El barón Bagge
Alexander Lernet-Holenia
Traducción de Alberto Luís Bixio
Siruela
Madrid, 2006
93 páginas
14 euros
Que todos los sueños son vida
Hace poco otra editorial nos
redescubrió a este escritor austriaco a través de una deliciosa comedia, El joven Moncada, en la que
Lernet-Holenia (1897-1976) demostraba su dominio de la narrativa y, en gran
medida, del teatro, género que cultivó con especial éxito a lo largo de su
vida. Allí, en esa comedia, hacía gala de una erudición bien digerida, trayendo
a colación constantes referentes literarios muy bien acoplados dentro de una
obra de lectura deliciosa, cargada de un humor irónico nada dañino. Para
aquellos que teníamos una cuenta pendiente con este autor, nos quedaba por
saber si sería capaz de dominar otros ámbitos narrativos y, sin que deje de ser
una grata sorpresa, apenas necesitamos de la lectura de noventa páginas para
descubrir que así es. Con la lectura de estos dos libros uno ya sabe que,
efectivamente, está tratando sobre uno de los grandes narradores austriacos del
siglo pasado, lo cual, dada la altura a la que pusieron el listón sus
contemporáneos, es casi tanto como decir uno de los mejores del mundo.
Esperemos que Siruela se anime a continuar recuperando la obra de
Lernet-Holenia.
De entrada, nos encontramos
frente a una situación en la que el autor nos grita, claramente: “señores, voy
a hacer literatura”. Dicho de otra manera, nos presenta al narrador a través de
un conato de duelo, y este narrador le expone a su contertuliano que se dispone
a contar una historia que explique el suceso, por qué se ha visto abocado a esa
situación. Y entonces comienza una narración redonda, casi perfecta. Ubicada en
los Cárpatos húngaros, en la Primera Guerra
Mundial (en la que, no lo olvidemos, Lernet-Holenia participó como Oficial de
Caballería), el críptico barón Bagge relata su experiencia en un territorio que
pasará a ser suyo de tan onírico como se le presenta. Y ya se sabe que las
sensaciones que uno percibe en sueños son tan reales, si no más, que las que a
uno le azotan estando despierto. Y así, el Misterioso Bagge describe un
recorrido por un territorio cuyo desconocimiento no deja de ser una amenaza. Al
mando de la tropa se encuentran cuatro oficiales de muy diferentes
temperamentos, que establecerán unas relaciones entre ellos que comparten la
fidelidad castrense, la solidaridad del amigo y la desconsideración hacia las
decisiones de los otros. Leído en esta época, el relato de su aventura posee un
intencionado carácter anacrónico, posiblemente el que su autor quiso imprimir
cuando lo publicó en 1936. Hasta aquí, el lector ya ha comprobado el dominio de
la literatura oral –del lenguaje asequible y puro que se presenta en una
estupenda traducción-, y también de la narrativa gótica, en la que los sucesos
que vivirá Bagge rayarán lo increíble, pues increíble puede ser, por ejemplo,
que patos salvajes habiten en los árboles, una demostración más de los puentes
que unen lo fantástico a la locura. Aunque más difíciles de considerar como
reales serán la desaparición del enemigo, o la presencia de unos joviales
habitantes de un pueblo liberado, enamorados de sus liberadores. Si bien, tal y
como lo presenta Lernet-Holenia, uno acepta perfectamente el pacto, sabe que
todo tendrá un sentido natural que cerrará la historia, como debe de tenerlo
esa forma de enamorarse, más propia de un hechizo que del conocimiento
personal, que le toca vivir en brazos de una joven que pertenece a una familia
conocida por la del barón. El hecho de que esta mujer se haya enamorado de él por
los sueños, nos dará la única clave que permitirá resolver el enigma, ese
enigma sobre el que ya escribió algún poeta mentando que soñar es, en realidad,
tratar con los muertos. Y que, por tanto, lo razonable, lo sensato o lo
sensible, es tratar con ellos como se trata con la vida misma.
Fuente: Culturas/Tribuna
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