Distrito del sur. Un
paisaje inglés
Winifred Holtby
Traducción de Simón Santainés
Hermida editores
Madrid, 2021
672 páginas
La obra nos presenta a
una comunidad pequeña, un entorno rural que da la sensación de estar aislado:
es posible que existan leyes administrativas y leyes sancionadas por el párroco,
pero los personajes irán construyendo, modificando, a veces destruyendo, sus
propias leyes, que brotan a partir de la complejidad para relacionarse con los
demás. El detonante es la incorporación de una mujer de cuarenta años a la
dirección de la escuela, pero de ese tronco surgen muchas ramificaciones, que
pueden ser tangenciales o estar estrechamente ligadas, en cada historia
pequeña, en cada episodio particular. Pues cada capítulo es un relato en sí,
incompleto, es cierto, pues está en función del retrato global de la sociedad,
pero narrado con una solvencia a la que no estamos acostumbrados. La estrategia
narrativa nos remite a obras como Antología de Spoon River, de Edgar Lee
Master, salvando las distancias que existen entre quien comulga con Tolstoi y
quien lo hace con Walt Whitman. Y no se puede dejar de asociar la atmósfera a
los condados cerrados de Faulkner y García Márquez. Todo ello con un espíritu de
novela que nos recuerda a George Elliot en Middlemarch. ¿Se puede exigir más? Sí,
se puede exigir salir triunfante de ese empeño. Y Winifred Holtby (Rudston,
1898 – Londres, 1935) demuestra talento y trabajo para retratar esta aldea
reaccionaria en la que vamos conociendo todo a la vez: lo que son y lo que piensan
los personajes, y lo que sucede a todos y cada uno de ellos. En cierta medida,
se puede hablar de un refugio en arquetipos, pero los arquetipos han surgido de
una destilación, de una observación, de una indagación en la condición humana.
Holtby demuestra una
cierta confianza en la humanidad, pues sus personajes no evitan la incomodidad
de vivir y, por lo tanto, saben que el destino depende de sus actos. Pero al
mismo tiempo se transmite un pesimismo o una tristeza, la de quien siente que
es fácil que todo vaya mal. La sensación universal de esta obra viene de ese
ambiente que surge al comprobar lo complicado que es entenderse con los demás.
El consuelo que nos queda es la sensación de estar leyendo otra época, otro
lugar; pero durante la lectura, una experiencia de las que nos lleva a vivir
dentro del relato, no podemos evitar preguntarnos si ellos no tenían razón, si
no deberíamos renegar de lo digital y la comunicación online, por mucho que nos
pese el malestar de los contactos entre personas. Tal vez sea cierto que la
vida entonces era más auténtica.
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