Los perros de
Tesalónica
Kjell Askildsen
Traducción de Kristi Baggethun y Asunción Lorenzo
Lengua de trapo
Madrid, 2006
107 páginas
13,95 euros
El corazón baldío
Esta es la tercera entrega de la
obra del noruego Kjell Askildsen que nos facilita la editorial, Lengua de
trapo. Si la literatura se dividiera en función de las naciones donde habitan
los escritores, tendríamos que decir que Askildsen representa a uno de los
géneros, el escandinavo, más desconocidos en nuestro país. Por fortuna, la
literatura no se cataloga así. Si existen clásicos, estos pertenecen a todo el
mundo. Cualquier obra de un premio Nobel, es una obra universal. Un estilo de
escritura, inventado en la región del mundo que sea, será un estilo que podrá
heredar un autor de las antípodas. De ahí que a nadie pueda extrañarle, a estas
alturas, que un autor del norte de Europa recoja el estilo mínimal más propio
de California, y se invente cómo acoplarlo a su visión particular del mundo
humano. Al igual que en los dos volúmenes anteriores, Un vasto y desierto paisaje y Últimas
noticias de Thomas F. para la humanidad, en los siete relatos que componen
este volumen, narrados en un estilo austero, seco, sin virtuosismos que
indiquen rastros poéticos en las vidas de los seres que los pueblan, se refleja
un pesimismo desolador, una sensación de vacuidad y sin sentido, de forma que
esa tendencia de la humanidad, a la que se ha visto abocada por una fuerza
superior que uno llamaría destino de no ser porque mirando al planeta con una
visión más amplia se da cuenta de que sí hay otras formas de vivir, otras
posibilidades de elección. Ese destino, ahora sí, más propio de ciertas
sociedades, como la noruega, es el que condena a los seres humanos, de Noruega
y los países semejantes, a poseer un corazón baldío. “Tenemos que estar
contentos con lo bien que vivimos”, ha declarado Askildsen, “dice la gente, la
mayoría vive peor. Y luego toman pastillas contra el insomnio. O contra la
depresión”.
Los protagonistas de estos
relatos son unos seres desnortados, embarcados en un mundo del que ellos no
poseen el timón, y que parecen haber aceptado ya ese escenario, hasta el punto
de perder lo que confirma que el hombre vive, que es la habilidad y la pasión
del deseo. Estos tipos, en los que ser solitario es sinónimo de estar asolado,
no registran ningún rubor al hacer o decir lo contrario de lo que piensan o de
lo que sienten, si es que les queda algo de sensibilidad en su conciencia, si
es que, en realidad, el libro no trata sobre la desidia de lo cotidiano, cuya
conclusión es, finalmente, la estupidez de tener conciencia. Todos ellos han
fracasado en un proyecto de vida, cuyo origen o intención no se descubre, pero
que se reconoce en los propósitos de mantener contacto con la gente, de
relacionarse, que tuvieron en su momento. A lo largo de los fragmentos de lo
cotidiano que se recopilan aquí, carentes de descripciones físicas, estos
protagonistas de los relatos ya no lo son de sus días, y se duda de que el
compartir espacio con otro equivalga a relacionarse.
De esta manera, la saturación de
la rutina les ha convertido en algo indefinido: se diría que ellos se
consideran unos cínicos, y que el lector les tendrá por unos cretinos. Y si uno
pudiera preguntarle a Askildsen, probablemente este se contentaría con decir
que son una caterva de imbéciles.”Pensé: Ahora hará como si nada hubiera
pasado. Luego pensé: En realidad, no ha pasado nada. Nada que ella sepa”.
Porque en realidad no pasa nada, excepto en el interior de estos tipos, que
rumian su pesimismo convencidos de que en algún lugar existió una crisis entre
humanos, pero la cual, si es que existió, el autor nos oculta. Ahora bien, uno
no llega a saber si esconder así la génesis de la situación es un valor
literario, o una simple estrategia para despertar una intriga que el lector
debe confundir con el interés literario. Uno no sabe si este tipo es un maestro
a la hora de calibrar lo que existe y lo que se ve en un relato, o tan solo
pretende participar de la denuncia de un mundo estéril.
Fuente: Tribuna/Culturas
No hay comentarios:
Publicar un comentario