lunes, 10 de octubre de 2022

LA VIDA, DESPUÉS

 

La vida, después

Abdulrazak Gurnah

Traducción de Rita da Costa

Salamandra

Barcelona, 2022

350 páginas

 



Se ve, también, en muchas películas del Oeste, cuando el ganado devora el territorio sobre el que los agricultores tratan de hacer crecer unas lechugas y unas cebollas. Colonizar fue un acto muy violento y sus resultados sólo pudieron ser convulsos. Hoy en día, la colonización sigue las fibras de internet y se traslada mente a mente. Pero entonces un territorio poseía otro significado, era riqueza, era poder, era cualquier cosa que se pudiera concluir de la codicia, incluido el imperio. Frente a la colonización, una de las alternativas más dignas pudo haber sido el mestizaje. Ese fenómeno se repite hoy en día, cuando tenemos que afrontar nacionalismos cerriles y nos damos cuenta de que los demás, sus culturas y sus formas de pensar, además de sus aspectos, nos ayudan a ser mejores personas, porque nos ayudan a aprender. No querer aprender, porque uno considera que ya lo sabe todo, es no querer crecer y en esta vida no sirve el estancamiento: si uno se queda parado, va a ir marcha atrás. En este caso, eso supone practicar el antónimo de la bonhomía.

La obra de Abdulrazak Gurnah (Zanzíbar, 1948) retorna a la colonización, retorna a África, una y otra vez, para hablarnos de su gente. Y nos damos cuenta de que sus intenciones sólo pueden ser buenas, en el buen sentido de la palabra bueno. Los personajes principales están colmados de buenos sentimientos que se mantienen firmes hasta en los mayores tiempos de hambre. El mundo que nos describe parece estar en plena formación, parece que es un planeta que estemos inventando, y en él nuestros personajes intentan cultivar la generosidad y el afecto. A pesar de la violencia que se extiende y que empapa todo a su alrededor, en el contacto con el otro tratan de no hacer daño y, en la medida de sus posibilidades, de ayudar. Aunque saben que deben reservarse un tanto así, para no ser ellos los que sufran. Los extranjeros son militares o sacerdotes, por ejemplo, son figuras que representan, mientras que ellos, los africanos, incluidos los de origen indio, son personas, son actores, son protagonistas de sus propias vidas, aunque para ello deban buscar entre los rincones del mundo alguno en el que alojarse con cierta comodidad.

La vida, después es un relato muy tierno, escrito con el pulso ajustado al ambiente que se pretende recrear, lento pero con sucesos que no cesan de acontecer. Nos importará el mundo emocional que hay detrás de lo que leemos, porque nos importará la suerte de los personajes. Gurnah nos demuestra que adora su trabajo como escritor, y eso se hace notar en el relato. No cabe mayor elogio.

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