Larvas
Tamara
Silva Bernaschina
Páginas
de espuma
Madrid,
2025
101
páginas
Siempre
habrá tiempo para entonar el canto melancólico: «Estos, Fabio, ¡ay dolor! que
ves ahora, campos de soledad, mustio collado, fueron un tiempo Itálica famosa».
Mientras tanto, no nos queda más remedio que seguir naciendo. En ello estamos. Cuando
uno ya está plenamente de cuerpo presente en este mundo y vuelve a nacer, es
porque ha pasado por el proceso de la crisálida. Antes de ser crisálida, somos
larvas, seres con potencial, con autonomía, pero todavía sin formar. Es posible
que ahí esté la pequeña sabiduría de Tamara Silva Bernaschina (Minas-Uruguay,
2000) en la escritura de este libro de relatos: darse cuenta de que nadie acaba
de estar formado, completo, de que hay que renacer y que renacer es algo que
supone mucho esfuerzo. De hecho, no lo consigue casi nadie.
El
motivo por el que no terminamos de fraguar ese acto tan necesario es el mismo por
el que se mueve casi todo en este planeta humano: el miedo. Silva Bernaschina
lo sabe, y nos va dejando en el paladar, a medida que leemos, la sensación de
que ese es el sustrato de la obra. Hay un miedo esencial, un miedo vital. Porque
el miedo no es nada concreto, pero sí se relaciona con algunas otras emociones
primarias, que no tienen porque ser agradables, claro está: «Porque las
cicatrices dan asco. Y el asco es algo que se aprende temprano». De hecho, se
aprende demasiado pronto, tanto como para que dé miedo traer a nuevas criaturas
al mundo.
«—¿Y
las yeguas son las que huelen?
»—La
muerta, sí.»
Estamos
frente a un libro de relatos escritos visceralmente, que pretende transmitir
más sensaciones que impresionar por otros recursos. El planteamiento puede
resultar sencillo, pero lograrlo no lo es tanto. Se recurre a la frase corta, a
la que ya reconocemos como propia de la descripción de seres feos, de deformaciones
y de condenas. Las relaciones entre personajes son de carácter inmediato y su vida
se reduce a un solipsismo emocional. Uno se va preguntando si quienes habitan
en el mundo que nos muestra la autora podrán algún día formarse, salir de su
condición de larvas. Porque, en realidad, nosotros no querríamos vivir en ese
mundo, y no sabemos bien si los seres que Silva Bernaschina crea se avienen a él
porque no les queda más remedio o si ni siquiera se dan cuenta de que no les
queda más remedio que vivir en él.
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