La montaña dentro
Hervé
Barmasse
Traducción
de Rosa Fernández-Arroyo
Desnivel
223
páginas
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Que
la vida es un cuento contado por un idiota lleno de ruido y furia, o algo por
el estilo, queda muy bien sobre los escenarios del teatro donde, sobra decirlo,
lo que se hace es una representación de la realidad, no mostrar la vida. Para
mostrar la vida hay que saber dar fe de la propia y mostrar compasión al menos
por la de quienes te rodean. La vida es una tragedia si uno elige la tragedia
como emoción primaria. Y es muy frecuente tropezarse con gente que desea sentir
esa emoción para sentirse vivo, desea el drama, el enfado, la desdicha, la
autocompasión, la miseria moral, el alma gris y la cruz de las cejas marcada
con un surco muy profundo, trazado por su costumbre de hacer teatro para llamar
la atención, para ser el centro del universo. Hay mucha gente, demasiada, que
ante las tragedias lo que les preocupa no es resolver, acompañar, las caricias,
que son la marca de amor en cuerpo ajeno. Creen que lo que importa es su
angustia.
La
reflexión viene a cuento de la lectura de este libro autobiográfico de Hervé
Barmasse (Aosta, 1977), uno de los grandes y modestos alpinistas italianos del
momento. La reflexión viene al caso porque, frente a esos episodios que tantos de
estos aficionados o profesionales de la aventura nos han narrado, algunos con
más acierto que otros, uno se plantea qué es lo que Barmasse aporta. Y lo que
aporta es una sensación de humanidad que no habíamos disfrutado en libros
anteriores. Ahí están sus inicios en la montaña, sus primeras competiciones de
esquí, la resiliencia para superar las graves lesiones, la búsqueda de una
forma de vida que entone la misma canción que su música interior y que termina
hallando en el alpinismo. Y luego sus conquistas, siempre relatadas con
modestia, sin alardes, dando la impresión de que es más lo que oculta de la
hazaña que lo que nos muestra.
Pues
Barmasse, durante esos episodios, se centra en la sensación que la actividad le
fatiga en los pulmones antes que en la definición de los grados de dificultad.
Casi con seguridad por culpa del Cervino, la montaña perfecta para tantos
alpinistas. Porque un día, como él comenta, el Cervino, una cumbre bajo la que
maduró, le creció dentro. El Cervino será, a partir de entonces, símbolo de
todas las cosas que ama. Y aquí es donde entra el debate más enquistado
respecto a quienes consagran su vida a este tipo de actividad, que es todo lo
que tiene que ver con el egoísmo. Los apuntes sobre el tema que entona Barmasse
son cortos y están repartidos a lo largo del texto. Pero muestran a una persona
que cada vez que sale a la montaña piensa en sus seres queridos, es capaz de
reflexionar sobre su ansiedad al tiempo que lo hace sobre la necesidad de
seguir soñando. Dos sentimientos a los que riega con fertilizante natural a
diario.
Barmasse
no es un visionario del alpinismo, pero sí un ácrata. Aprende a conocer la
soledad y tiene la suerte de poder elegirla. ¿Otro detalle de egoísmo? No.
Barmasse sabe cerrar ese debate con una contundencia de la que él mismo
probablemente no sea consciente: “La hipocresía, la presunción, la falta de
honestidad y la falsedad son cosas mucho más peligrosas que el alpinismo
extremo”. ¿Alguien es capaz de rebatir esa afirmación? La hipocresía, la
presunción, la falta de honestidad y la falsedad son parte de la obra de teatro
que tanto idiota lleno de ruido y furia suelta en la vida cotidiana. “Todos
deberían vivir la montaña a su propio nivel, aprendiendo a desarrollar el arte
de la renuncia”. Por primera vez, tras leer cientos de libros de escaladores y
alpinistas, alguien osa mencionar la renuncia como parte de la humanidad que
uno debe aprender en la montaña. Y además la define como un arte. Porque es
parte de vivir, y vivir es un arte, o lo que uno hace, entonces, no es vida.
Sí, Barmasse habla de la decepción sin disimulo y también de la amistad. Son
párrafos pequeños, pero son en los que el lector se detendrá para coger
aliento. Son párrafos que hablan de la dificultad de ser uno mismo en este
teatro lleno de ruido y furia en el que nos obligan a existir. Donde uno debe
mostrar el verdadero coraje comportándose como un hombre, aunque sea el mejor
alpinista del momento. La afirmación también es de Barmasse.
Fuente: Culturamas
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