Mística en cueros
Jordi
Lara
Entre
Ambos
Barcelona,
2016
202
páginas
Historia
mundial del relato
El
relato, o el cuento o la novela corta, contiene la profundidad especializada en
llenar nuestro cuenco interior. Nadie se siente igual a quien era antes de leer
una de las narraciones breves de Chejov, Maupassant, Paul Bowles, Ignacio
Aldecoa, Borges, Conrad, Stevenson, Clarín, Delibes, García Márquez, Hemingway,
Carver y tantos otros. No existe escritor que en algún momento no haya querido
ser alguno de ellos, sobre todo Borges o Chejov, y uno siempre tiene la
impresión de que quien relata en corto intenta actualizar la literatura de
alguno de los grandes, o de varios de ellos a la vez. Tal vez sea la buena
envidia, o tal vez el reconocimiento a un género sin el cual nuestra vida sería
un poco menos emocionante, un poco más fea. Esa es la primera sensación que uno
tiene al leer los seis relatos que componen esta Mística en cueros, de Jordi Lara (Vic, 1968), un autor que por
primera vez traduce sus obras al castellano. La selección está hecha de tal
manera que uno comienza pensando en la vigencia del cuento de postguerra,
porque esto que llaman crisis es una postguerra, y acaba creyendo que existe un
Jordi Lara escritor que a partir de ahora tendrá una voz propia.
La mañana de mi infancia sabe
a Aldecoa, a rural, a lenguaje bien vigilado. Dibuja un personaje caracterizado
por la moral del ingenuo, tan brava como sincera, tan necesaria. Y que se ve
enfrentado al miedo a eso que lo va a transformar en lo que viene, maldita sea,
después de la infancia, representado en algo tan común como cambiar una
bicicleta por una moto. El paraje de la infancia será el paraíso en el que
habitamos junto a los poetas muertos, que compartieron sus actos de juventud en
la misma tierra.
Zapatos de boscal nos
remite a un realismo parecido al que practicaron en su juventud los Goytisolo.
El asunto atañe a la etapa de la emigración interior: del sur a la más rica
Cataluña. Ahí están las dos generaciones: la primera de los inmigrantes y la
primera nacida en Cataluña, que viajan al sur para comprarle al padre unos
zapatos como regalo en su ochenta cumpleaños. El regreso les llevará a
reconocer un mundo moribundo y dos tipos de nostalgia, y al lector a enterarse
de que ciertos debates sobre la existencia o no de dos países y su futuro
político no es otra cosa que ganas de llevar la contraria.
Dasha Biryuk es un
homenaje, y al mismo tiempo una forma de claudicación, a esa idea que iguala al
cine con el sueño. Una joven directora de cine coreana, que practica la
narración experimental, se suicida. A partir de aquí el relato contiene una
reflexión sobre la excentricidad que suplanta al genio, lo onírico que suplanta
a la imaginación y la divinización después de la muerte como la solemnidad
trascendente, es decir, algo que roza la estupidez.
Un cuento de hadas
también toca, aunque de manera diferente, la confusión entre realidad y sueño.
De hecho, el relato no es redondo, como parece exigir la distancia corta, sino
que mantiene la estructura de los sueños, que pueden tener muchas
interpretaciones, pero están muy desestructurados. La gente va y viene en la
vida del tío y el sobrino, llega y se queda o se larga sin despedirse. Mientras
tanto uno recorre el itinerario de un pueblo mostrando su hipocondría, y el
otro construye belenes que después destruye. En este caso, el cuento de hadas
es el consuelo, algo muy minusvalorado, que alguien encuentra en una joven
exdrogadicta, cuyo beneficio es de tal calado que nadie debería denunciarla.
Scherzo para bandoneón es un
divertido juego de ingenio en el que Borges asiste a una película muda. Es el
único espectador del teatro y el acomodador, que no busca otra cosa que no sea
una buena propina, le relata lo que aparece en pantalla. Las acotaciones de
Borges se enredan en la reproducción de El
Aleph que hace el acomodador. Un relato para disfrutar.
Mística en cueros
presenta una reunión de antiguos alumnos, una de esas situaciones en las que
nadie sabe cómo debe comportarse, fuera de los tópicos de la crisis de la
mediana edad. Se trata de gente que apenas se saluda cuando se cruzan en la
calle pero que ahora se obligan a compartir una noche patética en la que tienen
que torcer los actos para reírse, como si reírse significara que uno se lo pasa
bien. Un grupo de ellos termina por asaltar la biblioteca del instituto para
buscar pistas acerca de la leyenda que circulaba durante la etapa escolar, en
la que se decía que una mujer masturbaba a escondidas. La sensación es la de
que entran por primera vez a un lugar donde nadie entraba de adolescente para
rendir cuentas con la estupidez humana. A partir de la cual quedamos expectantes
por leer lo que creará en el futuro Jordi Lara.
Fuente: Revista de letras
No hay comentarios:
Publicar un comentario