miércoles, 8 de marzo de 2017

‘Luz en las grietas’, de Ricardo Martínez Llorca

Por Carlos Marín

Luz en las grietas

Ricardo Martínez Llorca

Desnivel
Madrid, 2016
176 páginas
Luz en las grietas nace como un libro maldito.
Sufrirá la primera maldición, la clásica, la de pasar desapercibido de cara al lector. Porque el tipo de poesía que destila es la poesía de los malditos. Si tuviéramos que emparentar el bellísimo trabajo de Ricardo Martínez Llorca (Salamanca, 1966) con alguien, sería más con Rimbaud, con Shelley, con Claudio Rodríguez, que con los escritores de su época. De hecho, cualquier párrafo de Luz en las grietas transforma las obras de sus contemporáneos en escritura plana. Muy plana. Delante tendremos lo que es un testimonio, pero también un testamento, una narración sincera y brutal, de una lírica desconcertante, que a lo que más nos recuerda es a Ebrio de enfermedad, de Anatole Broyard, o a Esa salvaje oscuridad, de Harold Brodsky. Solo la proximidad de la muerte da sentido al texto, que leemos con el corazón encogido, a la par que con el deseo de que no se termine nunca. Pocas veces se siente tanto como aquí el impulso de volver a leerlo, una vez cerrado el libro.

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