Los monstruos que ríen
Denis
Johnson
Traducción
de Javier Calvo
Literatura
Random House
Barcelona,
2016
222
páginas
Han pasado
once años desde que Roland Nair, agente secreto escandinavo pero que viaja con
pasaporte estadounidense, pisó por última vez las abarrotadas calles de
Freetown, Sierra Leona. Nair ha sido invitado por un viejo amigo africano,
Michael Adriko, presunto mercenario que, gracias a sus truculentos negocios, le
hizo ganar una fortuna durante la guerra civil que arrasó el país en los años
noventa. Nair espera que Adriko tenga un nuevo plan para hacerle rico, pero
detrás de la invitación solo parece esconderse la próxima boda del africano con
una estudiante norteamericana llamada Davidia. Junto a ella, emprenderán un
viaje hacia Uganda, la tierra natal de Adriko, para que su clan acepte a su
prometida y puedan casarse, pero los tres lo hacen cargados de secretos que no
están dispuestos a compartir.
Una vez que sabemos de qué trata la novela, no caben sino
preguntas. La primera habría que hacérsela al autor, Denis Johnson, que cambia
de registro de una manera asombrosa de su anterior Sueños de trenes, una pequeña obra delicada y sobria, a un cóctel
en el que está presente algo de Graham Greene y sus espías oxidados, de novela
itinerante, de régimen de aventuras y de la incapacidad que tenemos, vayamos
donde vayamos, para encontrar nuestro sitio. A no ser que aceptemos que ningún
sitio es el nuestro, lo cual, según un proverbio chino, es el último paso de la
sabiduría, el que viene después de considerarnos ciudadanos del universo. Por
otra parte, Los monstruos que ríen es
una novela en la que las secuencias se suceden sin que cese la actuación:
siempre le está sucediendo algo al personaje principal. Con la fortuna de saber
montar una novela, esos recursos estructurales, esos personajes dibujados con
tres adjetivos, esa dosificación de acontecimientos y la arrogancia confundida
con la dignidad, ningún lector perderá el tiempo si comienza a leer esta
novela.
Pero no son esos los motivos por los que la traemos aquí.
Existe otro nivel de lectura que es el más interesante. Esta novela sucede y
solo puede suceder en ciertas regiones de África, desde Costa de Marfil a
Uganda, pasando por el Congo. Todo lo que tiene lugar allí condiciona la obra:
los únicos hoteles seguros son los que cobran como si fueran de lujo pero
racionan la electricidad; el vodka se vende en sobres como las muestras de enjuague
bucal; los retirados pilotos de Europa del Este se venden al mejor postor para
acarrear en sus aviones cualquier cosa con la que se pueda traficar; el
interior es una mancha llena de sangre donde desaparecen los cadáveres en la
selva; nadie va allí con un propósito limpio, con un afán comercial que no
saque réditos de la explotación, basten los diamantes de sangre a modo de
ejemplo. Esta novela está condicionada por toda esa denuncia. No nos gustaría
que esa labor documental, en la que Johnson demuestra ser un genio, quede
eclipsada por las frases propias de la crítica literaria:
«Un thriller de espionaje y contrabandistas difícil
de encasillar por lo bueno que es.» New York Magazine
«Algunos dicen ahora que
Denis Johnson es uno de los mejores autores norteamericanos de ficción, cuando
eso ya era algo obvio en 1986.»
The Guardian
The Guardian
«La obra de Denis Johnson
es mordaz; a un tiempo trascendente y violenta, de un estilo inconfundible.»
The Wall Street Journal
The Wall Street Journal
«Las frases de Johnson
siempre han sido brillantes, pero en este caso particular es en los
intersticios, en las zonas grises de la historia, donde realmente sobresale.»
Los Ángeles Times
Los Ángeles Times
«Un thriller de espionaje de uno de nuestros
escritores más compasivos y posiblemente la mayor prueba de que se trata
asimismo de uno de los más versátiles.»
GQ
GQ
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