sábado, 12 de noviembre de 2022

ODIO

 

Odio

José Manuel Fajardo

Fondo de Cultura Económica

Madrid, 2022

106 páginas



 

La propuesta es volver a la narración. Tras diez años sin crear obra propia, un relato, una novela, José Manuel Fajardo (Granada, 1957) regresa con esta novela breve, o con esta combinación de relatos largos, una experiencia que pretende narrarnos cómo se construye el mal. Fajardo despliega dos situaciones en paralelo, ubicadas con más de cien años de diferencia, centrándose en un protagonista de dos acontecimientos horribles: un atentado y un asesino en serie. En el primer caso, el atentado, un acontecimiento reciente, comienza hablándonos de un mundo marginal, entre inmigrantes que profesan el islam y se mueven en el ámbito de la droga, en un barrio de París. En el segundo, reconocemos enseguida a Stevenson y un poco más tarde a Oscar Wilde, y nos lleva al Londres de cerca de 1900, y tal vez sea el que mejor defina el proyecto literario de Fajardo, que aspira, como el autor escocés, a convertirse en un narrador puro. Y es, todo hay que señalarlo, uno de los escritores españoles que más cerca está de conseguirlo.

La novela se despliega con un estilo tan sereno como natural, con los tiempos perfectamente medidos y dos estructuras redondas que van alternándose. No cabe ningún reproche de estrategia narrativa. Y comenzamos conociendo a unos seres que sienten en su existencia el deseo de cambiar, que no logran ser felices y lo lamentan. Uno de ellos fabrica bastones artesanalmente y tiene por cliente a Míster Hyde, el reverso oscuro del Doctor Jekyll. El otro profesa un amor desmesurado por una modelo mientras trata de sobrevivir entre la mala fortuna del inmigrante. Ambos se cuestionan qué elecciones hicieron mal en la vida para no tener la fortuna de ser felices y comprobamos cómo van abocándose sus momentos para deslizarse hacia el mal. Y encuentran en él una ocasión que consideran que no deben desaprovechar. No es complicado ir enlazando los datos que poco a poco afloran, para saber que estamos frente a dos tipos que odian porque no les queda más remedio. Tal vez no sean psicópatas, tal vez su mal no tenga un origen genético, no sea congénito; tal vez sean los factores ambientales los que orientaron esa desviación que terminará en sendas tragedias. No es sencillo encontrar tu lugar en el mundo, lo cual explica, pero no justifica, que uno termine llegando a convertirse en la peor versión de uno mismo. En ese sentido, no hemos evolucionado tanto como especie, al menos en el espacio que recorren los ciento veinte o ciento treinta años que separan los dos relatos que componen esta atractiva novela.

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