Llega la época de las vacaciones y se plantea el clásico debate: el mar o la montaña. Nos encantaría que existiera una editorial especializada en el mar, que publicara obras como ‘Años salvajes’, las excelentes memorias de William Finnegans (Libros del Asteroride). Porque seguro que muchos libros de semejante contenido, el surf, la navegación, la literatura del mar, están todavía por descubrir. Pero de cara al debate, hemos podido hallar editoriales que prestan su atención a la montaña o, como alternativa, al tercer objetivo en la discordia: los viajes. Este mes nos centramos en Desnivel, aunque solo sea por los libros de Ueli Steck que ahora están publicando. Y por todo lo que significó el alpinista con más talento de la historia en nuestros sueños. Su desaparición ha sido algo así como quedarnos huérfanos, pero con el desaliento añadido de saber que nuestro padre era Supermán.
Aquí van las últimas publicaciones sobre montaña que hemos recogido:
8.000+
Ueli Steck
Traducción de Pedro Chapa
240 páginas
“El deseo “de quitarme el esfuerzo involuntario de ser” es una triste expresión de un poeta triste, Fernando Pessoa. Rezar a un enfermo cuando uno quiere hablar de alguien que nació cuando ya se había puesto nombre a todas las galaxias, es una reacción común: la derrota que supone la desaparición de Hércules es el único mito que comparten todas las culturas. Ueli Steck, como Cástor y Pólux, como las Hespérides, como Andrómeda, se merece un trozo de universo a modo de lápida. La próxima galaxia debería llevar su nombre. Será, entonces, el momento de celebración, cuando hallamos diluido un tanto el duelo. Pero hoy, paseando por unas ciudades o por unas montañas a las que el sol no se queda pegado, sino que resbala, no nos queda más remedio que sentir que ser es un esfuerzo que otro eligió que hiciéramos. Y la única manera de librarnos del dolor es quitarnos ese esfuerzo por nuestra propia voluntad. Pero a Ueli no le hubiera hecho gracia que el sol resbalara sobre el dorso de los girasoles que somos, y que hoy nos cuesta alzar la cara para que el sol nos dé un día más de vida.” La cita es del artículo dedicado a su memoria publicado en La línea del horizonte
“Lo que nos conmueve de la muerte de Ueli no es que le falte una de las doce pruebas para alcanzar a Hércules. Lo que nos conmueve es que ya nadie subirá miles de metros con botas y chaqueta de camping, en un tiempo récord, porque no consiente que un amigo muera solo. Tenía cientos de patrocinadores que le facilitaban su dedicación a la alta montaña, porque sus cualidades eran las de Hércules y eso le permitía acaparar páginas y páginas de revistas especializadas. Pero era uno de esos rostros en los que jamás nos hubiéramos fijado de encontrarnos con él por los senderos. No medía dos metros ni movía montañas. Las subía porque en el único sitio de la montaña donde es seguro que da el sol es en la cima. Nos enseñó la importancia del entrenamiento y la planificación a la hora de partir en una excursión segura. Pero si uno no quiere refugiarse en el esfuerzo involuntario del ser y montarse toda una vida existencialista alrededor de la maldición de haber nacido, sabe que no es el dueño del planeta y quedarse en su casa. De ahí que lo bonito de vivir sea salir a conocerlo. Vivimos en una época de locura y felicidad. Ueli Steck lo sabía y fue capaz de dar un paso más que los otros, al demostrarnos que locura y felicidad son una misma cosa. Al recordarle, pues, nos sobra una de las dos palabras. Yo elijo quedarme con felicidad.” Así termina la elegía.
Un fatídico accidente en el Nuptse durante la primavera de 2017 interrumpe la brillante carrera del alpinista Ueli Steck, un alpinista de vanguardia que destacó por sus grandes escaladas y su particular filosofía sobre cómo alcanzar las cimas más altas de la tierra. La combinación entre la dificultad extrema de sus proyectos y la velocidad se convirtieron en sus señas de identidad.
Con su trilogía de ascensiones rápidas en las caras norte del Eiger, las Grandes Jorasses y el Cervino pasó a ser conocido más allá de la escena alpinística. Pero quiso dar un paso más y trasladar su particular filosofía en la roca alpina hasta los ochomiles del Himalaya, y este libro es su testimonio más directo y sincero.
Desde su soñado Annapurna hasta su sensacional ascensión en solitario y en diez horas al Shisha Pangma, Ueli nos cuenta de manera cautivadora cómo, gracias a un duro entrenamiento y a su gran resolución, dio el salto desde la escalada en roca al himalayismo. La emoción, el riesgo y el compromiso que asume brotan en cada una de estas páginas. Pero también nos desvela su faceta más humana y sus palabras también nos hablan de sentimientos como el miedo, el amor a su mujer Nicole y a su familia, la amistad y la responsabilidad, y que inevitablemente dibujan y marcan la trayectoria de este hombre excepcional.
Estos son algunos de los libros que acompañan en la mesa de novedades a Ueli Steck
Una aproximación
Josep María Cuenca
96 páginas
Hasta la última suela
Gabriel Rodríguez García
127 páginas
La Torre. Una crónica de la escalada y controversia en el Cerro Torre
Kelly Cordes
408 páginas
Ganador del premio Banff al mejor libro de montaña, ese galardón debería bastar para atrevernos a leer esta obra. Ese y que estamos, tal vez, frente a la ascensión a la aguja de roca más hermosa del planeta. Y una de las más difíciles por el clima extremos de la Patagonia. Un relato que se lee de un tirón, aunque con cierto desaliento: el de saber que la montaña debería ser el lugar simbólico de la amistad, y en esta ocasión estuvo lejos de suceder el cariño.
Entre el vasto Campo de Hielo Sur y las onduladas estepas de Patagonia, en el extremo sur de Argentina, barrido por el viento, se eleva el Cerro Torre, una torre de hielo y roca de 3.133 metros de altura. Considerada por muchos la montaña más bella y cautivadora del mundo, atrae la atención de los más dedicados alpinistas de alto nivel de todo el mundo. Reinhold Messner, el más grande montañero de la historia, la llamó «el aullido convertido en roca».
Pero la controversia se agita en torno al Cerro Torre desde que en 1959 el escalador italiano Cesare Maestri afirmó haber realizado la primera ascensión de esta montaña. Su compañero murió durante el descenso, y generaciones de escaladores de primera fila de todo el mundo solo han hallado contradicciones cuando han intentado seguir su ruta. En 1970, encolerizado por las dudas y obsesionado con probar su éxito, Maestri utilizó un compresor de gasolina para colocar en la pared del Cerro Torre cientos de buriles, separados justo lo suficiente para poder utilizarlos como una escalera. Instantáneamente, la Ruta del Compresor pasó a ser una de las vías más polémicas del mundo montañero. Y en las décadas siguientes, llegó a ser también la ruta más popular de la montaña. En 2012 Hayden Kennedy y Jason Kruk, dos jóvenes escaladores, brillantes e idealistas, retiraron muchos de los buriles de Maestri. Y entonces la polémica volvió a surgir. ¿Qué papel debe jugar el equipamiento en los logros de los escaladores? ¿Quién tiene el derecho de alterar una ruta, o una montaña? ¿Cuál es el impacto de la Historia en la ética de nuestra relación con las montañas? Y la pregunta fundamental: ¿qué es lo más importante en el alpinismo, la cumbre o la escalada? Esta crónica de la arrogancia, el heroísmo, los principios y los lances épicos es también una mirada a la condición humana, y explora las razones por las que algunas personas persiguen empresas extremas cuyo valor nominal es casi cero.
Esta edición incluye, con respecto a la edición original americana, un interesante capítulo final en el que Kelly Cordes, con la colaboración de Rolando Garibotti, nos desvela los resultados de sus últimas pesquisas sobre la polémica ascensión en la que desapareció Toni Egger, apoyadas con valioso material gráfico que contradicen las afirmaciones de Maestri.
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