Otos retazos de la magnífica reseña que Quimera publica sobre 'Luz en las grietas'. Salgan corriendo a comprar la revista.
Escribir es conjurar a los fantasmas. Toda una vida está presente
durante la experiencia de la escritura, si uno es sincero. Eso supondrá saldar
cuentas y atreverse a poner el corazón al desnudo. En un caso testimonial, donde
la debilidad de un corazón famélico y la soledad que acompaña al narrador,
desde la muerte de su mejor hermano, el riesgo es caer en la pornografía
sentimental. Martínez Llorca lo evita refugiándose en una musculatura que no
permite al lector ser ajeno a la suerte del narrador, que es tanto como decir a
su vida. Porque nada de lo que aparece es ficción.
***
Pero el libro, tan demoledor como lírico, trata sobre la presencia de la
dignidad contra viento y marea, contra los empujones de un físico desprotegido
y una ausencia por parte de los padres que no se menciona, pero por eso mismo resulta
muy intrigante. Frente al acoso escolar y la defensa del débil, que le supondrá
un derribo tras otro, Martínez Llorca nos abre una ventana en cuanto entra en
la pasión. La vida sin pasión es menos vida.
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La literatura como pasión, no podría ser ajena a alguien que nos
recuerda que nos olvidamos con frecuencia de lo que somos, sobre todo cuando
nos va bien, y se impone.
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