo que valora es la lucha
por no estar muerto en vida.
A
continuación, irá desgranando algunas de sus otras debilidades y algunas de sus
cualidades como escritor. Por ejemplo, la propuesta de reunir periodismo y geología,
mientras nos habla sobre los peligros potenciales, al narrar una ascensión al
monte Rainier. O el aterrizaje en la realidad, mientras nos comenta la
situación actual de las grandes expediciones comerciales al Everest, obviando a
los clientes y humanizando a los sherpas, que trabajan y sufren. O la
exposición de la espeleología como una enfermedad mental, entablando
paralelismos entre ésta y la búsqueda de vida en marte: ni en lo más profundo
de las grandes cuevas ni en el planeta rojo resultará sencillo investigar.
También
volveremos a sus afanes, entre los que se encuentra la escalada, y a sus
miedos, casi denuncias, como al combinar la escalada con los abogados, tal y
como se entiende la abogacía en Estados Unidos, al recordar y tratar de resolver
un accidente de montaña en que se ve involucrado el mismísimo Jim Bridwell, un
escalador legendario. El sentido de la culpa, nuevamente, de la culpa que uno
puede intentar ignorar y de la que uno debería sentir, regresa a los escritos
de Krakauer. Incluso, en cierta medida, a cuentagotas, está presente en su
retrato de un parque nacional de Alaska que pretende mantenerse inmaculado. Por
no hablar de los sangrientos negocios de terapia en la naturaleza, casos que ha
investigado y que llevaron a adolescentes hasta la muerte.
El
libro termina con dos maravillosos perfiles: el de un arquitecto diferente, que
no pretende deslumbrar sino ser funcional y de ahí extraer belleza, un tipo
sensato y natural; y el de un escalador maldito, que es un reclamo contra el tedio
y las convenciones, y que presenta el reverso del arquitecto, una versión
humana de la determinación y la obsesión. Todo para configurar un libro que se
puede leer sin levantarse del asiento. Otra experiencia grata, otro buen viaje
para el hombre inmóvil.
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