Hombres que caminan
solos
José Ignacio Carnero
Literatura Random House
Barcelona, 2021
185 páginas
Pero no se rinde. Sabe
que en algún lugar puede encontrar la salida a su mal y a su alcance pone la
sociedad contemporánea recursos que pueden resultar de lo más extravagantes,
como Tinder, pero cabe aprovecharse de ellos. Eso le empujará, por ejemplo, a
una estancia en Buenos Aires que le llevará a descubrir que no todo lo que
viene del exterior es daño, que los otros nos aportan otro tipo de estímulos y
abre la puerta a considerar que la mejor manera de superar un mal año es con el
afecto. Los otros no son el infierno. Ni siquiera la pareja con la que no
termina de aclararse qué tipo de relación le conviene, qué tipo de relación
será la más balsámica. Carnero nos describe el mundo de hoy -al menos el mundo
para un abogado de treinta años-, lo que el padre del narrador califica como “lo
que todos sabemos” y nos enfrenta a la manera que tenemos de contactar con el
resto del planeta, que no siempre es vida: “Pero realmente estaba hecho una
mierda. Mi ordenador me lo recordaba. Cada vez que lo abría y entraba en una
página web, o en YouTube, me aparecían en la pantalla anuncios de infusiones
que combatían el mal ánimo, aplicaciones que pretendían reducir la ansiedad reproduciendo
sonidos de naturaleza y pastillas que potenciaban la excitación sexual. Mi ordenador
sabía más de mí que mis propios amigos”. Y la solución con que va solventando
toda esta ansiedad es el ansiolítico más popular en estos momentos.
Pero el Orfidal apenas
sirve de tabla de náufrago. De nada sirve si no buscamos el norte perdido. El
narrador, que se nos presenta como el propio Carnero, como una expresión de su
yo, resulta ser un tanto diletante, culto y con problemas de autoestima que se
expresan en ignorar la distancia a la que debe estar para entregarse, o no, a
los demás, a su padre, a su pareja, y que es más fácil de resolver con los
recién conocidos. El narrador recoge ese extraño estímulo del deseo de ser
nihilista. Y lo que importa, en realidad, es la sensibilidad de la materia con
la que estamos hechos. De ahí que necesite compartir, y compadecer en el
sentido más literal de la palabra, padecer con su propio padre, su mayor
vínculo emocional, para descubrir que existe la redención posible a las
neurosis, a sentirse deprimido y a la autoficción.
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