El barco
Nam Le
Traducción de
Ignacio Gómez Calvo y Marc Viaplana Canudas
Mondadori
Barcelona,
2010
301 páginas
¿Híbrido o mestizo?
En alguna
medida, el debate sobre una literatura mestiza, e incluso sobre la versión de
literatura mestiza a la que se le ven las costuras, que sería la literatura
híbrida, entronca con el debate sobre la literatura y/o la vida. En un planeta
global, en el que la globalización cultural se produce, lamentablemente, a la
baja, no deja de ser loable que alguien se plantee reunir en una obra lo mejor y
lo peor de varios mundos, como sucede aquí con Nam Le y esta obra, de
pretendida intención mestiza. Nam Le es un joven escritor de origen vietnamita,
que se crió en Australia y vive, en la actualidad, en Estados Unidos, donde
asiste a talleres de escritura creativa, un dato que resulta bastante fácil de
descubrir durante la lectura de estos relatos: el tono formal y austero, de
pretensiones impersonales, que busca llegar al lector afilado como una
cuchilla, la estructura meditada en la que encajan las piezas, incluidas las
elipsis, como si de un puzzle se tratara, o unos personajes que se disponen a
darse de bruces con el peor trance que les pueda tocar vivir, son recursos que
con frecuencia se aprenden en este tipo de talleres, presididos por un santoral
en el que están presentes Carver, Cheever, Tobías Wolf, Richard Ford, etc.
¿Qué aporta
un autor asiático educado en occidente a la literatura universal? Esa es la
cuestión que Nam Le trata de resolver en el primer relato del volumen, un texto
de carácter metaliterario, pues la narración se va construyendo a sí misma a
medida que el protagonista, un estudiante de literatura, la vive, y en la que
aparece el conflicto entre el planteamiento étnico o el universal, entre el
arte que delata lo exótico de su origen, exótico a ojos de occidente, o la
atención al amor, al honor, a la piedad, al orgullo, a la compasión, al
sacrificio… a los grandes temas que afectan a la humanidad, una enumeración
extraída de una frase de Faulkner que fue, en alguna medida, un autor étnico,
si consideramos una etnia el tiempo que le tocó vivir y el cerrado ambiente de
un sur aislado. Señalemos, antes que nada, que de todos esos grandes temas el
que es común a los relatos que aparecen en El
barco es la dignidad, cómo convivir con la propia dignidad en un lugar en
que se ven obligados a vivir con la propia soledad construida, al tiempo que se
encuentran rodeados de gente.
Para no
perder de vista esos grandes temas, Nam Le construye unos relatos, que a veces
son novelas breves, dada su extensión y la pérdida de un hilo temporal redondo,
de intenciones dramáticas e incluso trágicas. Los personajes son perdedores y
todos los finales melancólicos. Hasta ahí se delata lo mestizo. La hibridación
viene al comprobar que sus intenciones de construir un libro de relatos
universal, se plantea al abrir el espectro de geografías y personajes (de todas
las edades y todos los orígenes) a todo el planeta: las historias suceden en
Vietnam y en Japón, en Colombia y en Irán, en Estados Unidos o incluso en el
medio de un mar embravecido, y una tormenta, en un mar desde el que no se
vislumbra ninguna orilla que es tanto como decir en medio de ninguna parte, un
detalle que resulta más aterrador al conocer las condiciones en que viajan los
desesperados pasajeros en un indefenso barco de pesca.
¿Qué cabe
rescatar de este libro para que merezca la pena ser leído? En primer lugar el
escaso miedo de Nam Le a enfrentarse al horror o a la descomposición; en
segundo el compromiso con la memoria del individuo; en tercer lugar, la
conciencia de que la literatura sale al encuentro de la vida y no al contrario;
están, también, los lazos del amor entrelazados o en combate con el mal, o la
educación sentimental de los niños y adolescentes, y el rechazo a los
prejuicios sociales y culturales, y por último el compromiso con las decisiones
que debe tomar el individuo, aunque sus consecuencias sean críticas. Encontrar
un autor que lucha en el frente de la literatura con un nivel de lectura ético,
es suficiente razón para acercarse a este volumen de relatos.
Fuente: Quimera
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