Abriendo camino
Mi vida como
corredor de ultra-trail
Ryan Sanders con Steve Smith
Córner
Barcelona, 2017
250 páginas
Una
tarde de verano, uno está tomando una cerveza en la terraza de un bar y de
repente se sienta a su lado un joven flaco, con la cara llena de huesos y
comienza a contar su vida, sin ocultar las ocasiones en que ha sido mendigo ni
las veces que se sentó en el trono del rey Midas. Como el monólogo resulta de
lo más entretenido, el oyente pide otra cerveza e invita al joven a beber un Red-Bull,
acompañado por una ración de calamares. La tarde da paso a la noche y la noche
se va extendiendo, hasta que a las dos de la madrugada el muchacho termina por
contarle cómo ha llegado hasta allí, la mitad de camino en transporte público y
la otra en limusina. Pues bien, ese es exactamente el tono en el que está
narrada la biografía de Ryan Sandes (Ciudad del Cabo, 1982), Abriendo camino, centrada en sus éxitos
como corredor de larga distancia. De larguísimas distancias. Eso sí, a modo de
manual de autoayuda, entre capítulo y capítulo, entre trago y trago, se detiene
a referir consejos para mejorar el rendimiento y uno se pregunta hasta qué
punto, cuando se levante de la mesa de la terraza, podrá utilizar esos consejos
como metáfora para no rendirse en la vida. Siempre y cuando entienda que la
vida es un oficio, pero que ya va siendo hora de pasar a entenderlo como una
aventura.
Y
ese es un trabajo que o uno lo fabrica por sí mismo, o nadie lo va a hacer por
él. Las hipótesis centradas en la actitud mental y la convivencia con la
naturaleza son especialmente amigables. Las referidas a la disciplina de
trabajo, al sudor, son necesarias. Pensar que a uno le acompaña el espíritu del
abuelo, como confiesa Sandes, o el canto de los pájaros, ayuda. Como ayuda reconocer
los desastres que uno le ha atizado a su propio cuerpo, las sobredosis de
humildad. Y durante las carreras de cientos de kilómetros, por montañas y
desiertos, por la Antártida o los cañones, no cesa de mirar hacia dentro.
Porque si uno aprende a reconocer las sensaciones y cuándo y cómo montar su
temperamento y su físico alrededor de ellas, tiene mucho ganado. De hecho, es
el cimiento sobre el que construir la armonía con la parte que le ha tocado
vivir que no eligió y que puede ser modificada. Esa estrategia de entrenamiento
y competición se aplica a cualquier disciplina de la existencia. El objetivo es
que la existencia deje de ser tal, para pasar a llamarse vida.
Entre
la relación de sensaciones importantes destaca la envidia, que se puede sufrir,
pero también disfrutar; saldar deudas con lo que le ocasiona malestar;
reconocer que uno es una mierda cuando tiene que abandonar y que llora por
culpa de una gastroenteritis, lo cual quiere decir que sí, que uno es ambicioso
y competitivo. Pero que ha tenido ocasión de recorrer el Sáhara, el desierto de
Atacama, el Gobi y la Antártida, antes de prepararse para batir récords en
carreras de fondo, o de infiltrarse entre los corredores de montaña. La
aparición de Kilian Jornet, con toda su energía y con la ilusión que transmite,
es un acicate para mantenerse en la idea de que vivir es algo alegre. Esa es la
parte que Sandes todavía no ha acertado a completar al cien por cien. Pero lo
que de alguna manera confiesa, es que le queda por aprender a reconocerse en el
fracaso. Sí, porque es consciente de un gran potencial, el que le llevó una
mañana, de golpe, a dejar las borracheras y embarcarse en las competiciones de
ultra-trail. Este tipo de competición, advierte, es una moda peligrosa. De ahí
la faceta práctica de este libro, los consejos directos para mejorar el
rendimiento y no lesionarse. Porque no merece la pena patear el mundo con la
pierna rota a cambio de dos años de gloria.
Entonces
el joven nos invita a una ronda. No sabemos si será la última, pues está
avanzando la madrugada. Pero cierra el libro y nos dice que ahora es nuestro
turno, que le contemos la historia de nuestra vida. Por eso Abriendo camino es un libro muy cercano.
Fuente: Culturamas
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