lunes, 22 de julio de 2024

A TODA MÁQUINA

 

A toda máquina

Dervla Murphy

Traducción de Lucía Barahona

Capitán Swing

Madrid, 2024

295 páginas


 


Soñamos con el paraíso, con ese lugar donde seremos a la vez libres y felices durante todos los segundos, sin interrupción. No sabemos bien qué relación existe entre la libertad y la felicidad, pero nos resulta casi imposible sentir una y no sentir la otra al mismo tiempo. Que no haya cadenas significa que no hay motivos para la desdicha, porque es posible modificar, o intentar modificar, todo lo que uno va a encontrar por delante, incluida la forma que tenemos de entender los problemas y la tristeza. Lo que parece casi seguro, o al menos así podemos deducir de la lectura de esta obra de Devrla Murphy (Lismore, Irlanda, 1931 – 2022) es que la actividad que ayude a incrementar los afectos, las emociones, las sensaciones, la pasión, la vitalidad, supone, como consecuencia, incrementar también el respeto que nos merecen los demás y el respeto que se merece la naturaleza. En realidad, A toda máquina no parece escrita con palabras, sino con afectos.

Murphy sale de su Irlanda natal en bicicleta y se propone llegar así a la India. No parece un proyecto nuevo, a estas alturas, por lo que debemos añadir que estamos en 1963, cuando el mundo no tenía la misma forma que tiene ahora. De hecho, si atendemos a lo que ella nos cuenta, el mundo era un embrión sano, un proyecto lleno de bondad. Entonces se podía viajar sin hacer turismo, por ejemplo, sin dejar huellas infames, sin contribuir al deterioro, y cada experiencia era un aprendizaje que no solo nos implicaba de piel para dentro, porque nosotros también ayudábamos a mejorar el mundo. ¿Acaso no supone mejorar el mundo impulsar la bonhomía de los demás? Lo que nos resulta doloroso es pensar que estos territorios humanos en formación, por los que atraviesa, poseen cierta tendencia a intentar asemejarse a los países que más han progresado, donde hay menos calidad humana. Leído a fecha de hoy, nos sorprende que el paraíso sea Afganistán, pero lo que nuestra cicloturista encuentra allí es la humanidad ideal. Hay que decir, eso sí, que Murphy es una viajera especial, alguien con la sensibilidad cargadísima, como demuestra el trato que da a su bicicleta, pensando en ella como si se tratara de una mascota, un ser sensible.

El libro es maravilloso. Murphy iba escribiendo un diario que luego enviaba a sus amigos en Irlanda, que será la base sobre la que redacte la obra que tenemos entre manos. No hay adornos intelectuales, ni crónicas al margen ni nada que pueda tener su origen en la documentación posterior: se limita a expresar lo más significativo de lo que le sale al camino y lo que siente acerca de lo que le sale al encuentro. Sobre todo, la hospitalidad. Es un viaje desnudo en el que el principal valor que se transmite es la conciencia de nuestra limitación, que será una impresión imprescindible para darnos cuenta de todo lo que nos falta por aprender. El mundo puede ser duro, y a veces no cesan de aparecer escollos, pero jamás es hostil, y lo agradable se debe, sin duda, a su mirada: el exterior nos devuelve en buena medida lo que le entregamos. Lo que debemos valorar es lo que yace bajo la apariencia, aunque nos metamos en una cama llena de pulgas. Se impone el tono amable y afectivo, este que descubre que a mayor lujo, peor será nuestro humor. Lo que importa es la tolerancia, es la solidaridad, es la generosidad: «Considero que este tipo de vida en la que estamos Roz (así se llama la bicicleta) y yo, el cielo y la tierra, es pura dicha», sostiene. Y nosotros le agradecemos que la comparta en forma de libro, porque no son tantas las ocasiones en las que podemos sentirnos también dichosos.

 Fuente: Zenda

No hay comentarios:

Publicar un comentario