Bajo el sol
Bruce
Chatwin
Traducción
de Ismael Attrache y Carlos Mayor
Sexto
piso
Barcelona,
2012
556
páginas
Guía contra el
aburrimiento
Simpático,
polémico, creativo, exquisito, culto, enfermo de soledad y de compañía,
emprendedor, excéntrico, seductor, mitómano, culo de mal asiento y no se sabe
cuántos adjetivos más. De hecho, casi todos los del diccionario se podrían
aplicar a Bruce Chatwin (Sheffield, 1940-Niza, 1989). Como demuestra la lectura
de este volumen, que recoge buena parte de la correspondencia que envió a lo
largo de su vida, recopilada por su mujer, Elizabeth Chatwin, y por Nicholas
Shakespeare. Estructurada cronológicamente, y con textos intercalados de los
editores en los que se reseñan capítulos significativos en la vida de Chatwin,
el libro termina por resultar una pieza a caballo entre la biografía y la
autobiografía. Esa forma experimental es, tal vez, el hallazgo más puramente
literario del volumen. De alguna forma, es un relato a dos voces, si sumamos a
la segunda voz las acotaciones a pie de página, en las que se incluyen
testimonios de gente que topó con Chatwin y que del encuentro no salió indemne.
El resto, lo más importante, como no podría ser menos, es la intención de leer
no la literatura de Bruce Chatwin, sino al propio autor.
Y así es
como nos encontramos con alguien que concibe todo, que concibe la existencia,
con mucho teatro, con un hombre que está empeñado en actuar su vida, en ser su
protagonista. Para Chatwin, el viaje es otra forma de huir y cualquier huida es
una buena actuación. Lo principal es inventarse, pero no inventarse de
cualquier manera, porque para él los argumentos son funestos, y por lo tanto
debe ir improvisando. Y en la improvisación se muestra tan enérgico como
bipolar, e incluso ciclotímico. Para comprobarlo, bastan sus propias
afirmaciones acerca de la contradicción que supone su dedicación literaria, tan
sedentaria, con su búsqueda de motivos para ejercer la literatura, tan próximos
al nomadismo. Y con esa costumbre que tiene de defender una idea, un parecer, y
al día siguiente el contrario, como expresa al relacionar sus impresiones
acerca de personas y países a lo largo de su correspondencia: lo que un día era
el paraíso, al siguiente bien podía ser el infierno. “Un chavalillo que va a lo
suyo, pero tiene una energía impresionante”, llegó a decir de él Gerald Brenan.
Y ese ir a lo suyo es lo que va expresando en su correspondencia, en la que
puede llegar a ser narcisista, pero jamás pedante.
En algún
momento, uno puede tener la tentación de enfrentarse a estos textos como quien
va a un psicoanálisis, dispuesto a encontrar la verdad del autor de esas obras
que tanto nos cautivaron. Pero cierto tono constante de mal humor y, sobre
todo, la vehemencia con la que vive, evita cualquier profundización psicológica.
Aunque, eso sí, el lector encuentra la explicación a una educación sentimental,
la que le llevó a enfrascarse en sus obsesiones. Y entre esas obsesiones, las
más llamativas de una larguísima enumeración, son: los destinos o el destino;
el dinero o de dónde sale el dinero; su colección fluctuante de variados
objetos de arte o artesanía; la crítica a todo lo que huela a británico; la
defensa y reserva de su independencia, a la que identifica con la libertad;
unos sueños que se mueven al filo del egoísmo; la voluntad de ser un desastre
para la vida práctica y la vida social; el baile constante de la filia a la
fobia; ser diferente o saberse diferente (“¿Por qué están chalados todos mis
amigos?”, llega a decir); el anhelo de estar en otro lado como si eso supusiera
el rescate de su alma (“Tengo muchas ganas de hacer algo sobre el tema del
peregrinaje, sobre la idea de encontrarse a uno mismo en movimiento”,
confiesa); y, por encima de todo, no aburrirse, tener el mundo a su disposición
y protagonizar una vida, para lo cual es inevitable ser diferente. Lo cual
implica, en buena medida, pretender ser mejor que los hombres grises que
construyen un mundo gris. Algo que se puede elogiar sin reproche.
Diseñado
para los seguidores del gran autor que fue Chatwin, Bajo el sol es una guía que nos enseña cómo planificar los días
sobre la Tierra para combatir el aburrimiento.
Fuente: Quimera
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