El hombre del sótano
Walter Mosley
Traducción
de Héctor Febles
Barcelona,
2005
253
páginas
El individuo que tiene conciencia de que su vida no se
dirige hacia ningún sitio, confía en que un día suceda algo que dé sentido a su
tránsito por el mundo o que al menos le resuelva económicamente los años que le
reserva su futuro. Y pocas son las inversiones que él hace para acomodar su
situación al flujo de lo cotidiano. Aunque puede estar sucediéndole como al
protagonista de esta narración, un hombre negro que jamás ha terminado nada de
lo que empezó, cuyas decisiones sobre cómo actuar están en manos de los otros o
de las señales imperantes en las circunstancias. Hasta que alguien dotado con
los poderes del mal le elige precisamente por haber vagado así por la periferia
del mundo.
La primera parte de esta novela está dedicada a
comentarnos quién es este tipo, alguien que no se aleja demasiado de los
arquetipos de los personajes frecuentes en la literatura americana de nuestros
días, y que él mismo, con su voz, se encarga de resumir: “Sentía que me
perseguían y no sabía por qué. ¿Por qué estaba vivo, y veía, y pensaba, y
soñaba, si en el mundo sólo había semáforos y televisores, exámenes y fracasos,
vino tinto y muerte?” (p.100). Es un tipo que cree estar refiriéndose a lo
universal al figurarse que es la cámara que registra la realidad de una vida
que no deja de ser provinciana por más que se nos repita en libros y películas.
Para conseguir su objetivo, Mosley le hace hablar con frases cortas en las que
abundan golpes de efecto de cierta potencia: “Mi mente se va a la deriva cuando
en la misma página hay oraciones difíciles o muchos datos” (p.119). Y así da
inicio a la novela comentando la aparición del personaje demoníaco que le hará
cambiar, pero entreteniéndose, en cuanto encuentra una referencia, en capítulos
de su vida y en diálogos en que se muestra algo decadente y algo descarado, lo
insuficiente como para darnos pistas acerca de la cantidad de peso que suponen
sus sentimientos de desesperación.
En la segunda parte Mosley despliega el misterio: un
blanco ha alquilado el sótano del protagonista durante varios meses para
someterse a un encierro claustrofóbico. Sabemos que algo va a cambiar en el
carácter del protagonista. ¿Pero qué? De entrada debe aprender a controlar su
miedo. Y será el conocimiento, que va adquiriendo gracias a las fórmulas más
elementales de diálogo, la de preguntas y respuestas, desplegadas en la tercera
parte de la obra, como se invente la confianza en sí mismo. Saber cosas de su
rival, de los instrumentos de la expansión del horror en el planeta, le libra
del miedo.
La novela comienza planteándonos hasta dónde podemos
llegar por dinero, y trenzando la trama con historias secundarias, con la
lujuria, el pasado de raza de los afroamericanos y el poder de quienes deciden
qué sucede en el mundo, termina tratando el tema de la redención moral. El hombre del sótano es la obra de un
escritor que supera los préstamos de la realidad.
Fuente: Lateral
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