La reina de diamantes
Bennasar,
Llort, Macip, Moreno
Delito
Barcelona,
2019
189
páginas
El
suspense consiste en hacerse cargo de que no sabemos qué va a ocurrir dentro de
un segundo, y mucho menos dentro de veinticuatro horas. Un día hay vida y al
siguiente no. Un día emprendes, con valor, una empresa, y al día siguiente te
das el batacazo por culpa de un catarro. Un día estás harto de vivir y al
siguiente nadas en la gloria entre brazos de un amante. Los narradores de
suspense han sabido aprovechar la incertidumbre para contarnos historias que van
girando, en cada capítulo, en cada secuencia, con un nuevo imprevisto. El hecho
es que cada uno de los personajes, como cada una de las personas en la vida
real, intenta forjarse el destino, una forja que suele ser incompatible con la
que pretenden los demás. Todos defienden sus intereses, que es tanto como
decirnos que todos practicamos una u otra forma de egoísmo en uno u otro grado
de afectación. Lo que ocurre en novela o cine negro es que ese egoísmo se lleva
al extremo: poco importa no la suerte de los demás, sino hasta su vida.
La reina de diamantes es un
thriller con sus dosis de intriga, en el que se retratan las condiciones del
género. Cuatro autores se relevan en la obra, pero todos mantienen la misma
tensión y, podría decirse, casi hasta la misma voz narrativa, la dura, la seca,
la directa, la propia de un mundo de hampones en un barrio catalán:
barriobajeros sin otra formación que no sea la de las calles, inmigrantes
doloridos dispuestos a empuñar un arma, prostitutas y mujeres que utilizan su
sexo para conseguir sus objetivos, torpes individuos que explotan negocios nocturnos
y no saben elegir amistades, una historia de decadencia que aproxima a alguien
al abismo y antes de dar el salto opta por hacer una última pirueta, sabiendo
que pone en riesgo su vida. Así se van trenzando los cuatro puntos de vista que
componen la novela, que pretende retratar no ya al mundo de la prostitución,
las drogas y la violencia nocturna, sino a las obras que, a su vez, retratan el
mundo de la prostitución, las drogas y la violencia nocturna.
La
novela funciona a toda pastilla, sin alardes estilísticos, que es tanto como
decir con un buen estilo, pues en nuestro país acostumbramos a llamar estilo al
exceso de estilo. Cuando la acción en sí está a punto de desfallecer, el relato
da una nueva vuelta de tuerca y nos engancha el suspense. El thriller está
servido, pues nadie tiene reparos en comportarse con la brutalidad de un
asesino si llegara a ser necesario.
Junto
con Lemmings, esta novela es la
presentación de la editorial Delito en el territorio en que se habla
castellano. El proyecto empieza con buen pie y mejor tono. El lector tendrá que
celebrarlo.
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