El color amaranto
Cuentos completos
Antonio Ferres
Gadir
Madrid, 2017
402 páginas
Estas son las cosas que nos hacen seres humanos: querer; la nostalgia y haber tenido una infancia o estar teniendo una infancia, no abandonarla a la suerte de la mala memoria; lo que uno sabe y lo que uno ignora; caminar, el paisaje; los viajes al sur; la justicia, el sentido de la justicia y maldecir la injusticia; la imaginación, un abrazo, descubrir y volver a descubrir lo que uno ya había descubierto; ese punto de miedo que nos salva la vida; el mar; salir de una celda, de cualquier lugar que uno pueda considerar una celda; la fruta; los hijos que tuvimos; el caballo y las estrellas; uno de los pocos momentos bonitos que uno tuvo junto a su madre, un segundo de poesía; el compañero en la guerra y el compañero en esa otra guerra que es la vejez. En definitiva, todas las cosas que siempre han estado allí, y de las que Antonio Ferres (Madrid, 1924) da fe en los primeros relatos de este volumen. Se trata de piezas breves, en muchos casos un paréntesis en la vida que, como sabemos es algo que nos sucede y que no tiene argumento, ni trama ni desenlace.
Poco a poco los cuentos se extienden, porque Ferres pretende y consigue resumir ese trozo de vida que es la vida de una sola persona, por lo general, un desconocido. Pero todas las vidas forman parte del rompecabezas del universo y por tanto todas merecen un relato, detenerse en ellas un poco. Lo más frecuente, lo más normal, lo cotidiano, lo que supone despertarse, desayunar, lavarse los dientes, salir a trabajar y lo que viene a continuación, merece ser reseñado.
Y luego está la guerra real, la de las bombas y los muertos a sangre, la que arrasa con lo poco de humanidad que queda cuando llega el odio. Esa que condicionó la existencia de Antonio Ferres y junto a ella, su literatura. Estamos frente a uno de los grandes escritores de realismo social de la lengua española. La inquietud por el paso del tiempo es el tema del realismo. Como lo es la eterna pregunta de qué sucede tras la muerte, sobre todo tras la muerte de los demás, de aquellos a quienes queremos o que nos han querido. Ferres haya un refugio, en los peores momentos, en una tangencia con los experimentos literarios. El monólogo interior, la monomanía, el surrealismo y la escritura semiautomática, la gente que no tiene con quien hablar y habla sin saber qué decir, los que han llegado al límite pero conservan la voz, las figuras y las imágenes simbólicas que para alguien deben de poseer un significado que conviene rescatar. Unos pocos cuentos que podríamos calificar como vanguardistas.
Hasta que vuelve a su lugar, donde se encuentra como pez en el agua, pero sabe que el agua está contaminada. Vuelve al realismo a través de los emigrantes en Estados Unidos, los chicanos, cuyo lenguaje reproduce de manera depurada y nos relata utilizando el presente. Es un mal que está sucediendo. El ansia de estar vivo es, tal vez, el tema que atraviesa todos sus cuentos, también los últimos, en los que regresa a la España más profunda, allí donde hubo una dictadura cruel a pesar de la cual uno puede contener en su memoria un momento precioso.
Fuente: Culturamas
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