La guerra es una
estafa
Smedley Butler
Traducción de Javier
Fernández Rubio
El Desvelo
Santander, 2021
70 páginas
Para nuestra sorpresa, no
se trata ya de apuntar al gran objetivo de los conflictos bélicos, que siempre
fueron la obtención de un botín, arrebatándoselo al enemigo. Ahora el botín lo
posee el amigo, el pueblo propio, el propio Estado. Butler apunta a quiénes han
sido los grandes beneficiarios, esas empresas privadas que en caso de guerra
multiplican sus beneficios, a costa del capital público. El mecanismo es muy
sencillo y ya estamos agobiados de tanto denunciarlo: desviar el dinero que se
recauda con impuestos y aportaciones, en teoría destinado a beneficio común,
para surtir las arcas de los amigos. Conociendo los datos de primera mano, narra,
por ejemplo, cómo se fabricaron millones de botas de las cuales más de la mitad
jamás saldrían del almacén de la compañía, si es que llegaron a fabricarse. Y,
mientras tanto, todo este engranaje destinado a un enriquecimiento ilícito se
viste con el disfraz del patriotismo.
No cabe engañarse: Butler
no es Naomi Klein ni Noam Chomsky, no es un activista de izquierda. Butler fue
militar y estuvo integrado en el Partido Republicano, el mismo que colocó a la
cabeza de la primera potencia mundial a Ronald Reagan, George Bush Jr. o Donald
Trump. A pesar de lo cual, no cesa de arremeter contra la propaganda que todo
lo empaña, que oculta cualquier atisbo de sinceridad, y contra los lobistas.
Uno se pregunta si a su juicio el Estado es un invento estúpido o es un
cómplice. Y se hace consciente de que no deja de ser un sistema de distribución
de dinero, es decir, de poder. Butler, por su parte, intenta recordar que en la
guerra existe el factor humano, y que éste debería ser casi el único a tener en
consideración. El hombre es una insignificancia para quienes montan el dinero a
lomos de la humanidad y se colocan la cuenta corriente como estrella de Belén.
Incluso el desarme, que es, supuestamente, el objetivo de quien se alza con la
victoria en la guerra, sigue siendo un disfraz. Sólo existe una forma de
desarme eficaz, y la guerra a demostrado que su objetivo es incrementar el potencial
de armamento, con frecuencia innecesario, para beneficio del fabricante de
armas.
La disertación de Butler,
breve, concisa, sin florituras pero con mucha vehemencia, se inscribe en la
literatura antibélica, aunque en un estante distinto al que colocamos Trampa
22 o Matadero cinco: la guerra es la única estafa en la que “los
beneficios se cuentan en dinero y las pérdidas en vidas”, afirma al principio,
para exponer que es, por tanto, la estafa más necesaria de parar. Y concluye
que este beneficio debería eliminarse, que se debería permitir a los jóvenes decidís
si empuñan las armas y reducir los objetivos de las fuerzas armadas a actos de
defensa. Con una cierta ingenuidad, esta alocución debería ser escuchada a
diario, como debería ser escuchada la carta del jefe indio Seattle en respuesta
al presidente de Estados Unidos cuando le ofreció comprarle las tierras y crear
una reserva, esa que tuvimos colgada con chinchetas en las paredes de la
habitación durante nuestra juventud: “¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o
el calor de la tierra?”.
Fuente: Revista de letras
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