Monteparia
Juanjo
Garbizu
Diëresis
Barcelona
198
páginas
Pretender
que un libro de autoayuda sea universal es un enunciado que presenta, cuando
menos, una aporía. Resolver que uno debe ser transparente, exponiendo la
fórmula que le ayudó a alcanzar no ya la felicidad, sino un grado de vitalidad
como para llamar a su paso por el mundo, es una empresa que, aunque suene
antiguo, tiene mucho de noble. Sin esconderlo, eso es lo que pretende Monterapia. Su autor, Juanjo Garbizu,
(Donostia, 1961), es un andarín aficionado a la montaña. En el libro nos narra
sus experiencias en varios continentes, sus pasos por montañas pequeñas y
holladas, así como por los lugares mágicos que pertenecen a las leyendas de los
viajes.
El
libro expone como metáforas lo que pertenece en concreto al mundo de la
montaña. Así, por ejemplo, todos cargamos una mochila. De hecho, al final todos
terminamos rompiéndonos por la espalda, que donde acarreamos la mochila. Pero
al mismo tiempo, expone rituales que se atribuyen al mundo de la espiritualidad
al realismo de una etapa en el monte: el retiro, la soledad y la compañía, la
pureza, el descubrimiento, la orientación, a austeridad, la lentitud o la
economía del tiempo, el aprendizaje o la autosuficiencia.
Sin
ambages, Garbizu toma partido por el paisaje contraponiéndolo al mundo digital,
por el caminar frente al sedentarismo. Y por encima de todo, aboga por la
resiliencia, algo que a él le ha dado sus frutos. No esconde que uno debe
adaptar sus ansias en la montaña a sus limitaciones, pero cree en la superación
personal tanto como en la falsa felicidad de la tarjeta de crédito. La
expresión que él utiliza es la montaña. Es difícil encontrar un escenario que
signifique libertad con tanta fortaleza. Ni siquiera el mar, sobre el que no es
posible desplazarnos, ni el cielo al resultarnos imposible volar. Tal vez el
bosque, el santuario de las hadas, sea lo único comparable a la montaña. Pero,
por norma general, ambas cosas suceden a la vez. La montaña es cumbre y la
cumbre es desnuda, pero también es valle y el valle es fértil, es bosque.
Hay
en Monterapia un cierto espíritu
reaccionario, en el sentido más literal del término: Garbizu cree que las cosas
eran mejor antes que como son ahora. Los ejemplos en que se ampara son
indiscutibles. En buena medida, el ecologista puede ser progresista en lo
social, pero en lo que toca a la naturaleza es reaccionario. Nadie negará que
antes había más espacios para el hombre libre, para el buen salvaje, para la
naturaleza. Y por naturaleza entiende el lugar donde el hombre es más creativo
que racional, más intuitivo que inteligente, más corazón que cerebro. Ese
hecho, el de la creatividad, independientemente de la altura de la cima, es lo
que definirá la buena experiencia del monte como terapia. Si uno se siente
creativo, bueno en el buen sentido de la palabra bueno, es que está en la
montaña adecuada.
Fuente: Culturamas
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