El
incidente
Daniel
Jiménez
Seix
Barral
Barcelona,
2025
345
páginas
Es
posible que la estupidez sea hacer tanto énfasis en la salud mental. Y también
es posible que debiéramos tomarnos más en serio los problemas que conlleva. En
cualquier caso, lo que debemos cuestionarnos es si conviene seguir como
estamos, hacia dónde nos lleva la actual tesitura, que no apunta a soluciones
ni a rebajar el malestar. Lo que está claro es que no nos encontramos frente a
una ciencia exacta, como lo demuestra que nadie pueda entrar a valorar la
estabilidad mental de los profesionales que atienden a la nuestra. Estamos en
un momento en que a lo que más se parece el compendio de psiquiatría y psicología
es a una religión sin dios, pero con algunos santos, cuando la corriente
mundial es la de verificar todo con certezas científicas, pero esta ciencia
está en pañales. «Es curiosa la hipertrofia de la razón, como si nos permitiese
controlar algo, cuando el noventa por ciento de nuestras acciones las rige la
emoción», comenta un psiquiatra jubilado con el que se entrevista Daniel
Jiménez (Madrid, 1981) en el proceso de investigación de este libro.
Antes
de seguir, cabe señalar que para escribir un buen libro, y este lo es, de hecho
es muy bueno, elaborado con retazos de la realidad y pretendiendo que esta
quede reflejada, hace falta tener una gran motivación. Daniel Jiménez la tiene
y no la esconde: una muerte en la familia. Pero ese detonante no es la única
gasolina que alimenta el motor de este proyecto, pues detrás está, también, la
propia reconstrucción tras una vida en la que uno puede llegar a pensar que se
ha respetado poco a sí mismo. El detonante que mueve la narración, sin embargo,
es exterior. El incidente al que se refiere el título no parece ser un suceso
exagerado: un psiquiatra en edad de jubilarse sale de sus casillas y agrede a un
joven paciente capaz de sacar de quicio a cualquiera; ante un brote psicótico
se responde con un abuso de poder. Sin embargo, esto se supone que no debería
de ocurrir jamás, por la profesionalidad y la edad de uno, por los recursos que
están al alcance de los profesionales de un hospital. Pero sucede y da pie a un
proceso de identificación del autor, que comienza una investigación en la que
busca resolver algo muy personal, esclarecer lo que significan los tratamientos
para la cabeza en una sociedad que permite y facilita el disparate. El libro
contiene una seria reflexión acerca del ámbito de la salud mental, y para ello
Daniel Jiménez demuestra una capacidad de transmitir tensión narrativa sin
provocar estrés y, lo que es más complicado, mantenerla a lo largo de más de
trescientas páginas en las que recurre a diferentes estrategias de
comunicación: la entrevista, el diario, el testimonio guionizado, el diálogo o
la conferencia, los audios de voz y hasta las conversaciones por WhatsApp.
Al
contrario de lo que uno espera, esta combinación de recursos facilita la
verosimilitud que debe tener este tipo de textos, tan pegados a lo cotidiano, o
a lo que podría estar sucediendo en nuestro entorno inmediato. A la hora de la
verdad, solo conocemos fragmentos. Es casi imposible llegar a conocer el cuadro
completo, así pues, nos enfrentamos a toda la periferia. Será visitando el
entorno, a los profesionales, recopilando más impresiones que información, orbitando
alrededor de los personajes, como les vayamos conociendo. Podemos estar
hablando de un drogadicto psicótico, como en el caso del muchacho, el paciente,
pero nos quedará bien claro que estamos ante una persona sensible. Tal vez sea
esta, la sensibilidad, la gran virtud que nos quedará tras la lectura de esta
obra, en la que vamos destacando muchos puntos fuertes de valor literario
mientras estamos leyéndola. Porque, a fin de cuentas, importa más lo que nos
digan las células que rigen la emoción, sean estas las que sean, que esas que dirigen
la razón hipertrofiada.
Fuente: Zenda
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