Infiltrada
D. B. JOHN
Traducción: Javier Guerrero Gimeno
Salamandra
Barelona, 2018
464 páginas
Tras un viaje al país más inexpugnable del mundo, el galés D.B. John firma el primer gran thriller ambientado en Corea del Norte con una agente de la CIA encubierta como protagonista y con una misión suicida.
La génesis:
D.B. John y su editor inglés se reunieron para tomar medidas extraordinarias de cara al lanzamiento de Infiltrada. Para entonces el sello Harvill Secker ya había reforzado la seguridad de su página web contra posibles ataques cibernéticos. Decidieron que no colocarían una foto de solapa y que limitarían la información biográfica. Ante la posibilidad de que los lectores tomaran por delirios ficcionales algunos de los elementos de la novela, incluirían una “Nota del autor”, donde, por ejemplo, se informara de que el programa de formación de espías de raza mixta mediante el secuestro y violación de mujeres extranjeras, o el contrabando de oro, marfil, dólares, productos farmacéuticos y drogas duras por parte de diplomáticos como único modo de financiar los costes de sus embajadas, se extraían de la realidad, por demenciales que se antojaran. “Al principio teníamos miedo y decidimos cubrirnos las espaldas. A fin de cuentas, el régimen norcoreano se sustenta en la paranoia. Luego hemos entendido que se enfrenta a problemas mucho más urgentes que buscarle las cosquillas a un escritor desconocido”, señala David John (lo de las iniciales D.B. no es recurso profiláctico, sólo un ardid para facilitar la localización de su nombre por internet) en su piso del barrio londinense de Islington.
El germen de la novela estuvo en una visita en el 2012 a la que califica de “tiranía perfecta que, por suerte, carece de los recursos económicos para ser un riesgo global”. Alojado en el decrépito hotel Ryanggang, en desuso desde su inauguración con motivo de la celebración del Festival Mundial de la Juventud Comunista de 1989 –fastos que llevaron al país a la ruina y que surgieron como respuesta celosa a los Juegos Olímpicos de Seúl del año anterior–, D.B. John asistió al orquestado ritual de ofrendas florales a los líderes de la patria y visitas a colegios y fábricas donde abundaban las sonrisas, teniendo que escuchar las consabidas proclamas propagandistas sobre cómo el vecino del sur había iniciado la guerra civil y, por descontado, las gestas del padre fundador de la patria, Kim Il Sung (Portador de la Luz), que iban desde la invención de la hamburguesa a la escritura de doscientos libros, pasando por haber completado 18 hoyos en uno la primera vez que pisó un campo de golf (la apostilla oficial, comenta el escritor, fue aún mejor: “Habiendo completado una actuación perfecta, el Presidente Eterno no ve motivos para seguir practicando este deporte”).
A su regreso a Londres, D.B. John empezó la labor de desintoxicación con una inmersión en profundidad en la historia del país y entrevistas con activistas por los derechos humanos y desertores en Seúl –incluyendo Hyeonseo Lee, con quien coescribió el bestseller La chica de los siete nombres (Península)–, amén de una estancia en Washington para familiarizarse con algunos de los protocolos de reclutamiento y formación de agentes de la CIA. Por el camino fue aprendiendo sobre materias que van del taekwondo a las neurotoxinas mortales pero lo que más le anonadó fue “comprobar la imposibilidad de todos los supervivientes de entrar en los episodios más crudos, el trauma produce una suerte de agujero o borrado. He tenido a un soldado de 27 años delante incapaz de explicar la ausencia de varios dedos de la mano”.
El valor:
D. B. John quiere que el lector sea consciente de la veracidad de su novela. Un glosario de términos norcoreanos y un epílogo en el que se explica cuáles son las fuentes con las que ha construido las diferentes partes de su relato cierran el libro. A D. B. John le preocupa que sus lectores crean que las atrocidades y desvaríos de los personajes son invenciones sin información. “No, aquí tenéis de donde he sacado todas esas extrañas historias”. Para ofrecer una visión de todas las capas sociales de Corea del norte utiliza a un personaje relacionado con las altas esferas, el coronel Cho, encargado de demostrar las técnicas y mecanismos del poder y a una ciudadana campesina, la parte más pobre del proletariado coreano, la señora Moon, que se mueve entre las clases más lumpen, jóvenes abandonados, drogadictos, vendedores ambulantes… Al personaje de Moon le concierne mostrar la opresión y la miseria del pueblo.
Los dos personajes son títeres de las voluntades caprichosas de los amos del régimen: La tesis de D. B. John es que no hay esperanza en Corea del Norte: pobres y prósperos, proletarios y familias influyentes, militares y campesinos, todos son vulnerables ante las veleidades de la familia de los dictadores: se ha construido un régimen en el que nadie sabe cómo comportarse, nada te garantiza que no te caerá encima la deshonra, la prisión o la muerte.
Estos son los dos anhelos del autor: veracidad y análisis completo de la vida social en Corea del norte. D. B. John ofrece un muy correcto ritmo narrativo hasta un inesperado y atrevido final y tres tramas que aumentan en interés y tensión hasta que acaban convergiendo: las vidas de Cho, Moon y las gemelas mestizas. Personajes principales y secundarios bien construidos que mantienen una historia ambientada en uno de los territorios más desconocidos del mundo. Un entretenimiento de calidad que permite asomar la cabeza a una terra ignota.
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