martes, 6 de junio de 2017

'Contra el cambio' y 'Viaje a la Palestina ocupada'

A veces he tenido que combinar en una reseña dos libros tan dispares como estos. Fue para Quimera

Contra el cambio
Martín Caparrós
Anagrama
Barcelona, 2010
275 páginas

Viaje a la Palestina ocupada
Eric Hazan
Traducción de Sara Álvarez Pérez
Errata Naturae
Madrid, 2010
125 páginas


La conclusión antes del viaje

Lo más admirable en la obra de un escritor de viajes como Paul Theroux es la distancia que establece entre el ineludible autor y las presencias que le salen al paso. Frente a los lugares y las personas, siempre se presenta sin prejuicios, dispuesto a aprender, pero como aprende el hombre inteligente, con un punto preciso de cinismo y de confianza, pero sin ser un cretino ni caer en la autocomplacencia. En ese sentido su último libro, Tren fantasma a la estrella de Oriente, es una obra maestra.
Frente a un autor de viajes como Theroux, otros se plantean, de inicio, crear una obra comprometida, partir a la defensa de unas ideas preconcebidas que en mayor o menor medida merecen ser consideradas. Ese es el caso tanto de Martín Caparrós como de Eric Hazan, dos escritores a quienes los viajes aquí reflejados no consiguen transformar en alguien nuevo, tal vez por un exceso de implicación emocional desde antes de la partida.
El primero de ellos, el periodista argentino, Caparrós, parte en un viaje múltiple que le lleva a lugares tan dispares como Nigeria, Australia o las islas Marshall, para entrar en el debate sobre el cambio climático o, para ser más precisos, sobre la conveniencia de exprimir el fenómeno socioecológico del cambio climático en la medida en que se está haciendo. Escéptico desde el inicio, se preocupa en disparar contra todo lo que le sale al camino: el ecologismo –sin distinguir entre conservacionistas y medio ambientalistas-, la globalización cultural a la baja, los agentes contaminantes, los apóstoles del cambio climático y la desnaturalización del planeta. Para ello se refugia en un estilo que da la impresión de sugerir un pensamiento caótico, en la fragmentación y la digresión, confiando en que la impresión de improvisado resulte natural, preocupándose más por conseguir una frase impactante que por la originalidad de su pensamiento. Y así no termina de elaborar en condiciones los asuntos que reúnen estos textos, los que impulsan al viaje y a todo lo que eso debería de suponer: la denuncia bien transformada en narración. Da prioridad a un humor en ocasiones demasiado tópico, a una intención de mostrar ingenio basada en la primera reflexión que le sugiere la información que recibe, con demasiada frecuencia, a través de segundas fuentes. De ahí que en sus conclusiones no se dé prioridad a la puesta en marcha de soluciones contra el cambio climático, sino que se limite a enunciar los beneficios que este está reportando a la casta de los que saben ver las oportunidades en cualquier desgracia. Para Caparrós, hay demasiado de farsa en todo el revuelo que se está levantando a cuenta del cambio climático.
En el segundo libro, Viaje a la Palestina ocupada, Eric Hazan reincide en la herida de un país y un pueblo abandonado a su suerte y al afán de los opresores. No termina de mostrar ninguna idea que antes no expresara, por ejemplo, Edward Said, en este texto construido en párrafos cortos, transcripciones directas de una libreta de apuntes o del contenido de una grabadora. Pero aunque el mal resulte evidente a estas alturas, conviene detenerse en el individuo. Hazan es un hombre sensible, más próximo al arte que al periodismo, que trata de poner rostro a la ocupación transcribiendo sus encuentros, a través de entrevistas o minúsculas crónicas que representan la biografía del desahuciado. En unas pocas páginas, se preocupa por fabricar un mosaico representativo, una suma que sustituye a la obra coral por un texto de voces sucesivas que no terminan de aceptar la derrota pero no acaban de reconocer dónde está la lucha en la actualidad, como si se hubieran agotado los cartuchos de la resistencia. De ahí la intención de este libro, que es despertar conciencias, soplar sobre los rescoldos para avivar la llama.
Mantener el debate vivo, como hace Caparrós, o las espadas en alto, como en el caso de Hazan, son razones suficientes para justificar una obra. Pero no siempre son argumentos sobre los que construir un relato. Con todo, merece la pena echar un vistazo a ambos libros.

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