miércoles, 10 de julio de 2024

LAS FIERAS

 

Las fieras

Clara Usón

Seix Barral

Barcelona, 2024

374 páginas

 



La novela y el periodismo tienen la misma sustancia: intentar explicar narrando, intentar que el relato sirva para colocar razones, para conocer los porqués de los sucesos, para aprender a tratar con los conflictos que genera la condición humana. Este principio lleva a Clara Usón (Barcelona, 1961) a escribir una novela en la que la crónica ocupa el cuerpo central de la obra sin que por ello se resienta la ficción. Esta ficción parte de la creación de un personaje, una chica cuyo padre forma parte de los GAL en los años ochenta, y sus vínculos con otro que, este sí, ha sido real y su existencia impone, sin necesidad de adornos, pues es la terrorista Idoia López Riaño, conocida como la Tigresa. Como novela híbrida, a Las fieras se le ven en ocasiones las costuras. Pero eso no importa. Lo que importa es ayudarnos a conocer cómo funciona la cabeza de estos dos personajes, que actúan con fiereza, convencidas de sus motivos, empeñadas en su razón. De hecho, Usón no tiene ningún problema en darle voz a López Riaño de vez en cuando, en los momentos en que no se podría narrar mejor desde fuera.

La novela funciona como un tiro. Todo sucede deprisa, sin que apenas se nos permita instantes reposados. Está despejada de todo aquello que podría interrumpir la acción. Y nos habla, por un lado, de un momento que ya podemos catalogar como histórico, a pesar de que la gente de cierta edad lo recuerde casi como algo que sucedió hace bien poco, y por otro de una edad, una juventud que solo puede ser impulsiva. Nos transporta a una época en la que están presentes ciertas personas reales, muchas de ellas todavía vivas, que aquí funcionan como atrezo, ayudan a crear el ambiente en el que estas dos mujeres gestionan su rabia, sus dudas y sus certezas. De hecho, en algunos momentos de la lectura vamos teniendo la impresión de que lo que realmente pretende Clara Usón es hablarnos de las dificultades para ser mujer, exponiendo a sus protagonistas a los extremos, tensionando la cuerda hasta el límite. Lo que seguro que les resulta imposible es ser femeninas. Porque la hostilidad que se transmite solo es latente en los momentos en que estamos dentro de la vida familiar de ellas, mientras que es explícita en cuanto la vida pasa a ser pública. Esto nos lleva a preguntarnos si el terrorismo puede considerarse vida pública, dado que para nuestros personajes es imposible mantener una vida al margen, algo parecido a una vida normal, esa que tiene quien lee el periódico en una terraza los domingos por la mañana.

En realidad, están siempre conviviendo con el enemigo, sin que este sea necesariamente la persona a la que uno le pegaría un tiro en la cabeza. De ahí esta atmósfera escasa de oxígeno que posee la obra, que se resuelve sin agobiar al lector gracias a la actividad constante que va describiendo. Las fieras están convencidas de su justicia y su causa. Hemos comenzado hablando del intento de explicar los conflictos de la condición humana, y deberíamos terminar afirmando que está condenado al fracaso, dado que resulta imposible de resolver. Pero esto no es un fracaso. Sin ser conscientes de que jamás llegaremos a la solución no se habrían escrito las mejores novelas de la historia de la literatura. El terrorismo nacionalista y el terrorismo de Estado son un sustrato de sangre y violencia en la que no se puede crecer de una forma que no sea violenta. Esta violencia sirve para aportar una pequeña dosis que nos ayuda a conocer cómo somos mostrándonos lo que podríamos ser si las condiciones nos hubieran llevado a otro lugar en una época llena de escombros.


Fuente: Zenda

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