En tierra ajena
Exilio y
literatura desde la “Odisea” hasta “Molloy
Josep
Solanes
Acantilado
Barcelona,
2016
326
páginas
“Numerosas
son las especies que han organizado en colectividades la vida de sus miembros:
van desde las de los insectos sociales hasta la humana. El hombre es un animal
social, uno entre tantos. La manera como dispone de la socialidad es, sin
embargo, única.
“…
Las sociedades que forman se distinguen, entre otras cosas, por la parsimonia
con que ellas se aplican la socialidad. Se la escatima, se la dispensa
meticulosamente, quizás porque se le da un valor extremo que, como todo lo que
cuesta mucho, hay que administrar con avaricia. En todo caso es en ellas que se
dan en mayor número las exclusiones y se dispone de más variados modos de hacer
efectiva la segregación (…) ellos son los que han inventado las castas, los
guetos, las cárceles, la marginalidad, las deportaciones, el exilio, las
“desapariciones”.
“(…)
“Hay
una forma de rechazo, el exilio (…) El exiliado es el paradigma del hombre. Se
considera a los exiliados como hombres por excelencia, y son muchos los pueblos
que hacen remontar su linaje hasta algún real o fabulosos exiliado. Es decir,
la sociedad rechaza a los que se desvían dl modelo escogido para todos, y, una
vez ahuyentados los que se desvían, se declara que son ellos precisamente
quienes representan a todos”.
Así
comienza este ensayo de Josep Solanes, (Pla de Santa María, 1909 – Valencia,
Venezuela, 1991), con esta aporía sobre el exilio y el sentimiento de ser
humanidad. Josep Solanes se exilió a Francia tras la Guerra Civil, hasta que en
1949 se instaló en Caracas, donde se convirtió en un referente de la
psiquiatría. Sus trabajos literarios, sus ensayos, concernían a la herida
abierta que es la figura del exiliado. Como ejemplo más representativo está
este volumen, En tierra ajena, en el
que se habla de aquello que se deja atrás, de la nostalgia inevitable, ya
sustrato de la existencia del exiliado. Pues no son solo las tierras y las
gentes lo que se abandona. También todo lo aprendido, las costumbres, los
códigos, lo que servía para comunicarse con el vecino y con el desconocido.
Todo eso es una materia inservible que se encierra en los cajones de la
melancolía. De ahí esa necesidad de este hermoso texto sobre la realidad del
exiliado, tomándose, sin pretenderlo, a sí mismo como referencia, para elaborar
un mapa de la condición humana, en la que el exiliado es paradigma, por ser
social y por ser, inevitablemente, individuo dentro de una sociedad que no es
la suya, es decir, la de su infancia.
“¿Conclusiones?
No concluimos: sólo el libro concluye. Lo vemos como a una nave de la que vamos
a desembarcar. Anclada en el puerto quedará la nave: el agua que la estuvo
soportando seguirá corriendo”.
Con
esta epifanía hacia la condición del exiliado como hombre que busca unas
respuestas que no existen, Solanes cerrará este ensayo sobre las raíces, sí, pero
sobre todo sobre la experiencia vital. La condición de exiliado no tiene por
qué ser únicamente geográfica. Pero sí es, en la mayoría de las ocasiones,
consecuencia de una guerra. Y hay muchas formas de batalla, tantas como
unidades de vida.
Fuente: Culturamas
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