Suroeste You
José
María Martín
Bandaaparte
Sevilla,
2016
93
páginas
Nos
ha tocado vivir una época sin héroes ni grandes traidores. El perfil de los
hombres de prensa no puede ser más bajo, pues ninguna fotografía arroja al aire
un nuevo Espartaco ni al Borgia de turno. La vida anda tan a ras de la calle
que no nos queda sino el convencimiento de que lo que estamos viviendo es lo
que viene de América de Norte, incluidos los Road Movies y Raymond Chandler, como si nunca hubiera sucedido
Alonso Quijano ni los detalles de lo cotidiano de Chéjov. Pero ni el director
de Thelma y Louise alcanzará la
gloria de ser crucificado, ni los acólitos de Chandler evitarán que de vez en
cuando nos arranquemos con un bostezo. Tampoco debemos culparles por ello, dado
que esta es una época difícil para la fascinación. Ahora se dispara con la
escopeta demasiado cargada contra el que pide una mísera reforma legal, como si
se tratara de un resistente de la Guerra Mundial frente al pelotón de
fusilamiento. No existe un auténtico baremo de talla moral, de ahí que las
obras literarias que mejor describan nuestra época son aquellas, precisamente,
en las que tal ausencia es el eje del tema: cuando el autor está próximo a
llegar a una conclusión ética a través de sus personajes o la voz del narrador,
de repente se echa para atrás.
Suroeste you no
esconde sus fuentes. Todo comienza en un desguace donde las marcas de coches a
punto de ser descuartizados las reconocemos gracias a las pantallas de cine y
televisión. Las historias van a transcurrir por escenarios que ya hemos
visitado, cuyo enunciado basta para crear la imagen de esta obra en movimiento.
Existe cierta obsesión por los lugares concretos y por los momentos concretos,
una precisión que ayuda a José María Martín (Córdoba ,1980) a exponer su
apuesta por el Road Movie y la
literatura americana, y el consuelo más presente en la narrativa de Estados
Unidos, que es la música. Para las historias que componen este libro, es
imprescindible el movimiento, la carretera, el viaje. También los amores
imposibles y su consecuencia más lógica, que es la soledad. Esta soledad puede
suceder en la ciudad con más habitantes por metro cuadrado, como Tokio, donde
todo es posible por el hecho de que la gente no se conozca.
Las
llanuras del desierto de Texas y la avenida principal de Las Vegas son una
sucesión de tópicos con los que un padre se desencuentra, mientras busca a su
hija. Pero Las Vegas es uno de los mejores lugares para sacar a la luz la
miseria de los recién llegados, aunque sean los propios americanos. Por
contraste, el viaje siguiente nos conduce por las dehesas de Extremadura, que
no vaticinan un futuro, sino que facilitan los recuerdos. Lo más alejado de
nuestro país que quepa concebirse es una península rusa a la que llega un
hombre con intenciones de renacer, viviendo en dos herrumbrosos contenedores de
barco. Y de nuevo retornamos a las conocidas líneas de asfalto de la costa de
California, donde en su viaje el protagonista se cruza una y otra vez con la
misma persona y, en esta época sin héroes ni traidores, solo le cabe sentir
recelo. Aunque el gran sueño del viaje, ahora que todo el mundo ya está
explorado, es el viaje al espacio, el viaje a la luna, que un padre decide
sustituir por otro al alcance de su bolsillo para que lo disfrute su hijo: de
nuevo en coche, emprenden viaje al lugar del desierto donde se hizo estallar la
primera bomba atómica, como si se dirigieran a un parque temático, con una
frialdad inusitada.
Estos
viajes están acompañados por apuntes y microrrelatos, con datos que luego irán
apareciendo en cada uno de los viajes que emprenden los protagonistas. Escrito
con una prosa muy limpia, escueta, sin alardes, es decir, con estilo, y editado
con mucho esmero por crear un producto que satisfaga tener entre las manos, lo cual
beneficia las ganas de leer el libro, Suroeste
you es una obra que circula sobre el eje de que el movimiento supone
soledad, cuando estamos acostumbrados a que el solitario se debería parecer al
anacoreta retirado. Una propuesta a la que, tal vez, el autor podría seguir
dándole empuje. Pero esto último es un comentario de orgullo de lector, no una
crítica.
Fuente: Culturamas
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