Viaje terrible
Roberto Arlt
Medusa
Valencia, 2023
141 páginas
Hace varias décadas que
se confundió el viaje con el viento en las sandalias, y el viento en las sandalias
con la libertad. Aunque si eliminamos el factor intermedio, obtenemos que se
siguen identificando viaje y libertad. Pero viajar puede ser una brutalidad: te
aleja de los conocidos, te arroja a un mundo que puede ser ingrato o al menos
incómodo, te deja sin el suelo familiar bajo los pies. Y no digamos nada si
este viaje es por mar, como los de Melville, como los de Conrad, como alguno de
los descritos en relatos de Poe. El mar, que desde la orilla es otro símbolo de
vida, es otra expansión de la libertad, se convierte en las paredes de una
cárcel si se convierte en lo único que te rodea. Es demasiado extenso y resulta
imposible habitar en él. A uno no le queda más remedio que permanecer dentro del
barco y aguantar lo vaivenes que decida tener el mar, hasta que llega a tierra.
Y entonces sí, entonces podrá emprender otro vuelo. Aun así, mantenemos el
sueño del mar y de la armonía del mar porque sin él nos sentiríamos derrotados.
Gracias a esta idea de
que el mar aísla, Roberto Arlt (Buenos Aires, 1900-1942) se permite construir
un relato en el que no sabemos bien si se impone lo terrible o lo propio de las
caricaturas. En un barco se reúnen una serie de personajes que a medida que se
van desgranando nos remiten, casi sin darnos cuenta, a los que más adelante
crearían Rafael Azcona o Berlanga. Cabe preguntarse cómo funciona la cabeza de
alguien que construye a estos seres a partir, sin duda, de la observación a su
alrededor, para luego idear exponerlos a una situación que debería ser
angustiosa. En buena medida, el relato funciona como una obra teatral con un
fondo en remolino. Podríamos haber dicho Maelström, pero hemos utilizado la
palabra remolino, porque el propio Arlt lo describe como una espiral mucho más
grande que la que se produce en el mar noruego, pero comparándola con la que
observamos en la bañera al levantar el tapón.
Con este fondo, asistimos
al efecto acumulación que surge de encadenar la presentación de cada uno de los
personajes, que apenas tienen tiempo de actuar, y que cuando lo hacen nos demuestran
no haber madurado, ser infantiles. El tono en que se nos habla nos lleva a dudar
si las impresiones que recibimos tienen, o deberían contener, algo de humor.
Arlt siempre escribe de forma muy seria: «La música, el fraseo del estilo de
Arlt está como condensado en su apellido: cargado de consonantes, difícil de
pronunciar, inolvidable», nos recuerda el autor del prólogo,
Antoni Martí Monterde, que esto dijo sobre Arlt el escritor Ricardo Piglia.
Viaje terrible pudo haber sido un relato
fantástico, pero la inmadurez de los personajes y el estilo material de Arlt
hacen de él una experiencia que nos recuerda lo que podría parecerse a la
realidad, si dejamos que la realidad se deforme o la percibimos deformada. La
realidad, pensamos, es lo que observamos en la vigilia. Y, sin embargo, las
sensaciones de los sueños son tan intensas como las de la vigilia, tan contundentes
como las que sufrimos despiertos. Los grandes narradores lo saben y se sirven
de ello para reflejar que la fantasía, la imaginación, lo cotidiano, lo
maravilloso, lo sucio, lo ingenuo, la denuncia, la psicología y tantas otras
cosas, forman parte del humus sobre el que es posible relatar. Y Roberto Arlt
pertenece a esa estirpe, a la de quienes nacieron con talento para contarnos
historias.
Fuente: Zenda