martes, 28 de enero de 2025

TAL VEZ VIAJAR

Tal vez viajar

Ricardo Martínez Llorca

La huerta grande

262 páginas



Tal vez viajar es un homenaje y un lamento, una muestra más de que el amor, también el amor por el viaje, es un conflicto entre la realidad y el deseo.
A uno le hubiera gustado pasarse la vida viajando, pero el viaje no tiene sentido si no viene acompañado de belleza, y la belleza viene definida por lo que importa, que es la amistad, que es la solidaridad.
De nada sirve salir de viaje si uno no se da cuenta de que la travesía de la vida supone un aprendizaje en querer y en ser querido.
Tal vez viajar clama contra el viaje que sirve para figurar en redes e indaga, tras muchos años de su autor moviéndose de acá para allá con bajo presupuesto y mucho tiempo de reflexión, sobre qué es lo que nos puede salvar del turismo y el dolor del turismo.

sábado, 25 de enero de 2025

ANARQUÍA PARA JÓVENES

 

Anarquía para jóvenes (y para los que no lo son tanto)

Carlos Taibo

Libros de la Catarata

Madrid, 2025

126 páginas

 



Un día Robin Hood decidió refugiarse en el bosque, pero eso que parecía una huida no consistía tanto en esconderse como en crear una nueva sociedad. Allí reunió a un grupo de proscritos, cuenta la leyenda, con todas sus familias, y crearon una comunidad resistente. Todo se gestionaba entre ellos. La escala de las decisiones sólo podía ser humana, porque todos se conocían y todos se querían. Al fin y al cabo, les había reunido un malestar común, la persecución y el acoso de un tirano. Refugiados en el bosque, que convirtieron en su territorio, se encontraban a salvo y aunque Robin Hood tuviera las características de un líder, sobre todo en la batalla, cada voz era escuchada y cada decisión que se tomaba tenía que ser aprobada por la mayoría de la tribu. Podríamos interpretar esta leyenda como la primera experiencia popular e intencionada de socialismo libertario, o comunismo libertario o comunidad anarquista, que se lleva a cabo en Occidente. Es una leyenda, pero el fundamento es el bienestar, es generar bienestar convenciéndonos de que es posible una civilización, una sociedad, amable, de escala humana.

Carlos Taibo (Madrid, 1956) lleva años solicitando permiso para exponer que este tipo de sociedades son posibles. Ahora vuelve a indicarlo con este ensayo pensado en cómo explicar este tipo de sociedades a los jóvenes, pero cuyas garantías de comprensión se extienden mucho más allá. No está mal revisar en qué consiste en anarquismo en un momento en que se da por supuesto que la sociedad no puede ser otra que esta, dividida en Estado y gobernada por la avaricia de una economía capitalista que no tiene freno. Taibo divide el ensayo en tres partes: una consideración general del proyecto anarquista/libertario, que ocupa el grueso del volumen; unas reflexiones y observaciones sobre la juventud, que no dejan de ser subjetivas y cariñosas; y unas conclusiones en las que se incluyen las principales reflexiones que se han ido gestando a lo largo del libro. El lenguaje es, como siempre en este autor, divulgativo, claro y sencillo, lo cual equivale a decir que su elaboración está bien fraguada. No es fácil escribir sin caer en la oscuridad.

Taibo atiende a cada faceta en un capítulo corto, aunque a lo que mas importancia irá dando será a factores ecológicos, a la autogestión, a la dimensión social y colectiva. El anarquismo, sostiene, cuestiona la jerarquía, rechaza todas las formas de dominación, defiende cabalmente la igualdad y contesta a lo que significa la propiedad privada. El anarquismo supone apoyo mutuo, democracia participativa y construye una sociedad emancipada producto de la libre decisión de las personas. Para ello es preciso convencernos de que el Estado es un sistema de distribución del poder que siempre beneficia a unos privilegiados. De ahí que Taibo se refiera constantemente a cuestiones éticas, que son las más abandonadas por la política actual y las corrientes mediáticas, que la limitan a la corrupción, algo inherente al Estado, como es inherente el latido al corazón. Sus ejemplos sobre los beneficios y las dimensiones humanas de la sociedad anarquista (o libertaria, pues usa ambos términos como sinónimos y lamenta la apropiación que de este segundo hacen políticos salvajes, como Milei) son constantes y atienden a momentos históricos, pero también a situaciones comprometidas en las que el pueblo tuvo que organizarse al margen de las autoridades, y este pueblo suele ser el pueblo humilde. La renuncia a los tópicos es una de las apuestas de divulgación de nuestro autor, que nos sugiere que desde hoy mismo se puede empezar a demostrar que las cosas se pueden hacer de una manera diferente, más humana, más próxima a nosotros.

Tal vez no haga falta ni siquiera reformular la teoría anarquista, da por supuesto Carlos Taibo, pues basta con prestar atención a los beneficios de la vida a pequeña escala, de la convivencia, para darse cuenta sus buenas aportaciones. Lo que sí conviene, en temporada de huracanes, es repetir el mensaje con calma, serenamente, para combatir lo que siempre quiso combatir el anarquismo: la desigualdad y la pobreza.

miércoles, 22 de enero de 2025

HE DECIDIDO DECLARARME MARXISTA. VOLUMEN 1

 

He decidido declararme marxista. Volumen 1

Jon Lee Anderson

Varios traductores

Debate

Barcelona, 2024

788 páginas

 

 


Contaminados por los exabruptos, por el parloteo idiota, por los insultos y todos los discursos de muchos fanáticos que nos acosan tratando de hacernos odiar a cuenta de estupideces, volver a leer las crónicas de Jon Lee Anderson (California, 1957) nos hace recordar cuáles son los motivos por los que merece la pena preocuparse, perder el sueño. Estamos frente a un cronista que entiende que el oficio de escribir es una forma de lealtad: hacia las propias líneas que elabora y hacia el propio planeta al que mira. A pesar de enfrentarnos a algunos de los peores momentos que se han vivido en el planeta en las últimas décadas —esta antología recoge artículos publicados entre 1980 y 2024—, uno siente que hay cierto enamoramiento en su capacidad de observación y comprensión, o en la dificultad para comprender. La escritura, que es pensamiento, sirve para intentar poner en orden las ideas que van cruzando por su cabeza de forma caótica. El caos, bien lo sabe Lee Anderson, es imprevisible y el universo es caos. También a pequeña escala, donde sentimos más claro que está caminando, no que se ha llegado a ningún destino.

El lector puede tener la impresión, durante la lectura de las crónicas, de estar asistiendo de nuevo a la historia reciente, por todo lo que le afecta emocionalmente. Lee Anderson es un escritor impecable, alguien que teniendo muy claro a dónde pretende llegar se limita a sugerir, permitiendo que el lector saque conclusiones. Sorprende la facilidad con la que oculta sus ideas previas, como si no existieran, cuando sabemos, concluyentemente, cuáles son los principios ideológicos a los que se agarra Lee Anderson, por haberlos leído en sus entrevistas, donde da buena cuenta de su sensibilidad política e histórica. De hecho, el título de esta antología, He decidido declararme marxista, es una frase que escribió en un diario adolescente pero que no ha sido capaz de olvidar. En cualquier caso, tampoco empaña su labor, en la que nos hace asistir a distintos lugares del planeta para mostrarnos las naturalezas abiertas impregnadas de virus a los que él es receptivo como lo somos frente a una película que nos emociona. En este primer volumen, que reúne textos alrededor de dos centros de interés, por un lado guerras y conflictos, y por otro poder y política, viajaremos por todo el planeta, con esa habilidad que destaca David Rieff en el prólogo, encontrándose con el perpetrador antes que con la víctima para tratar de explicar por qué se perpetra la violencia, sin moralizar, intentando trasladar la información necesaria para que sea el lector quien pueda moralizar. El periodista, nos muestra Lee Anderson con su oficio, es testigo, no fiscal.

Vuelve a sorprendernos la vitalidad que sobrenada en las crónicas de Lee Anderson, a pesar de estar mostrándonos los estragos que ocasiona quien ocasiona los peores conflictos. Para transmitirnos tanta entereza, es imprescindible seguir conservando la fe en la raza humana. Y es que no cesa de encontrar humanidad, rebeldía, allí a donde va este hombre que se confiesa antifascista, escéptico ante la autoridad, que aborrece la injusticia racial y el colonialismo, y es ajeno a los puntos de vista conservadores, que creció en varios países. Sobre este sustrato ha ido creciendo la documentación que va acumulando Lee Anderson para entender que aquello que él refleja no es un paréntesis, pues todo remite al humus del pasado —geopolítico, social, económico y, sobre todo, humano y de fracaso humano—, sobre el que habitan estos protagonistas de los que él habla tras haber empapado con sus vidas y absorbiendo lo frenético. Lo que Lee Anderson consigue transmitir es que aunque un periodista de campo no debe perder nunca el vértigo, para compensar bebe de algo que se asemeja mucho a la amistad: no se trata de ser un héroe, sino de intentar ser uno más, estar cerca de los locos y los sufrientes. Lo que nos seguirá emocionando es la sinceridad. Y ahí es donde se muestra como el gran maestro. He decidido declararme marxista es, posiblemente, el libro más importante que se ha publicado en España este año. Después de su lectura, solo cabe esperar un rato muy largo para recobrar el aliento.


Fuente: Zenda

miércoles, 15 de enero de 2025

UN HÉROE OLVIDADO

 

Un héroe olvidado

Michael Smith

Traducción de Tomás Fernández Aúz

Capitán Swing

Madrid, 2024

520 páginas


 


Para quien esté familiarizado con la época en que las expediciones suponían descubrimiento, los apellidos Amundsen y Scott, Shackleton o Nansen no le resultarán extraños. Pero también será familiares otros, como el del propio Tom Crean, el irlandés que participó en varias expediciones a la Antártida y de todas ellas regresó ileso. Era un secundario de lujo, una de esas personas que garantizaban suelo firme, un pilar que sostenía todo el edificio. En este libro, el especialista en exploraciones antárticas Michael Smith (Londres, 1946) reivindica su figura y nos convence de que Crean se merece una leyenda, su propia Eneida, su propio canto epopéyico. Este proyecto lo inicia Smith intentando construir una biografía, pero lo que termina por escribir es un nuevo relato de las expediciones británicas más populares al gran continente helado, las lideradas por Robert Scott y por Ernest Shackleton. El gran problema al que se enfrenta el autor es a la escasa documentación que se puede hallar sobre la vida de Tom Crean. Tal vez fuera suficiente como para escribir una biografía novelada, pero la intención de Smith no es esa, la intención de Smith es reflejar la dureza de la vida en las expediciones extremas a principios del siglo XX, y el mérito que tiene no ya la propia supervivencia, sino ser un partícipe activo en la supervivencia de los compañeros de viaje.

Crean, no quepa duda, es uno de esos personajes que portan la antorcha cuando todos nos adentramos en una cueva oscura. Porque es un titán, pero también un tipo muy humilde. Vive en la época en que los viajes no tenían fecha de regreso, y estas grandes expediciones podrían demorarse hasta quién sabe cuántos años, si es que conseguían regresar los que participaban de ellas. Una buena parte del libro está concentrada en representar la dureza del territorio, y en consecuencia el esfuerzo que suponía su exploración para los que viajaban hasta allí, tal vez rayando la locura, pero sin duda mostrándonos la mejor faceta humana, esa que solo aparece en situaciones extremas. La filosofía de la exploración que expone Smith a lo largo de más de quinientas páginas es la filosofía del aprendizaje, de quienes desean participar del mismo en un diálogo permanente con la geografía y los encuentros.

Es fácil deducir, por lo que estamos comentando, que la figura de Tom Crean, que no deja de ser elogiada una y otra vez por el autor, es el centro de interés del libro, sirve para organizar la exposición principal, que son los relatos de las expediciones en que participó. Volvemos a acompañar a Robert Scott en su coronación de plata, y volvemos a conocer a los que navegaron en el Endurance y resistieron en la que es la mayor batalla épica de supervivencia que de la que se tiene noticia en el mundo de la exploración. Ante la dificultad que supone construir al personaje con lo poco que se puede hallar sobre él, Smith opta por construir su entorno y nos entromete en él de modo que volvemos a darnos cuenta de lo que supuso cada paso que él dio. El lamento por todo lo que no podemos saber sobre él es constante. Incluso en los capítulos finales, donde se nos habla de un Crean familiar, empeñado en llevar una vida hogareña en una aldea de su viejo condado de Kerry.

Smith se propuso llevar a cabo un proyecto muy ambicioso, tanto como escribir una obra voluminosa sobre alguien que se merece mucho más que esto. Esa ambición le lleva a entregar lo mejor de sí mismo a la hora de mostrarnos la erudición que posee sobre estas expediciones, y a la hora de analizar los aciertos y errores de las mismas. El libre está lleno de detalles precisos que lo enriquecen. Pero lo que más lo enriquece, sin duda, es la emoción de compartir otra vez estas aventuras con los personajes que tanto queremos, porque son los que van a encender la luz en épocas oscuras.


Fuente: Zenda

jueves, 9 de enero de 2025

VIVIR EN ZAPATILLAS

 

Vivir en zapatillas

Pascal Bruckner

Traducción de María Belmonte

Siruela

Madrid, 2024

153 páginas

 



«Henos aquí invitados a retirarnos a nuestro interior porque el afuera es el abismo».

La conclusión es el inicio y es el tono mantenido a lo largo de este ensayo de Pascal Bruckner (París, 1948), que se revuelve contra la vida actual. Lo que hemos ido construyendo no es tan bueno, aunque sí puede ser muy confortable. «Antes la vida privada tenía necesidad del afuera, estaba inacabada, era su único privilegio. Ahora, secundada por la arborescencia de Internet, es solipsista y se embriaga consigo misma, con las sombras que ella toma por realidad». No es el primer intelectual que critica la vida moderna, algo que sucede desde hace siglos, aunque sí es de los pocos que están consiguiendo resumir todo lo que ha afectado, campo por campo, punto por punto, el confinamiento por el Covid-19 a la convivencia y a los impulsos personales. Bruckner entra en el asunto a través de Oblómov, el personaje indolente y bastante estúpido, aunque con un potencial intelectual enorme, de la novela de Goncharov. E intenta actualizar un espíritu, el de no salir de casa, que se está haciendo demasiado corriente: «El carcelero está en nuestra cabeza», nos advierte.

En realidad, de lo que trata este ensayo es de la paranoia. La define constantemente: «Pero bien podría prevalecer otra tendencia generada por la hidra del miedo: el triunfo de la reclusión, del estar acurrucado», «El Covid-19 ha resucitado las dos grandes fobias modernas: la paranoia, el miedo del otro y la hipocondría, el miedo de sí», «Si la casa se convierte en calabozo, mata el apasionante cuerpo a cuerpo con lo real, deja de ser el hogar para convertirse en un búnker». Y esta paranoia afecta a la sexualidad y a las amistades. Bruckner actualiza cómo están funcionando las relaciones sociales y personales, y los fundamentos con que nos vinculamos a los demás, a partir de la evolución de los principios de convivencia institucionales, de la legislación, de las evoluciones físicas, religiosas o psicológicas, de las nuevas aceptaciones y los límites nuevos. Se muestra vehemente a la hora de exponer sus preocupaciones —«Es sintomático de nuestro tiempo que ya no se hable más de cambio, sino de salvación»—, que tienen que ver con «las fronteras erizadas de fosos, barreras, matacanes». «La libertad se ha convertido en una carga de la que solo nos libra el cercado», expone en una singular paradoja que vuelve a definir la paranoia.

Habla de romper la somnolencia de los días idénticos como respuesta a una vida que se está volviendo ordinaria, urbana y demasiado bajo control. Nos recuerda que la soledad es una patología y la solitud un descanso, aunque adopten la misma forma. Y en el paso por su recorrido, va encontrando fuentes en poetas, filósofos, artistas, gente que nos muestra las versiones de todas las formas posibles de relacionarse con el mundo, mientras desglosa el significado de cada parte de lo que compone una casa o un hogar, el lugar del que nos resistimos a salir como se resistía Oblómov. Bruckner no es ajeno a la religión o a la espiritualidad, ni siquiera cuando regresa a la caverna de Platón o a los cuadros de Hopper. En realidad, nos está apuntando que hay salida mientras nos dicta, una y otra vez, que debemos reaccionar, que aún estamos a tiempo. En ese sentido, este libro es militante, porque confía en el ser humano.

lunes, 6 de enero de 2025

EL TIEMPO DE LOS LIRIOS

 

El tiempo de los lirios

Vicente Valero

Periférica

Cáceres, 2024

215 páginas

 

 


«Su elevado idealismo: autenticidad, religiosidad, pureza, devoción, sentimiento y, por descontado, formas y colores de los maestros antiguos». Así se refiere Vicente Valero (Ibiza, 1963) a la esencia de los pintores alemanes de la Hermandad de San Lucas, que buscaban esencias pictóricas y morales a principios del siglo XIX. La intención, sin duda, se puede trasladar al espíritu de este libro, un diario de viajes que abarca un par de semanas recorriendo la región de Umbría, en el centro de Italia. El tiempo de los lirios es el reflejo de un viaje que busca afectar al pathos, es decir, al atractivo emocional, a los sentimientos gestados tras las impresiones que llegan a lo más profundo. Con aspecto de diario, en el que la entrada de cada día es larga, Valero estructura la obra como si se tratara de una guía de viajes: retratando cada paso que da, y a partir de lo que encuentra asociándolo con referencias que atañen a lo que consideramos alta cultura o cultura clásica: literatura, pintura, arquitectura. Así vamos acompañándole en lo que ve, en lo que reconoce y en su erudición.

El libro está afectado por la admiración a la leyenda de San Francisco y los términos en los que éste entendía la espiritualidad. De hecho, el autor se mueve dentro de una burbuja que sugiere que solo puede gestarse en un lugar tan hermoso y sereno como esta región italiana, y lo que caracteriza a la atmósfera que se respira en la burbuja es una religiosidad que entiende que el bienestar espiritual es la mejor expresión de felicidad posible. No sabemos si para Valero hay otras formas válidas de espiritualidad fuera de esta tan próxima al misticismo, porque defiende la artística, la silenciosa, la que se aproxima a los rezos católicos, en definitiva, la religiosa. Y para expresar estos principios recurre a un estilo que contrasta con la prosa entrecortada que tan frecuentemente leemos en la actualidad: sus frases son largas, llenas de subordinadas, y siempre buscando el efecto de algo que llamaríamos sublime, de no creer que este adjetivo puede suponer un defecto si lo entendemos como algo pretencioso. No es el caso. La escritura de Valero es culta y sosiega. Surge de lo emotivo, pero pasa por un filtro poético.

A pesar de tratarse de un intento de viaje, que viene a significar un intento de sentirse viajero, la obra está atravesada por el turismo cultural: «Las nuestras están siendo, ciertamente, unas vacaciones espirituales», reconoce, distinguiéndose así de las formas más frecuentes de turismo, el de diversión, el de actividad, el de playa. Esta espiritualidad está dentro de él, como no puede ser de otra manera, y brota con los constantes encuentros que el arte ha tenido en la historia con la iglesia, sobre todo los más humildes, los alejados del mármol y las enormes dimensiones. Ahí es donde transpira un amor de connotaciones románticas que ya existía dentro del autor antes de ponerse en marcha. Valero viaja, eso sí, ratificando que la educación sentimental que le ha ido construyendo es una buena educación sentimental. Como lo demuestran ciertos pasajes de la vida de San Francisco, que para él son la representación idónea de la sabiduría. Es posible que no hubiera hecho falta emprender el viaje para llegar a estas conclusiones, pero el viaje ratifica, el viaje consuela, el viaje sirve de acicate para escribir esta obra en la que estamos leyendo constantemente quién es Vicente Valero, como sucede en los mejores ensayos. El propio Montaigne lo expresó en alguna ocasión: el objeto de sus ensayos era él, el cuidado de sí mediante el autoconocimiento. Esa es la línea que Valero ha elegido seguir para trasladarnos lo que supuso para él este viaje.


Fuente: Zenda