Sabía leer el cielo
Timothy O’Grady y Steve Pyke
Traducción de Enrique Alda
Pepitas de calabaza
Logroño, 2016
175 páginas
Inmigrar supone no volver a tener suelo bajo los pies. La patria, o la sensación de refugio que es la patria, no la geográfica, o no solo la geográfica: la amistad, los vínculos amorosos, los juegos de la infancia, desaparecen. Y uno se queda para siempre sin suelo bajo los pies, aunque regrese al lugar donde nació. El resto de la vida lo pasarán echando de menos. ¿Qué es echar de menos a alguien? “Es la sensación de estar en un lugar desconocido y perder el rumbo. Es la sensación d mirar sin ver y comer sin saborear. Es olvido, la incapacidad de moverse, la incapacidad de conectar. Es una sentencia que se ha de cumplir y si la persona que se echa de menos está muerta, es una sentencia muy larga”. Así se expresa el narrador de esta crónica, que es un solo inmigrante, pero es la suma de muchos inmigrantes. Es una única voz, plural, un único amor, plural, una sola melancolía, plural, una suciedad, plural, un robo del futuro, que es el mismo para todos los entrevistados gracias a los que se construye este libro sobre un mundo que es lo contrario al paraíso, excepto por unos pequeños huecos, en los que habitan los que ganaron la oposición de cuna, o mientras vemos una película de Disney.
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