Estatura
Daniel Díez Carpintero
Sloper
Palma de Mallorca, 2023
271 páginas
Uno se pasa veinte años
de la vida creciendo, y a pesar de ello seguirá siendo bajito. En realidad,
esto de la estatura tiene que ver con aquello que comentaba Pessoa cuando
sostenía que «soy del tamaño de lo que veo» y no del tamaño de mi estatura. Ese «lo que veo» puede ser un rasgo permanente. El
problema es que no somos muy dueños de elegir lo que vemos o cómo lo vemos, o
que para conseguirlo, no nos quede más remedio que salir huyendo.
Aquí tenemos a un chico
con el narcisismo blando, de hecho, por momentos se diría que está derretido o
que es todo lo contrario al narcisismo que nos sana, que es un antinarcisismo.
Es un muchacho crítico, engañado y que desde los ocho años hasta los veinte se
somete a sí mismo a una estrecha vigilancia. Es alguien que se esfuerza en
pasar por la vida con cuidado, vigilando mucho, porque no le ha quedado más remedio
que aprender a sobrevivir moralmente así. Su padre es un energúmeno, un
bastardo con el cerebro de un crío de dos años, un periodista que ha conseguido
cierto éxito socioeconómico, un reconocimiento de esos que a todos nos importa
un comino, excepto a él, y es muy violento. Su madre es un cero a la izquierda
y a juicio de nuestro protagonista, ojalá esa pusilanimidad significara un poco
de ternura. El deseo de amor desde la madre, por parte de la madre, tiene mucho
de lástima, la que siente el hijo por ella, y de no haber podido ni siquiera atravesar
un complejo de Edipo en condiciones.
Así pues, sólo le queda
navegar en el olor a rancio de lo cotidiano, entre otros chicos y chicas de su
edad, a lo largo de los años, preocupándose casi en exclusiva por algo tan
animal como es el sexo. A pesar de ello, sueña con ser escritor, una actividad
que le arroja a los libros, donde no existe el dolor de las presencias ni de
las ausencias, y a una seguridad intelectual que de poco sirve a la hora de entablar
relaciones con los demás.
Una novela de iniciación
suele contener una aventura, que estructura la narración para el lector, dando
sentido a la evolución del protagonista porque debe salir del enredo. En esta ocasión,
Daniel Díez Carpintero (Madrid, 1979) elige sustituir la aventura por el sexo. A
este hijo único ni siquiera le queda el consuelo de vivir su propio Bildungsroman
como se les ha permitido a tantos otros muchachos en la literatura antes: tiene
que mantenerse en lo marginal, cuando todo apuntaba a que podría haber sido uno
más. Será él quien nos hable todo el rato, y parece estar describiendo unos
años de vida, pero eso será lo literal, pues en realidad a lo que atiende es a
sus miedos. Miedos, sexo, aprendizaje, marginación… lo normal será salir huyendo.
Estatura es una novela que se libra de lo atosigante gracias al humor, a
un acertado tono que nos remite a la dosis exacta de caricatura, pues de lo
contrario sería difícil de leer como el relato de una vida. Ahí estriba su
principal valor: nos muestra una ruta de escape, una propuesta de exorcismo.
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