Máximas y pensamientos de Napoleón
Honoré
de Balzac
Traducción
de Hugo Savino
Mármara
Madrid,
2020
112
páginas
“Esta recopilación de axiomas será sobre todo el código de los poderes amenazados: nadie mejor que Napoleón tuvo el instinto del peligro en materia de gobierno”, escribe en el prólogo, en el que también da cuenta de la franqueza que le caracterizaba: “glorificó la Acción y condenó el Pensamiento”.
La
selección posee un cierto rigor cronológico, pues nos transmite la evolución
del personaje. En alguna de las primeras máximas (pues son más esto, una
imposición de las ideas que un pensamiento, una resolución de las reflexiones)
aparecen atisbos de identificación con el pueblo; pero rápidamente pide un
absolutismo, un despotismo, y se entrega a él. Y esta solución de gobierno se
impondrá por medio del sable. Napoleón aboga por la acción, que empieza
definiendo a través de la revolución, luego hace apología de la guerra para
terminar definiendo sus estrategias de gobierno. El libro termina con algunas
sentencias escritas en Santa Elena, durante el exilio, en las que la melancolía
que da veladísima, pues continúa imperando el deseo de poder o, para ser más
exactos, el deseo de dominio. El libro es un acierto en cuanto a la definición
del militar francés, y por momentos nos demuestra que su inteligencia no estaba
dedicada en exclusiva a los términos bélicos: “La mayoría de los sentimientos
son tradiciones”, escribe, y nosotros nos quedaremos meditando sobre los
mismos, sobre cuánto de lo que nos emociona nos ha sido impuesto por motivos
geográficos: ¿de verdad lo que nos pone la piel de gallina es lo aprendido, lo
exclusivo de nuestro entorno social?
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