miércoles, 2 de marzo de 2022

EL MAL DEL CHAMÁN

 

El mal del chamán

Jacek Hugo-Bader

Traducción de Ernesto Rubio y Agata Orzeszek

La Caja Books

Valencia, 2022

357 páginas



 

La civilización occidental ha tardado siglos en llegar a unos conocimientos científicos que se supone salvan vidas, es decir, salvan el mundo. Entrelazamos esos conocimientos con nuestras necesidades y sobre ese sustrato elaboramos lo que creemos que es un acervo cultural, que se nutre también de datos históricos y hasta de tradiciones suaves o canallas. Una buena parte de lo que somos es dogma, pero otra, la que mejor nos salva, es debate. La primera está cerrada y la segunda en perpetuo movimiento, alimentada por las cualidades de la curiosidad, la generosidad, la colaboración, la empatía y las ilusiones. Con todo, tanto lo rígido como lo elástico tiene que crecer sobre nuestros instintos primarios, en los que destaca la violencia, pero también el deseo. Y este deseo, bien encauzado, puede llegar a ser una ruta hacia la salud, hacia la sanación. Al fin y al cabo, el efecto placebo se sustenta sobre eso: desde el fondo de un cerebro partido, se impone el anhelo de recuperación, porque en esta vida hay demasiadas cosas buenas a las que es un disparate renunciar. Basta con ser consciente de que uno está haciendo algo para sanar, basta con la lucha, para empezar la recuperación.

Algo así parece ser la conclusión del nuevo viaje que emprende, otra vez por Rusia, otra vez por la espalda del mundo, Jacek Hugo-Bader (Sochaczew, 1957), que se está convirtiendo en uno de los mejores cronistas del planeta. El eje alrededor del que gira el viaje, los encuentros con chamanes, terminan por ocupar todo el relato, pues de tal calibre es la potencia de los encuentros, de las entrevistas, de los relatos que escucha.

«-¿Y de qué pensaban tratarlo? -pregunto-. ¿De la guerra, del vodka, de las alucinaciones, de la esquizofrenia?

«-Del mal del chamán -gruñó Antoni.»

Entramos en algo parecido a la locura, para ir descubriendo que ese talento, el de poseer las virtudes de un chamán, tal vez no sea tan disparatado. Al parecer, sí hay gente que se cura a través de sus intervenciones, y sí hay algo de videncia. En cualquier caso, una vez dentro de la misma atmósfera que respiran quienes creen en ello, no resulta tan sencillo ejecutar un pensamiento cartesiano que nos permita ver con distancia, y así cuestionar, las consecuencias de lo que se escucha. Hugo-Bader crea así una crónica que está cerca del realismo mágico. Una crónica que es una realidad que en otra parte se atendería de otra manera: “A veces, mientras estamos viendo la tele y tomando té la mar de a gusto, Antoni empieza a hablar con alguien. Resulta que eso no impide que llevemos una vida perfectamente normal, aunque en mi planta para algo así administro medicamentos psicotrópicos”.

«-Al lector europeo le resultará una ficción imposible de digerir», le advierte uno de los protagonistas, cuando Hugo-Bader le anuncia que en el libro aparecerán los secretos chamánicos. Pero esa intuición es uno de los pocos errores que parecen cometer los entrevistados en sus encuentros con el autor. El libro se devora, por seguir utilizando la metáfora digestiva, y pasa inmediatamente a formar parte de nuestro organismo. Está escrito con una resolución prístina y nos remite a un mundo que echamos de menos, un mundo en el que todo funciona de una forma más natural, sin pastillas para dormir, sin plataformas digitales, sin encuentros a través de páginas web, sin compras online, sin contaminación sobre las cabezas, sin noticias furiosas ni discusiones enfurecidas. Es posible, es bastante probable, que encajemos a estos seres entre los locos, pero será en la categoría de los locos que merece la pena conocer, pues sus causas no son ilegítimas. Y, de hecho, gracias a la soltura que Hugo-Bader ha demostrado en tantas ocasiones, estaremos conociéndolos y alegrándonos de compartir ese viaje. El mal del chamán es una obra maestra de la crónica.

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