Robinson y la isla infinita
Rosa
Falcón
Fondo
de Cultura Económica
Madrid,
2018
250
páginas
Un
mitema es una porción irreductible de un mito, uno de esos átomos sin los que
el cuerpo pasaría a ser una masa amorfa, una gigantesca ameba, una mancha sin
identidad. La necesidad del mito, y de los mitemas, es tan algo que tampoco ha
variado nada con el orden impuesto por el paso del tiempo, el avance de la civilización
y los descubrimientos científicos. Los mitos narran y en buena medida somos seres
narrativos. De hecho, uno de los grandes avances científicos, el psicoanálisis,
otro mito en sí, una experiencia que servirá para combatir la soledad del
hombre moderno, que es uno de los temas que flotan en este ensayo, debe su
éxito a este hecho: dado que no podemos reconciliarnos con nuestro pasado, al
menos sí cabe hacerlo con su narración. Al final del libro, Rosa Falcón
resumirá algunas de las actualizaciones del mito de Robinson en el cine y las
series, donde proyectamos ahora nuestros mitos, que es tanto como decir lo que
desconocemos, con sus temores y sus ilusiones. Pues la obra de Daniel Defoe
trata ambas: Robinson Crusoe da con los huesos en el supuesto paraíso para
tener que afrontar la inevitable supervivencia. La soledad, antes mencionada,
es un arma de doble filo: por una parte, es un deseo frente a la neurosis de la
vida moderna y la vida pública, pero por otra es una forma, en sí, de neurosis.
Nadie que esté solo estará en buena compañía, nos recuerda Falcón que dijo, a
su vez, Paul Valéry.
El
drama es, probablemente, el tema que, sin especificarlo, flota durante este
ensayo. El enfrentamiento entre los espejismos, la esperanza y la supervivencia,
que se expresan en extremo en Robinson, y la relación con Viernes, tan necesaria
como colonial o neocolonial, llevan este drama al extremo. Las tesis de Rosa
Falcón orbitan alrededor de la actualidad, de la novela moderna que se inicia con
el propio Daniel Defoe, pero más en concreto con la narrativa y la literatura
contemporánea. Las robinsonadas son ya un género mestizo y se pueden leer en la
filosofía creativa de pensadores y literatos. Kafka, nos sugiere, es el caso
extremo, el escritor que coloca al hombre como impensable Robinson en una isla
formada por él mismo. Pero antes de llegar a Kafka, donde aterriza casi todo análisis
literario posterior al genio checo, se nos ha ofrecido, a través de los mitemas
de Robinson -la soledad de la existencia humana, el deseo de libertad, el
conflicto entre el individuo y la sociedad, la isla, el viaje, el mar o el
naufragio-, una historia tal vez no del pensamiento, pero sí de las ideas
imprescindibles. Si uno entiende la vida como viaje, no le faltarán ocasiones
para pensarla como naufragio.
Falcón
tiende al resumen, no a la extensión. Cada capítulo podría abarcar, a su vez,
un libro entero. Pongamos por ejemplo los vínculos entre Utopía y la isla de
Robinson. La idea común es la de la isla como un no lugar, es decir, la
abstracción. De ahí todas las reseñas de obras del siglo XX que vendrán a
continuación. De cada novela que estudia, desde García Márquez a Saramago,
extrae una idea esencial, referida al mito de Robinson, a su principal mitema, que
es el drama de la soledad y, tal vez, el triunfo sobre ella. Otro tanto hará
con los poemas. En ambos ámbitos destaca América Latina, pues pocos lugares del
planeta han destacado más por el impulso paradisíaco del deseo de una isla.
Hasta hace cien años el Caribe tal vez fuera el lugar privilegiado a tal fin.
Rosa Falcón olvida un poco, con intención, que el Pacífico tomado ese lugar,
igualando a las islas de América, durante el último siglo. Pero el libro no
pretende abarcarlo todo. A la hora de concluir, podemos decir que nos encontramos
frente a un estudio de los mitos literarios, del gran mito literario a escala
humana, pues Don Quijote o Ulises se enmarcan en ámbitos solares, el primero, o
divinos, el segundo.
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