La tierra de los sherpas
Ella
Maillart
Traducción
de Irene Lozano
Tushita
Barcelona,
2016
88
páginas
Siendo
uno de los libros más breves de una de las más grandes escritoras de viaje, es
uno de los más sentidos. En cualquier grado que se quiera dar a la polisémica
palabra sentido. Este libro, apenas
una fotografía, una imagen, una impresión, contiene todo el espíritu de la
necesidad del viaje y de la necesidad de expresar el viaje. “La redención hecha
viaje”, cita Enric Soler en el prólogo. Aunque no lo sepamos, todos tenemos un
tumor que redimir y nos confiamos a lo
que sea, incluida la literatura, para difuminarlo. Viajar, como enamorarse, es
disfrutar, pero cansa. No se puede ser sublime sin interrupción, como no se
puede estar enamorado sin interrupción o al menos sin algún minuto de debate
interno. Pero no cabe ninguna duda de lo que es un flechazo. Y este libro
contiene muchísimo cariño y toda la ternura del viaje: la admiración por la
bondad y la generosidad de un pueblo que, prevé Ella Maillart (Ginebra, 1903 –
Chandolin, 1997) está a punto de iniciar el proceso de descomposición. Maillart
visita a los sherpas y convive con ellos antes de que aterrice en la región la
avalancha de grandes expediciones hacia las cumbres del Himalaya. Los
alpinistas ya han pasado por allí y ya han dictado que la ayuda de los sherpas
será imprescindible. Y detrás de ellos vendrá el turismo.
Pero
Maillart llega en el momento justo en que todavía podemos descubrir a los
sherpas. O al menos descubrirlos para occidente. Las fotos que acompañan al
delicioso texto, hablan de la condición de esa gente que convive con la montaña
en lo más divino, y también en lo más humano. De la montaña dependen sus
cosechas y la supervivencia espiritual. Mientras nosotros viajamos al pasado de
la mano de Maillart, ella nos desgarra intentando definir la sabiduría como una
forma de inocencia. La inocencia en lo permanente y cotidiano, en la forma de
vida. Y la inocencia en las reacciones frente a lo desconocido y lo extranjero.
Y también en esas alegorías en forma de leyendas que no puede evitar la
tentación de reproducir nuestra querida Ella Maillart.
Fuente: Culturamas
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