Bajos fondos
Luc
Sante
Traducción
de Pablo Duarte
Libros
del K.O.
526
páginas
Una
mitología de Nueva York
Hoy
Nueva York es esa ciudad que todo el mundo visita convencido de estar
encontrándose con todos los colores del mundo, mientras que cualquier taxista
puede amenazarte de muerte y echar mano a la guantera si discutes con él por el
cambio del importe. Las dimensiones de Nueva York o, para ser más exactos, de
Manhattan, no son humanas. La gente vuela a ras de suelo para llegar a tiempo a
la siguiente esquina, que dista medio kilómetro, mientras sobre su cabeza un
sol licuado estropea el azul de un cielo con una gasa de contaminación, o cae
un chaparrón que dejará la ciudad colmada de esqueletos de paraguas cuando
decline.
Pero
Luc Sante (Verviers, Bélgica, 1954) no vigila esta ciudad caótica, tan
divertida como carente de armonía. No atiende a la música a su leyenda
como epicentro del mundo. Sante busca en
la historia los años en que Nueva York tomó forma, de 1840 a 1919, ejerce una
inmensa labor de documentación y precisión, un trabajo que solo se puede hacer
con mucho cariño, y nos presenta, uno por uno, a los personajes que
construyeron la mitología sin dioses de esta ciudad. La escritura de esta obra
es tan acertada, que nos hace sentir que es de obligado cumplimiento conocer
personalmente a tantas personas. Así las describe él, como si acabara de
despedirse de ellas hace un minuto, dejando un imborrable recuerdo en una
memoria que siente atracción por lo oculto. O por lo oculto y a la vez bohemio,
en una aparente paradoja. O por lo oscuro y por el futuro, que es a su vez una
paradoja más. O que siente nostalgia mientras que expresa prejuicios, nueva
paradoja a la alcance de los mejores escritores. También resulta paradójico que
lo que es tradición es a la vez decadencia. Pero, como él confiesa, le
interesan más las leyendas urbanas que los informes oficiales. Y los resortes
morales que por la noche nos entregan a la par el placer y el daño. Pues la
noche “es gloriosa y es vecina de la muerte”.
Bajos fondos
indaga en lo más turbio de las tentaciones y sus consecuencias, que se refieren
al escombro humano y a la supervivencia. Dividida en una estructura temática,
tan sencilla que facilita la lectura hasta el fin casi de un tirón, comienza
por presentarnos el teatro como una representación paralela de la ciudad.
Mientras en la ciudad no dejan de suceder las intervenciones de los raros y los
virtuosos. Bajos fondos trata sobre
la verdadera historia, la historia popular. Y Nueva York no surgió en el planeta
como Camelot. A Nueva York la creó el vicio, desde el opio al sexo, el alcohol
y todos sus satélites activos, los timadores y las peleas a muerte entre bandas
o inmigrantes de distinta procedencia. De hecho, por momentos pasamos páginas y
páginas preguntándonos de dónde procede tanta violencia gratuita, y suponemos
que Sante considera que ese es el ADN de la Gran Manzana. De hecho, escribe
remitiéndose a lo concreto, como si lo estuviera presenciando, como si hubiera
vivido todo este gran teatro humano en el que la policía aplicaba las leyes de
manera laxa y los artistas creaban paisajes imaginarios. Nueva York es, en
definitiva, el hogar de la gente sin techo, de los huérfanos y los muertos de
hambre. Bajos fondos se remite casi
siempre a la triste filosofía de las alcantarillas. La realidad es sobre todo
ruinas y excrementos.
He
aquí un libro magnífico, una explicación de la locura de Nueva York, pero sin
perder de vista el instante en que todavía conservaba humanidad,
independientemente de la estofa de la que estuviera hecha. Leer este libro
habiendo visitado Manhattan, o antes de visitarlo, nos ayudará a explicarnos la
sociopatía que inunda la jungla de asfalto, como si se tratara del resultado
somático de esta mitología.
Fuente: La línea del horizonte
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