Grito de piedra
La montaña
imposible
Reinhold
Messner
Traducción
de Christina Müller
Tushita
282
páginas
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En
unos de sus versos más famosos, Rilke nos advertía sobre la permeabilidad de la
membrana que separa el horror de la belleza. Existe una cantidad máxima de
belleza que uno puede integrar. A partir de ese listón, comienza el horror, lo
que más tememos. Aplicado a la historia
del alpinismo, si en sustituimos los términos belleza y horror por pasión y
locura, sucede otro tanto. La pasión es la cantidad máxima de la locura que un
hombre puede concebir. Esa membrana permeable que separa ambas emociones no es
universal. De hecho, ni siquiera es permanente dentro de una misma persona.
Incluso, yendo más allá, ni siquiera quien soporta un alto grado de pasión en
una actividad, como el alpinismo, puede concebir idéntico grado de pasión en
otra totalmente diferente. ¿O tal vez sí? Al leer Grito de piedra, un relato que se sostiene sobre el precio de la
revancha, uno llega a cuestionarse si dentro de las diferentes versiones del
alpinismo, del montañismo, de la escalada, quienes practican unas pueden llegar
a comprender a los que se consagran a otras. Así pues, Reinhold Messner (Tiro,
1944), el primer hombre en ascender las catorce cumbres de más de ocho mil
metros, se encuentra con pocas herramientas para valorar la escalada al Cerro
Torre, una de las montañas más hermosas de la Tierra, que supera por poco los
tres mil metros, pero situada en una región patagónica donde el clima es un
infierno de hielo y vendaval.
El
propio Messner lo reconoce. Y su postura es, en primer lugar, de admiración
hacia quienes afrontaron la ascensión al gigantesco diente de granito. El libro
comienza narrando los primeros intentos, y elogiando a gente como Lionel Terray
o Walter Bonatti. Dos protagonistas indiscutibles, dos aventureros
extraordinarios en el mundo de las cumbres. Pero en realidad la gran duda que
hilvana todo el libro es si la considerada primera ascensión al Cerro Torre,
por parte de Cesare Maestri y Toni Egger, fue real o es una ficción de Maestri.
Egger falleció durante el descenso, según relata Maestri, con lo que nos
limitamos al testimonio de un hombre agotado, al que tuvieron que rescatar con
el último aliento entre los dientes en la base de la pared. Durante años,
Messner y Maestri han sostenido una rivalidad en la que, en un alarde de juego
sucio, en algún momento Maestri respondió a las dudas de Messner sobre su
éxito, increpando su postura en su ascensión al Nanga Parbat, aquella que le
costó la vida al hermano de Messner. Ese juego sucio pone en marcha toda la
maquinaria potencial de Messner para sacar punta al supuesto gran éxito de
Maestri. Una y otra vez encuentra motivos para recelar de la versión oficial.
Incluso apoyándose en los testimonios de gente que ha conquistado la cumbre
posteriormente. Eso sí, tras cada expresión del litigio, de esa revancha que
hace poner a Messner toda la carne en el asador, y Messner es, no lo olvidemos,
un narrador potente, le sigue el elogio a uno de los pioneros de la escalada en
roca. Aunque Maestri no hubiera pisado la cima del Cerro Torre por primera vez
en la historia, en 1959, seguiría siendo uno de los grandes por sus iniciativas
en Dolomitas, en los Alpes, en tantas otras montañas. Maestri regresó en 1970
al Cerro Torre y entonces sí, entonces, con ayuda de un taladro y varios
compañeros, tocó la cima. Pero la duda se centra en la ruta original de 1959.
Son
varias las ocasiones en que los encuentros cruzados entre Messner y Maestri han
hecho saltar los fusibles. Y pocas o ninguna las ocasiones en que se han
sentado a mantener un debate sereno. Según comprobamos en este Grito de piedra, Messner es un escritor
visceral, que lucha por contener todo el ácido que le saldría de las tripas. De
ahí la fuerza que consigue este libro de montaña cuyo desenlace, que existe, no
revelaremos. Nuestra recomendación es que, dada la escasa literatura épica que
se publica, y la necesidad que de ella tenemos, la gente lea Grito de piedra.
Fuente: Culturamas
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