K2. Enterrados en el cielo
Peter
Zuckerman y Amanda Padoan
Traducción
de Ricardo García Pérez
Capitán
Swing
Madrid,
2015
306
páginas
Rara
es la ocasión en que la literatura de montaña, entendiendo por tal no la
ambientada en valles y cimas, sino la cercana al alpinismo, la escalada o
cualquier otra forma de arrojo con la que acuden ejércitos de personas a las
cumbres, muestra las dos posibles vertientes de la pasión: la del amor a la
montaña y a los hombres y mujeres de montaña, y la de amor por la literatura. K2. Enterrados en el cielo, es una de
esas escasas ocasiones en que la emoción empuja a no cerrar el libro hasta el
final. En un trabajo de colaboración perfecto, en el que no se notan las
costuras de qué parte de la labor pone sobre la mesa cada uno, Peter Zuckerman, periodista, y Amanda Padoni, alpinista, han escrito
una obra que aporta una nueva forma de entender la literatura de montaña. En
primer lugar porque los protagonistas que pasan a primer plano no somos
nosotros, porque nos proponen identificarnos más con los himalayistas de allí,
con los sherpas y montañeros de Nepal y Pakistán. En segundo lugar, porque nos
presentan esa parte de la aventura que generalmente se pasa por alto, y que es
tan necesaria como la propia ascensión: la cultura del lugar, su pasado, casi
un estudio antropológico. En tercer lugar porque siendo una crónica
aparentemente destinada a los expertos en montaña, se las arreglan para que
cada término técnico, cada elemento especializado del alpinismo, quede
explicado de manera que nadie tenga que recurrir a un manual para entender las
dificultades y los méritos de las maniobras de alta montaña.
A
modo de antihéroes, dos sherpas (con minúscula, pues dicho término se ha
extendido para designar a hombres del Karakórum o el Himalaya sin que
pertenezcan a la etnia Sherpa) sobreviven a una de las jornadas más trágicas
que han sucedido en el K2. En este caso durante la temporada alta del año 2008.
Hasta once escaladores perdieron la vida, y pudieron ser más de no ser por los
riesgos que corrieron Chhiring Dorje
y Pasang Lama. Pero antes de la
épica, hemos conocido su cuna, pobre, austera, aldeana; y también hemos aprendido
a respetar su cultura. Luego nos hemos adentrado en la caótica ciudad de
Katmandú, que es un retrato de un lugar construido con la consistencia de una
casa de palillos y revocado de suciedad. Y contra todas estas trabas, hemos
atendido a la educación sentimental de Chhiring y Pasang, y a una forma diferente a la del occidental de
hacer de la necesidad pasión. Luego comenzarán esas páginas que agarran al
lector por las solapas y lo sumergen en los sucesos con una intensidad más
propia del cine que de la literatura. Porque el libro está escrito con la
exactitud que requiere el relato: no sobra ni una pieza y la dosificación de
acontecimientos es una cadena sin ningún eslabón roto ni oxidado. Escrito con
una pulcritud impecable, con fluidez, bien traducido por Ricardo García Pérez, y acompañado por un aparataje inusual de
notas, aclaraciones y documentación, respetando, por encima de todo, los
testimonios de los supervivientes y la memoria de los fallecidos, K2.
Enterrados en el cielo será uno de los grandes libros épicos del año. Imprescindible
para los amantes del alpinismo, pero necesario para entender que existen formas
de pasión, muchas formas de pasión, para cualquier lector. Incluso para que
alguien no habituado a la lectura comprenda por qué la vida con pasión es más
vida.
Fuente: La línea del horizonte
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