martes, 9 de septiembre de 2025

LA RECTIFICACIÓN

 

La rectificación

Adolfo Muñoz

Isla del náufrago

Segovia, 2025

400 páginas


 


Por norma general, se considera que una novela histórica es aquella en la que los sucesos que tuvieron lugar durante una determinada época afectan a los sucesos que padecen los personajes. Cabe añadir, para que se considere novela, que no sólo padecen sucesos, sino que además los generan. A los protagonistas de La reina Margot, de Alejandro Dumas, viven sus entresijos personales mientras ahí afuera las guerras de religión del siglo XVI no cesan de afectar a cada decisión que toman, o que lo que ahora es historia va tomando por ellos.

Hace cerca de treinta años Adolfo Muñoz (León, 1964) escribió Tengo palabras de fuego, una novela que podría engañar y parecer histórica por su ambientación, pero que no pertenece a este género, pues los sucesos bien podrían estar produciéndose en cualquier otra época. Hoy nos vuelve a proponer otro juego con los asuntos históricos: la ambientación de esta obra, qué duda cabe, es histórica, y nos lleva al Sarajevo de los dos años anteriores al atentado que prendió la mecha de la Primera Guerra Mundial. Pero de lo que se trata es, precisamente, de cambiar la historia. Nuestra protagonista viaja en el tiempo con el fin de impedir la muerte del archiduque Francisco Fernando, y así modificar todas las guerras que poblaron el siglo XX. De esta manera, se construye la novela antihistórica mientras nos vemos dentro de una novela intrahistórica. En realidad, vamos descubriendo a medida que avanzamos en la lectura, de lo que trata La rectificación es de retomar los clamores pacifistas. Estamos frente a una novela antibélica, antiviolenta, en la que precisamos conocer las entrañas de la guerra y la agresividad.

Para ello Adolfo Muñoz nos prepara un diario que lleva nuestra narradora durante un par de años. Las ventajas del diario es que ahí, en cada entrada de cada día, cabe de todo, desde la reflexión hasta la documentación almacenada. Incluso un cuento soñado. La dificultad, por otra parte, a la que se enfrenta la narradora es la de ir incluyendo los actos del presente cuando ya conoce los actos del futuro, ese que pretende alterar. Esta narradora, lo sabemos desde el inicio, es una mujer enamorada. El dato no es baladí: será el amor el que dé forma a su voz, a su expresividad, porque ese mismo amor es el que genera las angustias que atraviesan la obra, y que cobran especial intensidad en los momentos en que la afronta más de cara, de manera directa, que es en el día a día, en lo cotidiano, que será extrañamente cotidiano para ella. Hay que significar que la angustia no se produce meramente por la época a la que decide viajar, sino que viene ya con ella, pues se desplaza desde el momento en que los Balcanes están en guerra, en la década de los noventa, y su familia y su novio al borde de la muerte.

Y así es como nos damos cuenta de qué tipo de testigos somos respecto a la historia, que nos han enseñado mayormente a través de conquistas y movimientos geopolíticos que llevan, necesariamente, violencia implícita. Adolfo Muñoz nos enseña que podemos ver la historia como un paisaje, y para ello se vale de una prosa de aspecto sencillo y que se lee con la misma fluidez con la que respiramos en los momentos de calma, una fluidez que contrasta con el alegato pacifista que es la obra. Y que nos sirve, claro está, como una lección sobre cómo debemos afrontar la vida, guardando la cortesía hasta en los peores momentos. La rectificación es una novela filosófica, porque además contiene constantes enseñanzas, reflexiones de valía. Pero sobre todo es filosófica porque nos habla del valor que supone coger al toro por los cuernos y luego pedirle que se detenga, susurrándole un por favor al oído.

 

Fuente: Zenda

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