Indian Creek
Un invierno a
solas en la naturaleza salvaje
Pete
Fromm
Traducción
de Carmen Torres García
Errata
Naturae
Madrid,
2017
308
páginas
Boone
es el nombre del perro, un Husky Siberiano, que crece junto a Pete Fromm (1958)
a lo largo de los meses en que permanecen en un casi total aislamiento, en un
mundo en el que todo está cubierto por la nieve. Todo. Al llegar la primavera,
Boone se habrá convertido en un adulto capaz de valerse por sí mismo, de ser la
mejor compañía para otros hombres y con un espíritu libre que en cualquier otra
circunstancia le hubiera resultado imposible concebir. Porque Boone es Pete
Fromm. Fromm proyecta en su animal de compañía lo que confiesa a lo largo de
esta obra, en la que el alma de eremita busca su equilibrio. Y termina todo
cuando la nieve se deshace, para transformarse en agua, que, como todos
sabemos, es el líquido con el que nos bautizan.
En
realidad, esta experiencia narrada sin hipérboles y con la poesía de las
palabras justas, es un bautizo. El libro se centra en un episodio del que el
autor, y nosotros con él, salimos renacidos. De hecho, algo tan impensable como
se capaces de despedirnos de nuestro mejor amigo, lo hemos aprendido a lo largo
de estos meses de liturgia. Porque hemos aprendido que si nos negáramos a
despedirle, le ataríamos. Y por mucha lástima que sintamos, no se le puede
negar a nadie la libertad que en algún momento ha tenido.
Indian Creek se
gesta en un impulso juvenil: un muchacho que prefiere probarse en una
experiencia extrema antes que atenerse a las convenciones del estudio y el
trabajo. El motivo, Fromm no repara a la hora de reconocerlo, es que es un
incrédulo respecto a sí mismo. No se conoce, no sabe de sus capacidades, de sus
facultades de superación, vinculadas a la creatividad. Pero en lugar de seguir
el camino del protagonista de Hacia rutas
salvajes, que sirve más para llamar la atención y buscar la confrontación
generacional, Fromm pacta esa estadía en las montañas, en invierno, vigilando
el curso de un río en el que se hospedan crías de salmón, esperando a la
temporada en que emigren hacia el mar. De hecho, ni siquiera se atreve a
calificar como aventura esta empresa. Sencillamente, guarda los alimentos que
considera imprescindibles, la ropa apropiada, se prepara para pasar meses sin
enjabonarse y protege al cachorro como protege a la naturaleza. El hombre ha
deformado al animal de compañía al igual que ha deformado los bosques, que
ahora parecen, en buena medida, parques. Y reclama el derecho a que no se
considere a los ermitaños como exiliados sociales.
A
lo largo de los meses, el método de aprendizaje de lo práctico es el
ensayo-error. El más duro, el de no padecer claustrofobia, el control del
sistema nervioso, viene de la convivencia natural. En ningún momento trata de
desfigurar al bosque y a la nieve para que le favorezcan. Es él quien se
adapta. En ese sentido, el capítulo en que caza un alce representa la
transfiguración del protagonista. Ahora sabe que será capaz de sobrevivir y de
renacer. No se niega a sí mismo el orgullo, pero sí la arrogancia. Y reconoce
en el perro la mayor de las virtudes que, a juicio de Conrad, es la lealtad.
Durante este periodo, durante la lectura, surgirá el tema de la libertad, de si
él es un hombre libre y en qué medida lo son los domingueros o los ermitaños.
Un debate que la cultura americana, y tras ella la occidental, no ha sido capaz
de resolver desde la llegada del Mayflower y el encuentro con el indio. Pero
Fromm, por su parte, sí es capaz de reconocer cuál es el punto de inflexión.
Fromm caza pidiendo perdón a las bestias a las que ha visto volar o brincar
sobre la nieve. Y caza por necesidad. La presencia ruidosa de cazadores,
desequilibra el planeta entero. Cuando aparecen en el texto, uno está deseando
que se evaporen. Porque lo que deseamos que permanezca en nuestra retina, a
través de los ojos de Fromm, es el salto de siete metros del puma, no su piel
sin intestinos y sin alma. Es en el salto donde el puma guarda los veintiún
gramos. Gracias, Fromm, por llevarnos al lugar al que no pudimos ir, al lugar
donde el puma es el rey de la nieve.
Fuente: Culturamas
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