martes, 11 de febrero de 2025

EL VIAJE

 

El viaje

Estíbaliz Madrazo San Emeterio

Nazarí

Granada, 2024

166 páginas



 

Vivir consiste en ir descubriendo que uno está vivo. La palabra clave de la afirmación es el verbo descubrir. No se trata de caerse del caballo durante el camino a Damasco, una y otra vez, porque no es necesario un golpe tan fuerte. A veces basta con mirar alrededor. Y si lo que uno encuentra no es lo bastante sugerente, o es demasiado conocido, puede largarse a otro lugar que le facilite los descubrimientos. Si tienes dentro un alma con algún rasgo de poeta, al regreso estarás en condiciones de descubrir, o de volver a descubrir, como si nunca lo hubieras hecho, aquello que creías conocer.

El mérito de Estíbaliz Madrazo San Emeterio (Bilbao, 1979) en este dietario que se titula El viaje, es el de una persona convencida de que es posible mantener, a lo largo de muchos años, una mirada no contaminada. La obra se ha ido gestando a lo largo de diecisiete años, aunque uno debe añadir que son esos años más toda la vida. Aunque incluye algunos apuntes desde otros lugares, el grueso del dietario está escrito en Ciudad de Guatemala, Buenos Aires y Bilbao. Los tres lugares donde se ha formado la autora que confiesa, en una de las primeras páginas, el sentido de estos viajes: «Ahora que me estoy quedando sola conmigo misma, empezando a querer y a quererme mejor, es como si tocara el fondo de las cosas y ya no sé siquiera cuáles son las preguntas». Es posible que a la hora de la verdad no existan tales preguntas. Es posible que el descubrimiento sea más fructífero si uno no sabe lo que busca, pues se trata de estar abierto a que la vida te sorprenda.

Durante su estancia en Guatemala, la autora se centra en microhistorias, en anécdotas, en sucesos, en lo que le sale al paso, mientras que más tarde y, nos atreveríamos a decir, más madura, durante los años de estancia en Argentina, se vuelve reflexiva. A ambos sitios acude como cooperante, es decir, a ambientes en los que va a reconocer la necesidad, y en ambos lugares recurre, de vez en cuando, a la poesía, que es lo que nos salva en los peores momentos de crisis. Es sensible y no esconde que se ve afectada. De hecho, demuestra que afilar los sentidos en condiciones sólo puede significar estar dispuesta a mostrarse sensible con lo que sucede al otro lado de la piel. Pero eso afecta al interior, y así nos va descubriendo lo que la ha construido, o al menos lo que ella considera que la ha construido, dejando este libro entre esos del género que podrían llevar por subtítulo una confesión. Escrito con sencillez, en este dietario subyace constantemente la cuestión de la felicidad, tomándose a uno mismo por el mejor registro: ¿soy feliz? ¿Qué me hace feliz? No se trata de definir la felicidad, que es un concepto confuso, sino de sentirla, que es un sentimiento claro:

«Percibir el movimiento. Ser consciente de mí en este momento. Atreverme a soltar. Reconocer la atracción, el encanto, el enamoramiento, como expresión de Amor que sostiene la Vida. Celebrar que lo que me apasiona vivir no es solo mío, sino cómplice del universo. Recorrer el laberinto con asombro e impaciencia. Conmoverme por la sensación de que todo lo que sueño, lo que anhelo en este tiempo, ya lo viví, lo estoy viviendo. Saber que tengo el coraje para decidir y actuar. Sentir que es tiempo de sacarme los zapatos y correr hacia el mar.»

1 comentario:

  1. Sigues vivo, sigo vivo. Conjugación a dos voces al despertar de cada día. Luego, seguir.

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