La casa grande
Álvaro Cepeda Samudio
La Navaja Suiza
Madrid, 2017
187 páginas
Después de leer esta extraordinaria novela, en la que lo experimental es puro realismo, la impresión que queda es de una tristeza elíptica. Álvaro Cepeda Samudio (Barranquilla, 1926 – Nueva York, 1972), pertenece a la estirpe de escritores latinoamericanos que acabaron con el realismo, a la vez que lo nombraban, Hay tanto de crónica como de experimental. Pero todo, en realidad, es un solo conflicto. Todo está enfocado a la denuncia social a la par que a la escritura. Pocos libros se publicarán este año que nos descubran de nuevo lo que es la literatura. Intentamos escribir una reseña, pero nos encontramos con que la introducción de Gabriel García Máquez era tan perfecta y tan breve, que no hay mejor manera de sugerir al lector que dedique una tarde a este libro. Hay mucho arrepentimiento histórico, pero no rencor. Hay mucho deseo y la ilusión de modificar el mundo con la literatura.
UN EXPERIMENTO ARRIESGADO
Gabriel García Márquez
Gabriel García Márquez
La casa grande es una novela basada en un hecho histórico: la huelga de los peones bananeros de la Costa Atlántica colombiana en 1928, que fue resuelta a bala por el ejército. Su autor, Álvaro Cepeda Samudio, que entonces no tenía más de cuatro años, vivía en un caserón de madera con seis ventanas y un balcón con tiestos de flores polvorientas frente a la estación de ferrocarril donde se consumó la masacre. Sin embargo, en este libro no hay un solo muerto, y el único soldado que recuerda haber ensartado a un hombre con una bayoneta en la oscuridad no tiene el uniforme empapado de sangre «sino de mierda».
Esta manera de escribir la historia, por arbitraria que pueda parecer a los historiadores, es una esplendida lección de transmutación poética. Sin escamotear la realidad ni mistificar la gravedad política y humana del drama social, Cepeda Samudio lo ha sometido a una especie de purificación alquímica y solamente nos ha entregado su esencia mítica, lo que quedó para siempre más allá de la moral y la justicia y la memoria efímera de los hombres. Los diálogos magistrales, la riqueza viril y directa del lenguaje, la compasión legítima frente al destino de los personajes, la estructura fragmentada y un poco dispersa que tanto se parece a la de los recuerdos, todo en este libro es un ejemplo magnífico de cómo un escritor puede sortear honradamente la inmensa cantidad de basura retórica y demagógica que se interpone entre la indignación y la nostalgia.
Por esto, La casa grande, además de ser una novela hermosa, es un experimento arriesgado, y una invitación a editar
sobre los recursos imprevistos, arbitrarios y espantosos de la creación poética. Y es, por lo mismo, un nuevo y formidable aporte al hecho literario más importante del mundo actual: la novela latinoamericana.
1967
Esta manera de escribir la historia, por arbitraria que pueda parecer a los historiadores, es una esplendida lección de transmutación poética. Sin escamotear la realidad ni mistificar la gravedad política y humana del drama social, Cepeda Samudio lo ha sometido a una especie de purificación alquímica y solamente nos ha entregado su esencia mítica, lo que quedó para siempre más allá de la moral y la justicia y la memoria efímera de los hombres. Los diálogos magistrales, la riqueza viril y directa del lenguaje, la compasión legítima frente al destino de los personajes, la estructura fragmentada y un poco dispersa que tanto se parece a la de los recuerdos, todo en este libro es un ejemplo magnífico de cómo un escritor puede sortear honradamente la inmensa cantidad de basura retórica y demagógica que se interpone entre la indignación y la nostalgia.
Por esto, La casa grande, además de ser una novela hermosa, es un experimento arriesgado, y una invitación a editar
sobre los recursos imprevistos, arbitrarios y espantosos de la creación poética. Y es, por lo mismo, un nuevo y formidable aporte al hecho literario más importante del mundo actual: la novela latinoamericana.
1967
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