lunes, 5 de febrero de 2018

LA TUMBA DE LENIN

La tumba de Lenin
David Remnick
Traducción de Cristóbal Santa Cruz
Debate
Barcelona, 2011
863 páginas



Tanto en la introducción como en el epílogo, David Remnick (Nueva Jersey, 1958) explica que la necesaria historia que se incluye en este volumen, la de la torturada transición del imperio soviético a la era Yeltsin y el régimen aparentemente democrático, será un relato de pérdidas, de los males que se han ido quedando por el camino pero que han construido a una nación. Se dará cuenta, sí, de lo más siniestro que se ha superado, pero de forma que se explique por qué los rusos sienten su orgullo herido, por qué cunde el desaliento, por qué el país es un lugar de estallidos sucesivos, abocado a variadas formas de autoritarismos, desde la sangrienta dictadura de Stalin, a la formulación de poderío de Putin y sus secuaces: vosotros nos permitís robar y nosotros os dejamos vivir. El proyecto de Remnick es algo así como un gigantesco juego de Tetris en el que se trata de exponer todo para explicar lo sucedido entre 1988 y 1992, años que vivió en Moscú como corresponsal de The Washington Post. Y este inmenso y extraordinario trabajo le valió un merecido premio Pulitzer en 1994.
El libro se divide en cinco partes. La primera trata sobre la amenaza y la gente que mantiene la dignidad en épocas sórdidas, como la tiranía criminal de Stalin. Se habla sobre la manipulación brutal de la memoria y la mediocridad de la propaganda, sobre la doctrina impuesta y cómo en lo oculto se cuece la resistencia, un sentido crítico agazapado. La segunda parte tiene a Gorbachov como eje central de los cambios, presentándole de tal forma que uno no sabe hasta qué punto consentía con los mismos, controlaba la situación, era un hombre genial o un tanto necio. Remnick aprovecha esa etapa para recorrer la geografía del imperio soviético dando testimonio a pie de calle, hablando con gente humilde, relatando la rebelión de los mineros que reclamaban jabón, su paso por el arrasado Chernobyl o por la marginal isla de Sajalin, en los que son los mejores episodios del libro, dignos de un discípulo de Steinbeck. A continuación, tomando la muerte de Sajarov como punto de inflexión, comienza una tercera parte destinada a revelar los dolores de la transición, la brega entre conservadores y aperturistas, el nacimiento de las mafias, los martirizantes cambios de costumbres. El capitulo se remata con un coro final de gente que vive al límite de lo soportable. Se trata de una etapa neurótica, rematada con la independencia de las repúblicas bálticas. La cuarta parte es una crónica de cuatro días del fallido golpe de estado, una agitada representación, con algo de maniqueísmo por parte de Remnick, a ritmo de Apocalipsis. Aquí los protagonistas no son los que sufren la historia, sino los que la escriben. Por último, en la quinta parte Yeltsin y Gorbachov comparten protagonismo con un extravagante, onírico, ambicioso y demasiado urgente juicio al régimen soviético. Todos los llamados a declarar demuestran su sangre caliente, todos los testimonios y confesiones son demasiado febriles, aunque existan motivos para la fiebre.
La tumba de Lenin es una demostración de cómo hacer periodismo, pero también contiene sus trampas, eso sí, perfectamente escondidas. Se debe estar alerta ante los criterios de Remnick, quien no deja de considerar que la sociedad libre y civilizada es la liberal, la americana, y le cuesta mucho esfuerzo ceder un milímetro de terreno al enemigo. Son varias las declaraciones de testigos de la época, gente sin posición política o militar, que defienden el imperio soviético, unos testigos que se presentan como hombres fanáticos. Y muy escasas las ocasiones en que esos defensores son mostrados como gente sencillamente equivocada. También se da por supuesto que el régimen soviético se construyó sobre la ideología, vencedora en combate contra la racionalidad, o que con su destrucción cayó el último imperio, afirmaciones que bien merecen un debate. Como merece un debate el concepto de patria sobre el que se asienta este libro que, una vez que el lector pone los parámetros en su sitio, puede catalogarse como muy digno y muy emocionante.




Fuente: Quimera

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